Benito de la Morena. Siempre es buena noticia el saber que los amigos están bien, que el maltratador ha sido controlado, que el defraudador fue a la cárcel y que la Ley me defiende a mi también, pero ¿qué sucede cuando esto se cuestiona?, entonces nace la desesperanza y con ello la desmoralización; aparecen las dudas y tras ellas la desconfianza y se inicia un proceso de marcha atrás que frena el bienestar social en todas sus facetas, a pesar de que la economía esté resurgiendo en la “estratosfera” y parezca que tiende a bajar a la superficie donde habitan los “mortales” como usted y como yo.
Y el caso es que ahora veo dos tendencias bien definidas, las que dicen que “todo va bien” y los que apostillan que “todo va mal”; en mi caso, quizás por eso de ser curioso y gustarme lo del razonamiento, pienso y deduzco, con lo que tengo un criterio propio, equivocado o no, pero propio; lo que me preocupa es la situación de tanta buena gente que se dejan influir desde el corazón, más que desde la razón, y no profundiza en la noticia más allá de los titulares, pues esa persona mediatizada perderá la oportunidad de contribuir a mejorar al estado de bienestar propio y el global, donde incluyo el mío. Por eso me esfuerzo a diario en trasladar a los jóvenes la conveniencia de aprender desde la “razón” y no desde el “tropezón”.
Cuando veo a los subsaharianos trepar por las vallas de Ceuta o Melilla, me preocupa algo más que las cuchillas con las que se pretende impedir el paso, pienso en sus Gobiernos que no les dan bienestar, y también en las redes que se promueven desde los países “civilizados” para mantener esa ignorancia y poder seguir esquilmando su riqueza con las multinacionales que allí hemos establecido.
Cuando se inmolan terroristas contra objetivos civiles o militares de países “amigos”, incluido el nuestro con el terrible 11M, pienso no solo en la ignorancia que promueve el fanatismo religioso que busca con su muerte el “paraíso”, también recapacito sobre las causas que promovieron esas guerras fanáticas, imbuidas desde un odio acrecentado por los colonialismos de los siglos 18 y 19, que se han mantenido en el tiempo porque dejar el poder es muy difícil para nuestra mentalidad dominante y opresora.
Cuando observo los botellones que pretenden anunciar la primavera, no solo veo a jóvenes sonrientes y animados por los diversos tipos de estimulantes, más o menos agresivos para su salud, que usan para “liberarse”; me preocupa la desidia o la impotencia de sus padres, y la tolerancia social que mira hacia otro lado para no analizar las causas del por qué miles de jóvenes necesitan excitarse artificialmente para ser felices, a esa joven edad en la que aún no han experimentado motivos reales para padecer sufrimiento.
Y así podríamos seguir desgranando los numerosos escenarios en los que la sociedad no es capaz de controlar sus emociones y provoca importantes desequilibrios en un estado de bienestar, que parece conformarse con la recuperación económica y del empleo, dejando en segundo plano la pérdida de importantes valores como la solidaridad, el respeto, la profesionalidad, la confianza, el honor, la dignidad,… entre tantos otros que se supone deben dar sentido a la palabra “humanidad”.
1 comentario en «Reflexiones sobre el estado de bienestar»
Hoy toca admuración.Porque un señor al que siempre leemos con el regusto de lo escrito desda la inteligencia, hoy nos deja ese sabor de boca de lo admirable.
El pequeño artículo del Sr. de la Morena, hoy, va más allá y se convierte en un verdadero tratado de ética, escrito en forma de telegrama social.
No debemos alabar el contenido y la forma de este artículo, sino que creemos firmemente que lo que conviene hacer desde nuestro comentario, es invitar a los lectores a leerlo más veces, a releer tanta idea con enujundia y tanta percepción inteligente de la realidad actual.
Cuando alguien escribe estas cosas y las estructura de esta manera, sólo cabe invitar a los otros a releer.
Siempre leo a Benito con el regusto de saborear lo inteligente. Hoy toca admuración.