Ana Rodríguez. Cuando las circunstancias de la vida cambian y uno se ve abocado a la soledad, puede adoptar varias posturas. La de Salvador Díaz fue plantarle cara y encontrar una vía de escape que jamás se había planteado: la poesía.
Salvador empezó a escribir hace tres años, cuando, tras separarse, se fue a vivir a su casa de El Portil. Antes nunca lo había hecho, ni se le había pasado por la cabeza plasmar sobre el papel lo que llevaba dentro. No tenía, como él mismo indica, “la soledad, el silencio y también los recuerdos de los sueños” que hacen falta para realizar esta tarea. Sus primeros versos los dedicó a expresar lo que estaba viviendo en aquel momento, a lo que él llama su “entrada en la soledad. Empecé a hacer poesías sobre ella, que intercambiaba con algunas de amor, que era lo que me faltaba”.
Díaz siempre ha sido un gran lector, de hecho en casa solía caer algún libro en cumpleaños y festividades señaladas, tanto narrativa como poesía. En este sentido, el autor ya apuntaba maneras, pues reconoce que le gustaba memorizar algunos versos para luego recitarlos, versos de otros, pues jamás se imaginó que algún día pronunciaría en público los suyos propios.
“Escribía en el balcón de mi casa de la playa, que da a los pinos de la mar y en el horizonte se ven las olas que vienen a la orilla a expirar”, recita Salvador mientras describe su lugar de ‘trabajo’.
Al principio reconoce que borraba más de lo que redactaba, aunque poco a poco empezaron a salirle las cosas del corazón, de su nueva etapa en soledad… “me dije que la soledad no iba a poder conmigo, porque una vez que empecé a conocerla ya supe por dónde atacarla”, explica valiente.
Para mejorar en esta nueva faceta, Salvador le pidió consejo a su amiga y vecina Carmen Ciria, catedrática de Lengua y Literatura Española en el Instituto ‘La Rábida’ de Huelva. El onubense le iba enseñando a su ‘maestra’ los textos que terminaba, que al principio eran “muy malos”, pero Ciria lo animaba a que siguiera escribiendo cada vez que se reunían para supervisar las nuevas creaciones, consiguiendo finalmente que, a base de constancia, el autor novel fuera mejorando y perfeccionando su técnica.
A pesar de que hace varios años que se jubiló, Salvador Díaz asegura que su edad interior es muy diferente a la biológica, pues ahora se siente rejuvenecido. Además, “hacer trabajar a la mente hace que la memoria se reactive y cada vez recuerdo más cosas que antes tenía olvidadas”, explica.
Una de sus nuevas ilusiones es poder publicar un pequeño libro con algunos de sus poemas. Para ello, Díaz ha presentado una colección de sus escritos a la comisión de la Fundación Atlantic Copper, que se reúne dos veces al año -la última este pasado mes de febrero- para decidir con qué actividades e iniciativas va a colaborar. “Hasta ahora no he tenido respuesta, aún es pronto para que hayan dictaminado nada, pero he puesto muchas esperanzas en que consideren mi propuesta. Si no sale, buscaremos otras vías”, afirma convencido el onubense.
Uno de los motivos por los que se ha dirigido a la factoría onubense, es que Salvador Díaz ha sido durante 38 años responsable eléctrico de zona de Atlantic Copper, empresa a la que llegó tras haber recorrido mundo.
Salvador nació en Huelva, concretamente en el Huerto Paco. Su padre, al que perdió cuando sólo tenía cinco años, era practicante y presidente del Colegio de este gremio en la provincia de Huelva. Tras su muerte, su madre le mandó interno a un centro de Nerva, donde convivía con otros 60 años. A los 12 años regresó a Huelva capital, donde ingresó en el Hogar Residencia Hermanos Pinzón, en la calle Mackay Macdonald. Finalmente entró en la Escuela de Maestría Industrial y se especializó en electricidad.
Con 18 años, Díaz hizo la maleta y se marchó a probar suerte a Alemania, donde estuvo más de tres años viviendo en la ciudad de Siegen (Westfalia), trabajando en una fábrica de siderometalurgia. Como narra el poeta, “me fui sin saber ni una palabra de alemán y, a los seis meses, hacía de intérprete de los españoles. Me aclimaté completamente y de allí me llevé buenas sensaciones y vivencias”.
Díaz recuerda que el proceso para marchar a trabajar al extranjero era, por aquel entonces, muy diferente al de hoy. En aquella época había que presentar la documentación en la Delegación de Trabajo, luego venían dos médicos alemanes a revisarte antes de irte y, si pasabas este examen, te hacían un contrato por un tiempo estipulado. Al llegar te recibía un intérprete y te llevaba a una residencia que ellos te proporcionaban. Te pagaban hasta el billete de tren y también la comida”.
A los 21 años, las circunstancias hicieron que Salvador retornara a Huelva, ya que se vio en la tesitura de, o hacer el Servicio Militar, o no cumplir con esta obligación pero tampoco poder regresar a España hasta llevar 10 años viviendo en Alemania.
En 1967, tras finalizar la Mili, Díaz descubrió ojeando un periódico local un anuncio en alemán en el que solicitaban un electricista que hablara la lengua germana. La oferta de empleo correspondía a la empresa de ingeniería Rio Tinto Patiño y, nada más conocer al onubense, se quedaron tan sorprendidos con su dominio del idioma que rápidamente lo contrataron, adquiriendo dobles obligaciones en la empresa, las de eléctrico y las de intérprete. Posteriormente la fábrica fue cambiando de manos hasta que a mediados de los 90 la adquirió Altantic Copper.
Tras jubilarse, su faceta de electricista ha pasado a un segundo lugar y ha aflorado la de escritor. Después de tres años, Salvador Díaz ha conseguido recopilar más de 500 poesías, la mayoría de temática amorosa, y mientras logra su publicación, se está ofreciendo a distintos colectivos para recitarlas.
Así, por ejemplo, el 14 de febrero, día de los enamorados, encandiló al público con sus poemas de amor en la tetería La Joya e hizo lo propio en el Centro Social del Lazareto, en el acto de homenaje a los voluntarios que forman o han formado parte del proyecto ‘Mayores por los Mayores’, que tuvo lugar el pasado 19 de febrero. En este último acto, en el que estuvo también presente el alcalde de Huelva y varios concejales, Díaz reconoce que todos quedaron muy contentos e impresionados y que le ofrecieron grandes ovaciones a lo largo del recital.
El 6 de marzo, a las 21.30 horas, será la próxima ocasión para verlo en directo, pues estará en el Bar 1900, donde será presentado por Carmen Ciria.
Salvador es un ejemplo de que nunca es tarde para descubrirnos a nosotros mismos, pues sólo hay que dejar fluir lo que llevamos en nuestro interior y plasmarlo, como es su caso, en forma de poesía.
4 comentarios en «Salvador Díaz, un electricista con alma de poeta»
He conocido a Salvador casualmente en el 1900 una noche y enseguida hice una buena amistad con él porque es muy buena persona y escribe unas poesías de amor con gran corazón. ¡Felicidades Salvador!
Para él:
Un día conocí un poeta
versos de amor componía
y a mí me los leía
sus ojos azules
un tanto fatigados
su expresión amable
llena de bondad
y sinceridad
una sonrisa siempre tenía
a su lado todo era alegría
charlábamos de la vida
del amor
siempre lo recuerdo en mi interior
sin duda, un ángel
de buen corazón
MI AMIGO
cuyo nombre es Salvador.
EL PORTIL ES UN PARAISO Y TU ESTAS EN EL PARA SACAR SU MEJOR POESIA.
Afortunadamente, yo compañero de trabajo y electricista de atlántic copper compartí con mi compañero y amigo Salvador muchos años de trabajo donde ya hacia sus pinitos de poeta pues aveces ,escribía poesías y las recitaba y me dejaba emocionado de como las recitaba.
Buen compañero y amigo, deseando siempre de hacer favores ,desde aquí le mando un fuerte abrazo y espero que triunfe se lo merece tu amigo Paco T.
Conocimos a Salvador hace muchos años e ignorabamos sus cualidades para la poesía, creemos que él tambien. Su situación personal ha variado ello ha producido y propiciado que salgan a la luz
su ingenio y facilidad para crear y recitar los poemas que, el recital que dió en la tetería al principio citada tuvimos la oportunidad de apreciar sus dotes de artista y su facilidad de afrontar su actual situacion personal, mediante la creacíón de sus poemas que tanto nos agradó.
Enhorabuena Salvador, sigue adelante y no desfallezca, quizas la poesía te ayude a encontrar mejor calidad de vida y, quien sabe, si te abre una nueva puerta para esa felicidad que tanto te mereces. UN ABRAZO DIEGO Y MARI