El presidente del Centro de Investigación Memoria e Historia de la Sierra de Huelva, Antonio Rodríguez Guillén, recoge en este artículo de su puño y letra que el carnaval arucitano es uno de los más antiguos de la provincia:
El carnaval era una de las fiestas más importantes dentro del ciclo festivo anual en Aroche. Fiesta pagana, con gran participación ciudadana donde hay un cierto descontrol fundamentado en que el carnavalero o participante se autoexcluye de su personalidad y se evade de su yo viendo el mundo a través de una máscara. A todo ello hay que añadir una cierta permisividad por parte de las autoridades, aunque en nuestro pueblo en el pasado hubo un fuerte control de la festividad.
En una sociedad rural como la arochena y, sobre todo, en el periodo de este estudio (el siglo XVIII), estaba fuertemente estructurada por la Iglesia unida a índices alarmante de analfabetismo que configuran una percepción de la fiesta del carnaval diferenciada con respecto a núcleos de población más numerosa y menos aislados.
Este aislamiento y la propia percepción del arocheno de la fiesta hacen que el carnaval en nuestro pueblo tenga unas connotaciones diferenciales con el de otros vecinos.
Los registros documentales sobre el carnaval arucitano hay que situarlos en el siglo XVIII.
La mayoría de sus vecinos vivían en el campo inmersos en sus faenas agrícolas y ganaderas, aislados en el inmenso término municipal y que solo venían al pueblo en ciertas fiestas, entre ellas el carnaval por ser de las más populares.
Era tal la fuerza con que se tomaban los vecinos la fiesta que el Cabildo municipal tenía que regular dicho evento sobre todo el tema de seguridad y abastecimiento. Así, en enero de 1757 ordena mediante un bando: “Que por quanto en los próximos días de carnestolendas y demás años la experiencia ha acreditado varios desordenes por algunos vecinos y forasteros tanto por razones de regocijo como por otros efectos perjudiciales a la causa pública…».
Además de las advertencias propias de la autoridad y vistas experiencias anteriores, el Ayuntamiento intenta evitar males mayores y controlar el buen desarrollo de la fiesta y para ello avisa de las sanciones que impondría: “que el Servicio de Ley de sus Majestades tenga efecto debe demandar y demando que ninguna persona de cualquier estado y condición que sea osada de blasfemar de Dios , la Virgen y demás Santos y cosas sagradas so pena de cuatro ducados y quinze días de cárcel, además de proceder contra cada una según la naturaleza de la causa”.
Queda claro que había especial cuidado por parte del Cabildo de defender, ante todo, el orden y las cosas tocantes a la Iglesia. No solamente quedaban las sanciones en aspectos religiosos, sino que controlaba el desarrollo de los actos festivos y así queda manifiesto en dicho bando: “Igualmente se prohíbe bajo dicha multa no se tiren con naranjas, ni otras cosas, ni arrojen agua, ni empañen con harina…”.
Corrigió algo el Cabildo el comportamiento popular en este sentido y así en años siguientes sólo se conserva, ya como una tradición el “empañarse con harina”.
Sobre el desarrollo del carnaval, seguía el Cabildo poniendo controles ante los desordenes habidos en años precedentes, fruto de las ganas de fiesta de los lugareños y de los efectos de las bebidas espirituosas que consumían, sobre todo el aguardiente. Así prohibía “andar de noche, desde las ocho en adelante en pandillas ni más compañía que dos personas a las cuales les permite la Ronda hasta las diez y no más”.
Y no había mejor forma que controlar al personal que el control sobre los “abastecedores de bebidas” pues les advierte de que “se multara con cuatro ducados dada la expresada hora de las diez a los abastecedores, que no abrirán los abastos públicos, al menos que no ocurra necesidad precisa y de que su Merced conozca de ella”.
Si no se tomaban estas medidas, la cosa podía acabar bastante mal ya que a las ganas de fiesta y el alcohol había que añadir el uso de las armas, “Toda arma prohibida, espada desnuda y al que se encuentre con daga, cachiporra o chibatas cortas, y el que se hiera o ultrajes de palabra”.
Se intentaba evitar todo móvil objeto de enfrentamiento o disputa “Igualmente todo genero de diversión y juegos permitidos de naipes y demás hasta que en la Misa Mayor de cada uno de los dichos días, no se aya alzado al Señor y se astengan de dar cantaletas y asonadas y anden amancebados y con escándalo…”
Poder controlar e identificar a los vecinos que fuesen culpables y para ellos el bando matiza “que ninguna mujer se disfrace con vestiduras de hombre, ni los hombres de mujer y unos y otros traigan el rostro descubierto en lo licito para que deste modo se eviten alborotos…”
El desarrollo de esta fiesta trastocaba la tranquilidad habitual de la villa, no solamente en cuanto a la seguridad, sino también en otros aspectos como el de los abastecimientos del vino y el pan. Al consumo de los vecinos se añadía la gran afluencia de forasteros venidos de pueblos comarcanos y de Portugal esos días. Para evitar más problemas, el Cabildo Municipal mandaba controlar la producción de panaderos y los precios de las piezas de pan para evitar abusos, y lo mismo ocurría con el vino, donde se advertía a los mesoneros de la prohibición de la subida de precios y horarios de apertura y cierre.
El Carnaval de Aroche fue celebrándose año tras año, excepto el periodo de la Dictadura Franquista, y que este 2014 celebra su 25 aniversario.
4 comentarios en «El Carnaval en Aroche en el siglo XVIII»
Excelente Antonio.
.- MAGNIFICO RECORDATORIO- HISTORICO, SOBRE ESTA FIESTA EN EL AROCHE ANTIGUO.- PERO A LA VEZ Y POR LAS FECHAS QUE SE DAN, SE PUEDE APRECIAR QUE LO DE LAS PROHIBICIONES SOBRE DIFERENTES ASPECTOS, NO PARTIERON DE LA LLAMADA DICTADURA DE FRANCO, FUE MUCHO ANTES POR LOS DESMADRES QUE HABIA.
AGRABADOS DESPUES DE LA GUERRA POR LOS AJUSTES DE CUENTAS QUE HABIA EN TODA ESPAÑA,ENTRE UNOS Y OTROS, APROVECHANDOSE DE LOS DISFRACES DE ESTOS DIAS, TAMBIEN SIGUIERON CELEBRANDOSE EN ALGUNOS LUGARES, COMO CADIZ, TENERIFE ETC. PERO DEJANDO A UN LADO LO DE NO SABER QUIEN IBA TRAS EL DISFRAZ.-
¿Cómo enlaza el carnaval del siglo XXI con las carnestolendas de siglos anteriores? En la actualidad, con mayor libertad de costumbres y relaciones, posibilidad de crítica a los poderes, multitud de fiestas, con una sociedad más abierta, sin que la cuaresma implique ninguna restricción, etc. ¿ha perdido sentido el carnaval? ¿Es únicamente ocasión para una diversión más?
Buen trabajo, Antonio.