Bofetada electoral

Federico Soubrier García / Sociólogo. Ayer un importante sector del electorado español dio un par de buenas bofetadas sin manos a los partidos políticos punteros, en especial a un  bipartidismo que ha venido arruinando al país y machacando a la nación en un continuo relevo más o menos tácito, asumido por todos desde hace ya demasiado tiempo. A pesar del intento de excusa que supone el libre albedrío de la estadística, la ciencia más mentirosa de todas, el resultado puso coloradas las caras de la mayoría de representantes de partidos con las más variopintas siglas.

Quedó demostrado que aquello de que ir a votar no sirve para nada, es una falacia.


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Quienes esperaban ganar por abrumadora mayoría, ni siquiera celebraron su “éxito”, quedando su catering arruinado. Otros que confiaban en hacer lo mismo tuvieron incluso que ampararse en su avance en Andalucía, habiendo obtenido los peores resultados que se recuerdan en bastantes elecciones.

Toda una vergüenza que en cuatro meses el nuevo partido político PODEMOS haya conseguido más que muchos otros asentados desde las primeras elecciones democráticas en 1.977.


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Se minusvalora la importancia de semejante resultado, siendo un indicador en unas elecciones no muy consideradas ni en el territorio nacional, incluso ni en el resto de europa, del descontento general con unos partidos que no paran de sobresalir por su corrupción, por engañarnos reiteradamente y no tener en cuenta para nada al pueblo.

De cara a las próximas Elecciones Municipales y Autonómicas, de mucha mayor trascendencia política, podemos y debemos darnos cuenta de que el futuro sí está en nuestras manos, e intentar concienciar a las personas de nuestro entorno de la importancia que tiene el demostrar nuestro descontento. Ahora muchos se están preocupando de que no sea tan importante para nosotros cómo tienen de bonito el pueblo o los cheques bebe que reparten, como las políticas de los el partido en que amparan sus gobiernos. Evidentemente a un padre le preocupa bastante más el porvenir de sus hijos que el que en las alamedas se planten almendros.

Por unos momentos la charanga y la pandereta guardaron silencio para dar un par de bofetadas que sonaron a gloria.

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