Ana Rodríguez. Vicente León lleva el teatro en la sangre. Este onubense es profesor de la Real Escuela Española de Arte Dramático (Resad) desde hace 16 años, ha dirigido infinidad de obras y fue merecedor de un Premio Max (el Goya del teatro) en 2007 por su longevo Ciclo Autor. Ahora, a sus 57 años, el artista está profundizando en otra de sus facetas, la de actor, habiendo estrenado hace sólo unas semanas en el marco del Festival Fringe 2014 de Madrid y de la mano de Venezia Teatro, la obra Los desvaríos del verano, una versión de la pieza de Goldoni con la que han alcanzado un tremendo éxito.
La obra, la primera de una trilogía del autor italiano del siglo XVIII, es una crítica a la sociedad de entonces, aburguesada y derrochadora, donde las personas ricas frivolizan con el dinero. En este marco, con el que bien podrían tenderse puentes hacia la actualidad, León da vida a Fulgencio, el amigo de Filippo, padre de Jacinta, enamorada de Leonardo, un personaje que trata de poner cordura en ese mundo de derroche, aunque acaba viéndose arrastrado, su sensatez desbordada y entrando en cólera al no conseguir que la razón se imponga.
«Ha sido muy gratificante», indica León y sigue: «hicimos dos funciones y estoy muy contento porque se quedó hasta gente fuera y el público en pie, aplaudiendo. Tengo la sensación de que la obra tendrá continuidad». Tras el éxito de esta pieza, el profesional se ha reafirmado en que lo que desea es afianzarse sobre la tablas después de haber desarrollado una impresionante trayectoria, siempre vinculada al mundo del teatro.
Y es que Vicente León desde joven tenía claro que lo que le llamaba era hacer una labor artística. Nació en Aracena y en el pueblo donde vivió de chaval, Nerva, la cultura era escasa -había un cine y poco más- y no había teatro, llegando todo lo relativo a este arte, como recuerda, a través de la televisión, principalmente por ‘Estudio 1’, «un programa que veíamos todos los viernes cuando era niño, pero reconozco que nunca pensé que quería ser actor, me gustaba más cantar y escribía».
Corría el año 1980 cuando Vicente encontró la que sería su profesión. Fue mientras hacía el Servicio Militar en Galicia, allí tenía mucho tiempo libre en el destino que le tocó, Pontevedra, y conoció a unos gallegos que tenían un taller de teatro en el que realizaban sesiones de ejercicio, de trabajo. Era cuando empezaban los Centros de Cultura.
«Era divertido. Viví allí una temporada y decidí formarme, así que me fui a Barcelona y entré en el Institut del Teatre. Hice mucho trabajo de voz y, como parecía que aquello se me daba bien, me mudé a Madrid porque me salió un trabajo», recuerda León. En la capital de España, siguió con la formación que había iniciado en Barcelona y su buscó una academia, la Academia Tántara, en la que tuvo como profesor de voz a Jesús Aladrén, quien fue determinante para su carrera: «él me hizo su discípulo y me dijo que quería que diera clases. Aquello fue esencial en mi vida, saber que estaba dotado para el trabajo vocal. Así que superé mi miedo y empecé a dar clases. Mis primeros alumnos fueron mis propios compañeros de interpretación, lo cual fue muy especial porque confiaron en mí».
Comenzaba así la carrera pedagógica y de investigación del aracenense, pues desde entonces ha estado estudiando y profundizando en los elementos más fundamentales del trabajo vocal, en su por qué, en la esencia del trabajo de un actor… entre otros temas. En momentos puntuales también formaba a los alumnos en interpretación y, debido a sus inquietudes y su gusto por cierto tipo de teatro, empezó a dirigir.
Esto último ocurrió cuando comenzó a dar clase en Itae, el Instituto del Teatro del Principado de Asturias: «la docencia me ofreció una perspectiva enorme del trabajo pedagógico y sentía, por lo que iba encontrando, que tenía mucho que ver con la voz para el actor, con cómo hay un trabajo específico y propio y que te ayuda a lo más importante, a encontrar la naturalidad, la credibilidad… palabras que hay que llenar de contenido. Entonces empecé a entender cada vez mejor el trabajo del actor y tenía impulsos creativos y le planteé un proyecto al director del Instituto para realizarlo con los alumnos de cuarto, a modo de trabajo de final de carrera. Aquella fue mi primera dirección». Se trató de un dramaturgia, una propuesta escénica con textos diversos de tres autores y cuya realización le hizo tener la certeza de poseer la capacidad para seguir dirigiendo.
En el Itae, León también empezó a dar clases de interpretación, lo cual le dio la oportunidad de poner en práctica todo lo que sabía y orientarlo a la actividad del actor. «Me permitió hacer un trabajo más completo, un todo, sumando la parte interpretativa al trabajo de la voz», explica el profesional.
Aquello ocurrió en 1995 e hizo dar a León otro paso adelante. Ese mismo año falleció Heiner Müller, un dramaturgo alemán del que Vicente había montado varias obras, habiendo trabajado en sus clases de interpretación con textos de este autor. León sabía que en Madrid, en el Teatro Pradillo, la compañía La Tartana había representado obras de Müller y se puso en contacto con ellos para saber si tenían pensado llevar alguna a escena con motivo de la muerte del alemán. «Me dijeron que si yo lo montaba harían algo», recuerda el profesor, y así nacieron unas jornadas sobre este autor, una mesa redonda en la que intelectuales y directores aportaran sus conocimientos y visiones del dramaturgo, para entender su vida, su historia, ideología… explicaciones que se completaban con puestas en escena de algunos fragmentos de sus obras.
Aquello funcionó muy bien y León lo vio claro. El éxito radicaba en rodear obras de estudios, críticas, análisis… Era una gran idea que no podía morir allí. Así nació el Ciclo Autor –que luego se llevó a cabo en La Alternativa y más tarde en el marco del Festival Escena Contemporánea-, del que se celebraron 15 ediciones en las que se abordaron a autores como B. M. Koltès, Samuel Beckett, Harold Pinter, Sarah Kane, Botoh Strauss, Caryl Churchill, Michael Azamà, Jelinek, Debbie Tucker Green, Pier Paolo Pasolini, David Hare, etc. Tal fue la relevancia alcanzada por el evento que en 2007 Vicente León fue galardonado con el Premio Max de la Crítica por esta iniciativa.
«Fueron años intensos, de trabajo y responsabilidad, muy fructíferos. Además dentro de la revista Primer acto elaboraba un dossier con material del Ciclo que editaba la publicación. Esos dossieres son una referencia a día de hoy porque en ellos se habla de autores poco representados y poco conocidos», afirma León.
Durante todos estos años, el profesor siguió dando clases –Aula de Teatro de la Universidad Complutense, Escuela de Arte Dramático de la Universidad de Kent en Canterbury de Torrelodonesy, Resad– y dirigiendo tanto obras dentro de talleres de fin de carrera y de tercer curso, como de la compañía que montó, Teatro de la Esquirla, además de atender algunos encargos de una compañía de Salamanca.
Cuando el Ciclo Autor finalizó en el año 2010, León se tomó un tiempo de descanso, pero poco a poco fueron surgiendo nuevas inquietudes en él que lo han empujado a querer estar sobre las tablas. «Lo que me apetece ahora es actuar. En las obras que he dirigido solía hacer algún papel, sobre todo por motivos prácticos. La de actor es una vertiente en la que he hecho menos incursiones», destaca León, aunque de ahora en adelante parece que esto va a cambiar y podremos verlo más en escena, una faceta que complementa a las de dirección escénica y pedagógica y que supone el colofón para este completo profesional que respira para el teatro.