Ángel Custodio Rebollo. Con la envergadura que tenía la campaña que Hernán Cortés había emprendido en México, las autoridades decidieron enviar tropa de ayuda para reforzar su ejército.
Se encargó de formar expedición Rodrigo de Bastidas que equipó la flota con tres barcos, “La María”, una nao de 150 toneladas que iba acompañada por dos carabelas más pequeñas.
Esta fue la base de la que se ha denominado la “expedición de Julián de Alderete”, porque ese era el nombre del Tesorero para la misma designado por el Rey.
Alderete, a quién nos hemos referido en un anterior artículo, había sido camarero del Obispo Fonseca y creo que esto influyó para que el prelado decidiera que acompañara a Julián, un fraile franciscano natural de Sevilla, llamado Pedro Melgarejo de Urrea.( Los apellidos no eran muy andaluces porque uno era de origen castellano y el otro aragonés, aunque suponemos que fuera descendiente de alguno de los muchos que apoyaron al Rey en la conquista de Sevilla y después fijaron su residencia en Andalucía.)
Este Fraile llevaba unas “bulas de cruzada”, que previo pago te concedía el derecho de perdonar los pecados que hubieses cometido. Muchos historiadores comentan que el Fraile Melgarejo, regresó a Sevilla inmensamente rico.
Al llegar Alderete y el Fraile a Texcoco, Cortés, que percibió la influencia que los informes de esta pareja tendrían ante los superiores, los llevó a lo alto del templo, para que viesen Tenochtitlan desde allí y observaran la importancia de aquella conquista.
A su regreso a Castilla Fray Pedro Melgarejo fue distinguido con los títulos de “Predicador de su Majestad y Consejero de Yndias”.
El 29 de noviembre de 1528 fue designado Obispo de Dulcigno, una población en el Adriático situada en lo que hoy es Montenegro, de cuyo cargo dimitió en 1536.