Pentación y Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, con la colaboración del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música del Ministerio de Cultura.
HÉCUBA de Eurípides en versión de Juan Mayorga. Dirección y escenografía: José Carlos Plaza. Iluminación: Toño Camacho. Sonido y Música Original: Mariano Díaz. Vestuario: Pedro Moreno. Reparto: Concha Velasco, José Pedro Carrión, Juan Gea, Pilar Baona, María Isasi, Alberto Iglesias, Luis Rallo, Alberto Berzal, Denise Perdikidis, Marta de la Aldea y Zaira Montes.
Gran Teatro de Huelva. Aforo: 640 localidades (lleno); 20 de marzo, 2014. Como suele ocurrir el público onubense mostró su carácter tremendamente aplaudidor e hizo uso, como también es habitual, del acompañamiento flamenco. En esta ocasión las palmas eran merecidísimas. Absolutamente reprochable y lamentable lo de los teléfonos móviles: sonaron varias veces y hasta con desvergüenza en momentos de especial intensidad trágica.
Bernardo Romero
Algunos puristas se empeñan en diferenciar el drama de la tragedia. Es cierto que cada registro tiene sus peculiaridades, pero si se hace una tragedia como esta de Eurípides en estos tiempos que corren, se nos hace inevitable dramatizar algunos momentos y pasajes para que suene y se vea creíble. No les faltan argumentos al sensacional elenco que Pentación ha reunido para la ocasión, y lo demostraron con creces sobre el escenario. Supieron -y José Carlos Plaza es indiscutiblemente uno de los grandes de la escena española- imponer un ritmo a la obra que permitió, en aquellos momentos de mayor intensidad, hacer aflorar las lágrimas al menos de este espectador, como las debió hacer fluir hace dos mil quinientos años en los hermosísimos y soleados teatros de la Hélade. No ha pasado tanto tiempo en realidad. Todo se adapta con precisión cuando hay profesionalidad pero también inteligencia, y no creemos equivocarnos cuando afirmamos que este ha sido el caso de esta Hécuba que ha puesto en su lugar a una dama de la escena española, a una colosal, certera y audaz, siempre gran actriz y en esto de la tragedia también, como es la gran Concha Velasco.
Al lado de semejante portento, y como apuntábamos más arriba, un grupo de excelentes profesionales bien elegidos, que llevaron en volandas una historia terrible, difícil de trasladar al público, las consecuencias de la guerra de Troya para quienes tras la destrucción de la ciudad fueron condenadas a la esclavitud y el tan añorado regreso a Grecia de los vencedores. En mitad de todo esto, el sacrificio sobre la pira aún temblorosa de Aquiles de Políxena, hija de Hécuba, segunda esposa de Priamo, muerto en la defensa de su ciudad junto a sus hijos Paris y Héctor, la noticia del vil asesinato del último hijo que pensaba la reina destronada que permanecía seguro y con vida, Polidoro, o el cautiverio de Casandra convertida en concubina de Agamenón. Sobre este trágico final de la dinastía troyana, la venganza de Hécuba cegando a Poliméstor, el rey tracio a quien Priamo había confiado la vida del desdichado Polidoro, un pasaje adornado de ribetes feministas que creemos innecesarios pero qué duda cabe de que son políticamente correctos.
Hécuba tiene varios finales: muerta a manos de los griegos antes de su partida, suicidio en su desesperación, o convertida en perra por los dioses al oír sus terribles aullidos por la muerte de sus hijos. Esta opción parece ser la elegida, pero antes Poliméstor se encarga de hacerla inviable con sus pocas dotes para el arte de la adivinación, introduciéndose un final orientalizante pero decoroso en grado sumo y sobre todo muy plástico, con lo cual se cierra una obra de excelente ritmo tanto en la narración como en lo que acompaña sobre el escenario, desde el más nimio utillaje hasta la más intensa luz, con una puesta en escena cuidada y terrorífica como la tragedia toda, donde la luz y el sonido también están al servicio de una obra que es creíble y llega porque además de estar muy bien montada y contar con notabilísimos profesionales, está realizada e interpretada desde los adentros. Así se hace teatro, así se vive el teatro. Magnífica obra, extraordinaria función. Para el recuerdo.