No pueden elegir a quién representar

El Señor de la Sangre comenzaba su Estación de Penitencia con un retraso de cinco minutos por problemas con las puertas del templo.
El Señor de la Sangre comenzaba su Estación de Penitencia con un retraso de cinco minutos por problemas con las puertas del templo.
El Señor de la Sangre comenzaba su Estación de Penitencia con un retraso de cinco minutos por problemas con las puertas del templo.
El Señor de la Sangre de la Hermandad de Estudiantes.

Isaac Del Pino / @Idelpinodiaz. Para una Semana Santa en la que no llueve, en las redes sociales y desde la opinión pública les llueven auténticas granizadas en forma de reproche a nuestros políticos. Las portadas se suman, enarbolando la bandera del amarillismo, a poner a fulano o mengano -foto incluida- frente a algún santo. Que si Susana Díaz, la malvada pro-bancos, sale con tal hermandad donde su marido es costalero, que si Javier Arenas con casi tantos años ya en escena como Jordi Hurtado desfila bajo o delante no sé cuál Virgen; y bueno, Maillo, el bueno de Antonio lee. No está muy beato este año. Y en Sevilla, resulta que lo de Zoido es ya un clásico. Con gráficos incluidos de por dónde se pasea el hombre y qué kilometraje hace, como si eso le contase para alguna ITV de cara a los electores. Ni los buenos niños de la política universitaria se libran, extrañándose más de uno que delegado y subdelegado del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Huelva desfilasen dentro de la Hermandad de Estudiantes en la capital onubense.

Y resulta curioso porque constata que, en España, hagas lo que hagas eres objeto de crítica por parte de alguien; siendo el claro ejemplo traído a la actualidad de lo que dijo un tipo llamado Bismark -Otto, para los colegas- en su día. Algo tal que así: “España es el país más fuerte del mundo, lleva siglos tratando de destruirse a sí mismo y aún no lo ha conseguido”. Y a mi humilde juicio en ello estamos.


Festival de Cine de Huelva

Cuando el Pesoe o Izquierdita Unida, puede que incluso UPyD -siempre que acuda Rosa Díez. No podía ser de otra forma-, realizan actos sociales libres de elementos religiosos nadie dice nada. Es más, se aplaude la iniciativa aquella de irse de mitin delante de los colectivos afros, gays, judíos, gitanos o los fans de verano azul, vaya usted a saber qué es lo más de lo más en progresismo del momento. Y, en un sentido menos cínico del suscrito, son meros actos que reafirman su intención de representar a éstos. Que no todo iba a ser interesantismo, carajos.

¿Pero qué hay de los colectivos de creyentes? No la fastidiemos con la hipocresía. Para ir de Semana Santa no hay que hacer tres santisantiguas ni nada por el estilo. Te pagas la plaza o te invitan a ir por la patilla. En este último caso, simple y llanamente, porque eres una figura pública que representa a gente y tiene el deber de representarnos a todos -guste lo que nos guste, creamos lo que creamos. Dentro y fuera de los órganos, en la galería. Se siente-. No dejando de ser un acto social donde se mezclan religión y un elemento cultural fuerte y arraigado, no menos culto que unas Fallas o un San Juan. Uno de tradición, con mucho trabajo de por medio y donde hay gente que vuelca ilusiones. Al menos, yo, que no soy muy de la cruz y el cirio, lo admito.


Puerto de Huelva

Pensemos en frío. Acudir como autoridad a uno de estos actos es lo mismo que ir a un mitin o acto para con los colectivos que ya he citado. Ni más ni menos. Es participar de una actividad de dicho colectivo, hacerles saber que «usted/él», el señor «político», los «representa». Pero ahora estamos -resulta- en una curiosa cruzada por el laicismo, malentendiendo quizás lo que es el propio laicismo. No se trata de quitar Semanas-Santas, imágenes, ni santísimas vírgenes del alicatillo y la vinagreta. Es simplemente negar cuotas de poder a la religión dentro de un Estado. Cualquier religión, insisto.

Como decía, muchas veces criticamos por criticar. Y, bueno, para una vez que no eluden una responsabilidad político-social que no hace daño a nadie parece peor que si la eludiesen. Muchos de ellos la cumplen sin ser creyentes, y eso, queridos lectores, es tragarse mucho sólo por acercarse a un colectivo ¿Si mañana Perico fuese a una mezquita o sinagoga alguien lo criticaría? Yo lo dudo.

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