Mari Paz Díaz. Reconocido especialmente por ser el director de las obras de la Exposición Universal Iberoamericana de 1929 en Sevilla, Aníbal González y Álvarez-Ossorio (1875-1929) es un arquitecto recordado por obras tan emblemáticas como la Plaza de España, el Pabellón Real del Parque María Luisa o el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, algo que no le impidió que falleciera en la ruina.
Figura controvertida por diferentes episodios de su vida, Aníbal González consiguió el título de arquitecto con tan sólo 18 años, siendo el número uno de su promoción. Un logro con el que iniciaba una trayectoria que le llevaría a ser considerado el máximo exponente del llamado regionalismo andaluz, combinando el gótico, el renacimiento y el mudéjar.
Pero sus obras no sólo se encuentran en Sevilla, sino también en otras ciudades, como Antequera (Málaga), Gerena (Sevilla), Madrid, Almendralejo (Badajoz) o en Jerez de la Frontera (Cádiz), donde diseñó su Estación de Trenes.
Además, el estilo de Aníbal González se dejó sentir en la provincia de Huelva, siendo Aracena donde se encuentran sus máximos exponentes debido a que la sociedad sevillana tenía en la localidad serrana un destino de descanso veraniego. Sin embargo, no fue el único ámbito de trabajo de este arquitecto, que también llevó a cabo proyectos en otros municipios onubenses, como sucedió en Jabugo, Isla Cristina, Ayamonte o Huelva capital, entre otros.
En concreto, las obras de este autor en la provincia de Huelva están fechadas en el primer tercio del siglo XX, especialmente entre 1907 y 1927. Un legado que ha sido estudiado, entre otros autores por Martínez Chacón, Pérez Escolano o Asunción Díaz Zamorano, en cuyos trabajos recoge cómo las creaciones onubenses de este arquitecto «conforman un espléndido repertorio de creaciones urbanas y arquitectónicas (…), creando un sólido modelo figurativo intensamente emulado con posterioridad.».
Una de las primeras referencias del ingenio de Aníbal González en la provincia de Huelva lo encontramos efectivamente en la Sierra, pero no en Aracena, sino en Jabugo, en la Casa Tiro Pichón, un característico ejemplo de la arquitectura andaluza de principios del siglo XX que se compone de dos edificios, uno de los cuales es obra del arquitecto Aníbal González, que entonces trabajaba a las órdenes de Manuel García, uno de los fundadores de la industria cárnica onubense.
La importancia de este edificio radica en el hecho de que es de estilo modernista, tal y como sucedió en los inicios de González. Realizada en piedra y ladrillo, la Casa Tiro Pichón cuenta con una gran belleza, situada en una de las colinas de la localidad serrana. Habitualmente era visitada por gente de Sevilla y algunos miembros de la Corte de Madrid para disfrutar del tiro al pichón, como sucedió con la Infanta María Luisa.
Pero si existe un lugar que defina la presencia de Aníbal González en Huelva es Aracena, donde el arquitecto se introdujo a través de Javier Sánchez-Dalp. Su impronta supuso un antes y un después para la arquitectura de la localidad. Sí, Aníbal González recibió diversos encargos de la familia Sánchez Dalp, entre cuyos miembros destacó Francisco Javier Sánchez Dalp, un terrateniente aracenense nacido en 1866 que, aunque se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, nunca llegó a ejercer esta profesión debido a su interés por la política, contando con cargos públicos en Sevilla y Madrid, además de ser nombrado marqués de Aracena en mayo de 1916. Fue un representante del caciquismo de la Restauración, principal baluarte del Partido Conservador de Huelva en la zona.
La obra más representativa de Aníbal González en Aracena es el Casino de Arias Montano, que hoy preside uno de los centros neurálgicos del municipio. Construido en 1910 por encargo de la Sociedad ‘Arias Montano’, destaca por su fachada con el eje central en la esquina, donde llama la atención el uso del hierro, el vidrio y la madera, no sólo en exterior, sino también en la escalera del interior.
Un edificio, restaurado en 1992 por el arquitecto Hilario Vázquez, que identifica a Aracena y donde se deja notar la influencia de los gustos británicos. El casino se ideaba para dar respuesta a las necesidades de ocio de la burguesía aracenense, por lo que quería dar una imagen moderna.
Entre 1910 y 1911, Aníbal diseña el Ayuntamiento de Santa Catalina en Aracena (1909-1911), donado por los hermanos Sánchez-Dalp al municipio, una casa de 385 metros cuadrados que ha sido escuela, ayuntamiento, juzgado y oficina de Telégrafos. De tres pisos, el edificio es de estilo neomudéjar en piedra y ladrillo, salvo pequeños azulejos. Situado en la encrucijada de tres calles en un singular triángulo, lo que favorece su percepción desde muy lejos y le permite impactar poderosamente en el espacio, su fachada principal está en la Plaza Marques de Aracena.
Otro de los lugares emblemáticos de Aracena es el Lavadero Fuente del Concejo, realizado por Aníbal González entre 1920 y 1926, año de su inauguración. Monumento financiado por los Marqueses de Aracena y donado al pueblo de Aracena el 16 de febrero de 1927. Cuenta con tres accesos, utilizándose la cerámica sólo en un cuadro frontal, ya que se prioriza la funcionalidad.
Junto a estas construcciones, a Aníbal González también se le debe el diseño de la Antesala de la Gruta de Las Maravillas (1922-23), obra financiada por Sánchez-Dalp y el entonces alcalde de Aracena Juan del Cid López. Incluyó obras de acondicionamiento de la Gruta recientemente descubierta, entre ellas la de diseñar el edificio de entrada. El proyecto cuenta con tres estancias: una sala de recepción en el centro, flanqueada por la vivienda del conserje a un lado y la escalera que desciende hasta la Gruta en el otro.
También llama la atención el barrio de Aracenilla (1922-1926) en la carretera de Alájar a un kilómetro de la localidad, un proyecto de ocho chalets, que se construyeron entre 1923 y 1926 bajo la promoción del Marqués de Aracena pensados como residencias de vacaciones. Cada una de las viviendas tiene un diseño diferente, donde destacan las evocaciones mudéjares, las cubiertas y los espacios para el servicio.
De gran belleza es también el conjunto del Monte San Miguel (1907-1912 y 1924), situado en los alrededores de Aracena en dirección a Sevilla. Cuenta con dos conjuntos arquitectónicos: la residencia señorial y las edificaciones de servicio. La residencia principal constituye el elemento más cuidado y elaborado de todo el proyecto, así como el interior de la capilla, aunque hay áreas dedicadas a la explotación de la finca, como las caballerizas y la llamada casa de Bejines. Su finalidad era ser la casa de campo del Marqués de Aracena, consiguiendo la integración con el entorno, con una vegetación abundante.
Pero además de estas obras, existen otras construcciones en la Sierra de Aracena, quizás menos conocidas, pero donde la impronta de Aníbal González es muy destacada. Así lo pone de manifiesto Asunción Zamorano, al citar la casa colindante de la calle José Nogales nº 2, erigida para Antonio Palacios, el mercado público de la calle José Nogales (1912-15), la reforma del colegio de las Esclavas Concepcionistas (1924-26), o la fuente que se encuentra delante del Cabildo Viejo de Aracena, en la plaza Alta, sin olvidar otros proyectos que no llegaron a realizarse, como un cuartel de la Guardia Civil, entre otros.
Del mismo modo, en la Sierra parece que hay otras construcciones en las que también participó Aníbal González, como apunta Díaz Zamorano, tales como una casa derribada en la travesía de Higuera de la Sierra y otra vivienda que preside la finca Los Lozanos de Valdezufre.
Junto a la Sierra, en la provincia onubense existen otras construcciones que llevan la firma del arquitecto sevillano, algunas más conocidas que otras. Es lo que sucede con Huelva capital, ciudad donde ha pasado un tanto desapercibido. Sin embargo, en Huelva encontramos la Casa Cristóbal Yuste (1907). De estilo modernista, esta vivienda se encuentra situada en la calle Berdigón, en pleno centro de Huelva, siendo un claro ejemplo de sus primeras obras.
Del mismo modo, debemos citar el Paseo de la Ribera de Ayamonte. Situado frente al Puerto Deportivo de la localidad fronteriza, su diseño se debe a Aníbal González, cuya impronta se deja notar sobre todo en las dos hileras de palmeras y en la presencia de azulejos. Un lugar con mucha vida en Ayamonte, que es de obligada visita.
Tras estas construcciones, Aníbal González todavía tuvo tiempo de construir otra obra en la provincia de Huelva. Fue en Isla Cristina, donde en 1927 diseñó la Casa Rosselló o Casa Don Justo, mandada a construir en el Paseo de las Flores por Manuela Zarandieta Roselló, viuda de Roselló Ferrera. Al estilo regionalista sevillano, esta vivienda cuenta con una fachada de ladrillos y elementos decorativos a base de azulejos. El constructor de dichas obras fue el maestro albañil Saturio Santiago.
Y, curiosamente, este mismo año 2014, la revista ELD de Isla Cristina anunciaba que existe otra vivienda en Isla que ha sido otorgada al arquitecto sevillano. Se trata de una casa construida en 1925 con dos plantas y mirador situada en el número 24 de la calle del Prado.
Con todo, para concluir, podemos afirmar que Huelva se enmarca dentro de la ruta del legado de un arquitecto que ha pasado a la historia por obras tan representativas como la Plaza de España de Sevilla, un profesional que supo entender como nadie el espíritu de toda una generación.
Y sus trabajos no pasaron de puntillas por Huelva, ya que sus creaciones onubenses presentan una serie de peculiaridades que la hacen únicas. La forma de concebir la arquitectura de Aníbal González también marcó un antes y un después en la provincia onubense. Ahora tan sólo hay que mirar para comprobarlo.
3 comentarios en «El legado de Aníbal González en la provincia de Huelva»
MARI PAZ, CADA UNO DE TUS ARTICULOS ES UN DELEITE PARA LOS SENTIDOS. SIEMPRE TOCAS TEMAS BONITOS E INTERASNTES PARA LOS QUE AMAMOS ESTA TIERRA.
MUCHAS GRACIAS
Hola Mari Paz, te sigo y me encanta tu trabajo. Me gustaría saber si está realmente documetnada la autoría de la Plaza de la Ribera de Ayamonte a favor de Aníbal González. Gracias.
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