Carlos Arroyo. Con media entrada en los tendidos de la Plaza de la Merced en la primera tarde de las Fiestas Colombinas, se lidiaron toros de José Luis Pereda y La Dehesilla correctos de presentación y juego desigual, destacando 2º encastado, 3º y 4º nobles, para los diestros.
Hubo un toro para cada uno de los integrantes de la terna en la primera de la Feria de las Colombinas. La tarde comenzaba ventosa lo que impidió a los diestros una lidia más limpia y salirse con los toros a los medios, pero se fue templando a medida que avanzaba y se pudo disfrutar de momentos de belleza, sobretodo en el cuarto toro, donde Enrique Ponce cuajó una buena faena ante el noble toro de José Luis Pereda. Se echó de menos por parte del respetable una ovación ante la vuelta de Enrique a Huelva coincidiendo con su 25ª temporada en activo.
El primero de la tarde no permitió al de Chiva ningún lucimiento ni con el capote ni la muleta. No tuvo el toro absolutamente nada, ni fuerza, ni celo, ni transmisión, ni humillación, lo que provocó que el diestro abreviara ante las nulas opciones del astado, que recibió una fuerte bronca en el arrastre. El cuarto si mostró una cadencia en su embestida, siendo aprovechado por Enrique, que lo fue haciendo poco a poco, como acostumbra. Brindó el toro al
público, ¿será el último en la Merced?, y después de 25 temporadas sigue siendo el mismo. La faena mil veces repetida y mil veces aclamada, maestría, temple, en una tauromaquia tan particular como mágica en el baile imposible del hombre con el toro. El epílogo de la faena con la mano izquierda fueron los momentos de más calidad de su actuación y de la tarde, con algunos cambios de mano eternos y remates con la pierna flexionada. Lástima que no remató la faena de un estocada al primer intento, a pesar de tirarse en el morrillo. Culmina la vuelta al ruedo con palmas por Huelva, como tantas otras tardes, aunque el cariño se hizo esperar demasiado.
Iván Fandiño estoqueó el toro de más poder de la tarde. Derribó al caballo de picar con estrépito, siendo despedido el piquero Rafael Agudo ovacionado. La faena de muleta, con brindis a Andrés Romero, tiene emoción por la repetición del toro, encastado. Le engancha la muleta, lo que supone una merma del lucimiento, ya que el toro, como bravo descompone su embestida al tocar la franela. Por el lado izquierdo tampoco hay excesivo acople,
resultando una buena faena, pero sin el lucimiento esperado. El quinto de la tarde, del hierro de la Dehesilla al igual que el segundo, no sirvió para nada. Iván lo intentó, con arrimón incluido, pero con escaso eco en los tendidos ante la actitud moribunda del astado. La demora con los aceros no consiguió mejorar la actuación que no pudo pasar de discreta ante las condiciones del toro. Una tarde más el torero de Orduña no consiguió el triunfo en la Merced, y repetir éxitos que sigue cosechando por el resto de la geografía taurómaca.
Alejandro Talavante lidió los dos toros con menos poder de la tarde. El tercero, primero de su lote, fue una animal noble al que el extremeño cuajó una actuación correcta, sin excesos, que llegó a los tendidos en algunos pasajes, pero sin ningún arrebato. Y este torero cuando no se arrebata, no llega a los tendidos. A pesar de ello, hubiera cortado una oreja si la espada hubiera viajado certera en el primer intento. El sexto de la tarde se afligió demasiado pronto y no permitió al torero realizar una labor lucida, que lo intentó sin éxito y sin demasiada ímpetu por conseguirlo. Así se diluía una tarde, en la que sólo Enrique Ponce consiguió colocar al toreo en las más altas cotas de creatividad y emoción que se espera de una tarde de toros.
1 comentario en «Clase magistral de Enrique Ponce en la primera de las Colombinas»
Enhorabuena Carlos, ¡lo has clavado! Tu comentario sobre la segunda oreja a Enrique Ponce es muy acertado, perdió el segundo apéndice al pinchar en hueso pero entrando por uvas. Dicen los antiguos aficionados y comentaristas de épocas pasadas, «que si un lidiador, después de una gran faena, falla con la espada y da un pinchazo en hueso, entrando por derecho y de verdad, no se le debe negar la oreja, en cambio, no se premiará con ella, si el matador se alivió entrando y clavando en el costillar o al degüello con un puñalón donde no tienen cura, por muy importante y vistosa que haya sido la faena.
Atte. Saludos de Regatón