Carlos Arroyo. Clamor el que se ha vivido en el coso mercedario con la actuación del madrileño Julián López “El Juli”. Cuatro orejas refrendaron su actuación donde sacó a relucir todo su repertorio, con su predisposición y mando habituales que hizo que el público mercedario se rindiera a los pies de un torero con mayúsculas. Empezó pronto a ganarse al público en el recibo capotero al primero de sus oponentes, con verónicas mecidas rematadas con la media. Pero el éxtasis capotero llegó con sendos quites, sobretodo el segundo, por chicuelinas y lopecinas, con la planta asentada, siendo lo mejor la media con que abrocha el segundo lanceo. Con un público entregado, la faena de muleta baja algo la intensidad con el toro algo venido a menos. Julián va arrancando naturales y derechazos, culminando su faena en las cercanías. La estocada marca de la casa y dos orejas en el esportón.
El cuarto toro de la tarde tiene un guion prácticamente calcado, a pesar de que el toro todavía llega mucho más mermado a la faena de muleta. Dice mucho menos el burel, por lo que Julián tiene que adaptar su faena a las condiciones del toro, poniendo el torero lo que le falta. Acaba el toro totalmente dominado por el mando de “El Juli”, que termina con el arrimón, exponiéndole mucho, lo que conlleva que el público se ponga de nuevo en pie. Otra estocada, y otras dos orejas, con el público entregado al torero.
Morante de la Puebla no acabó de rematar ninguna de sus dos faenas. El primero de la tarde, un cinqueño demasiado gacho de pitones para una plaza de segunda categoría, blandeó demasiado en la muleta. A pesar de ello, Morante pudo conseguir algunos muletazos de categoría, sobretodo en el toreo al natural. Al toro le costaba un mundo llegar hasta el final, y la muleta de Morante se asemejaba a una soga que tiraba del toro. Hubo naturales importantes, con largura y temple que un público deseoso de ver torear al sevillano jaleó con fuerza. El pinchazo antes de la estocada provocó que la oreja se quedará en petición minoritaria y que saludara una ovación. Al segundo de su lote lo recibió lanceando a la verónica, con la composición propia del sevillano, pero el toro se le metía para los adentros y soltaba la cara, por lo que no fueron lo limpia y brillante que solemos ver a este torero. Lo mismo ocurrió con el quite también a la verónica. En la muleta, el ejemplar de Daniel Ruiz llegó muy parado, por lo que sólo hubo algún muletazo suelto que no le fue suficiente para construir una faena, a pesar de la disposición del torero de la Puebla del Río. Una vez más nos vamos sin ver a Morante en su máxima expresión, desazonados de lo que pudo ser y no fue.
Prácticamente inédito quedó Miguel Ángel Perera en su
comparecencia en la Plaza de Toros de la Merced. Su primer oponente, un jabonero de bella estampa, llegó a la muleta con embestida descompuesta y colándose en cada cite del extremeño, muy posiblemente por un problema en la vista. Algo mejor embestía por el pitón izquierdo, aunque sin acabar de entregarse del todo, por lo que Perera decide abreviar. A revienta calderas salió en el sexto, comenzando con su habitual pase cambiado por la espalda. Poco más pudo hacer, ya que el toro se rajó, y su embestida fue una huida continúa hacia terrenos alejados del torero, por lo que nada más se pudo hacer.