Redacción. “Me siento tremendamente satisfecho de un trabajo que ha pretendido en todo momento convertir este santuario en una ermita que transmita calor, con un carácter más romero y personalidad propia”. Así de orgulloso ha mostrado a la sociedad cartayera el artista José María Carrasco Sala los murales que ha realizado durante los últimos seis meses en la ermita de San Isidro, ubicada en la Pradera del mismo nombre y que desde este sábado han quedado abiertos al público después de un emotivo acto de presentación que se ha desarrollado esta mañana en el santuario.
El acto, organizado por la Hermandad de San Isidro, ha contado con la presencia de una nutrida representación del equipo de Gobierno y de la Corporación Municipal, encabezada por el primer teniente de alcalde, Carlos Pérez, y con la asistencia de representantes de las distintas hermandades de la localidad, y ha finalizado con una Misa de Acción de Gracias por la culminación de las pinturas, oficiada por el Párroco de la localidad, Manuel Domínguez Lepe.
En el transcurso del mismo, el propio autor ha explicado a los presentes las características de su obra, “con la que se ha pretendido darle a la ermita un poco del sabor barroco típico de este tipo de construcciones tan estrechamente vinculadas a las romerías andaluzas”. Así, detalló, “se ha conseguido plasmar una decoración que resalta y da un mayor resplandor a la arquitectura rectilínea del edificio, utilizando colores alusivos a la Hermandad”, predominando en este caso el verde y la gama de los rojos, representativos de una rosa roja, flor de santidad.
Carrasco resaltó también el carácter cromático del altar, con un tono predominante situado entre el Burdeos y el marrón, “tan valiente que adquiere personalidad propia”, convirtiéndose, a su juicio, en un altar novedoso y rematando una obra que en su conjunto crea un precedente en este tipo de ermitas romeras en la provincia de Huelva.
Para el presidente de la Hermandad, Julián Pérez Segura, que agradeció “el enorme esfuerzo y dedicación del artista”, la culminación de las pinturas “ha sido un sueño hecho realidad y ha plasmado la ilusión por la que ha venido trabajando y volcando sus esfuerzos la Junta Directiva de la Hermandad”. Agradeció en esta línea la colaboración de los hermanos mayores, los ciudadanos de Cartaya, que han colaborado solidariamente en cada una de las iniciativas puestas en marcha por la hermandad para recaudar fondos, y el apoyo del Ayuntamiento. En representación del Consistorio intervino el primer teniente de Alcalde, Carlos Pérez, que ofreció a la hermandad “la colaboración del Ayuntamiento para cuantos proyectos decida emprender”, y destacó “el excepcional trabajo de José María Carrasco Sala, que ha engrandecido, y de que manera, este lugar tan especial para los cartayeros”.
Finalmente, Pérez Segura reconoció, con la entrega de placas honoríficas, el buen trabajo realizado por el autor de las pinturas, del que destacó sus raíces cartayeras, puesto que es nieto de emigrantes cartayeros, y agradeció la colaboración de Manuel Sánchez Ruiz, Manuel Rodríguez Sierra, José Palma González y Domingo García Novoa, que “han apoyado este trabajo de una forma muy especial y han hecho posible que estas pinturas hoy sean una realidad”.
Características técnicas de los murales. La obra que a partir de ahora puede contemplarse al visitar la ermita de San Isidro, ha sido realizada con técnica de pintura acrílica y se basa en una composición principal, donde destacan cuatro óvalos con la representación de los evangelistas de forma tetramórfica, el ángel, el buey, el águila y el león. Flanqueando estos grandes casetones se suceden una secuencia de elementos curvos de mayor a menor tamaño en eje simétrico, consiguiendo desde su base, marcar la ilusión óptica de efecto redondo de la parte superior.
El último elemento definitorio es con el uso de incremento de intensidad de color base conformando un gran círculo que hace el efecto óptico de una cúpula. Enmarcando los casetones aparecen dibujos vegetales planos de varios tamaños para entretener la visión y no fijarse que el techo es completamente plano a cuatro aguas.
Este conjunto se ve completado por cuatro nuevas ventanas; la decoración cromática del altar y las pinturas de los laterales, con diseño barroco, que hace perder la horizontalidad que caracterizaba a la nave principal de la ermita.