La muñeca que sobrevivió al Titanic, en el museo de Ayamonte

Teresa Martín, junto a la muñeca del Titanic.
Teresa Martín, junto a la muñeca del Titanic. / FOTO: Fermín Cabanillas.

Redacción. El Museo de Muñecas de Ayamonte, abierto hace apenas cuatro mesesalberga un tesoro de valor incalculable. La muñeca de porcelana que Eva Hart, superviviente del naufragio del Titanic en 1912, citaba en sus memorias se encuentra en sus vitrinas después de que Abel Federico Nogueiras la rescatara en 1977.

La muñeca fue un regalo de sus padres a Eva Hart, que embarcó en el Titanic con siete años de edad como pasajera de segunda clase, y sobrevivió, junto a su madre, al hundimiento. Hart murió el 14 de febrero de 1996 a la edad de 91 años de edad.



Aunque solo se conserva la cabeza hueca, es una de las estrellas del museo creado por la Teresa Martín, una vecina de Ayamonte que ha encontrado en el coleccionismo de muñecas su gran pasión desde que era pequeña.

Según palabras de la propia Martín, quien a lo largo de su vida ha logrado reunir unas 300 muñecas, «se trata de una muñeca de mucha calidad, «hecha de porcelana, ya que de no haber sido así no habría podido aguantar el paso del tiempo hundida en el mar».


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Solo se conserva la cabeza hueca de la muñeca del Titanic.

Para ella ha diseñado uno de los mejores rincones de su museo, el único en Andalucía dedicado a las muñecas de toda la historia, y uno de los pocos de España. La muñeca ha sido expuesta en un rincón del museo con un gran cartel que explica su historia, e incluso sobre una plataforma rotatoria que permite al público verla desde todos los ángulos, protegida, eso sí, por una vitrina que la preserva de cualquier peligro.

La capturó un atunero
Eva Hart dejó escrito en sus memorias que tuvo que salir de forma precipitada del barco cuando se ordenó la evacuación y tuvo que dejar su preciada muñeca en el camarote, muñeca que se convirtió en objeto de culto cuando fue encontrada por casualidad por un barco atunero en 1977.

El hallazgo lo hizo Abel Federico Nogueiras, un pescador de la compañía Argenbel que la encontró entre las redes y que en principio no le prestó mayor atención, pero sospechó de su importancia al encontrarla cerca de la zona del hundimiento más famoso de la historia.

Teresa Martín explica que Abel «siempre supo que era un tesoro lo que tenía en casa, y cuando murió en 1992 su familia la conservó como una reliquia, hasta que su hijo contactó conmigo cuando comencé a moverme por internet como coleccionista de muñecas, le hice una oferta y llegamos a un acuerdo», explica Martín.

Para averiguar si era o no del Titanic la promotora del museo y propietaria de la muñeca tuvo que «hacer muchos estudios sobre ella para constatar que iba en el barco, busqué toda la documentación de niñas que iban con muñecas, y todo lo que estudié me llevó a Eva Hart. Incluso un análisis del molde que se usó para hacer esa muñeca, que coincide perfectamente con la que tenemos nosotros».

 

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