Benito de la Morena / Academia Iberoamericana de La Rábida. Hace unos días, inmerso en la aglomeración típica que conlleva la búsqueda de los regalos navideños, escuché el razonamiento que un joven padre daba a su niño de corta edad para justificarle el no poder atender su ilusionada y desmedida peticiones de juguetes a los “Magos de Oriente”.
El papá no le hablo de la crisis, no le indicó tampoco que los juguetes había que compartirlos con otros niños del mundo “global” y debía ser prudente en sus peticiones, tampoco le dijo que los camellos no podrían llevar tanto peso, solo se le ocurrió indicar a su joven vástago, ¡que los Reyes Magos, no existían!
Desconozco lo que el niño habrá preguntado a su hermano mayor, tampoco sé lo que habrá comentado con sus amigos de clase, pero supongo que se habrá llevado una inesperada sorpresa poniendo el fin a la emocionada versión mágica que sus abuelos le transmitieron, y habrá comenzado para él, el comienzo de ese agnosticismo cruel, que empieza con negar a los Reyes Magos, a tan corta edad.
No sé si ese papá habrá estado influido por las declaraciones del reconocido astrofísico Stephen Hawkings que niega la existencia de Dios con razonamientos científicos, matemáticos diría yo, para generar una lógica humana de negación ante todo lo que no se puede comprender con nuestra limitada inteligencia. Somos tan crueles, que buscamos la exactitud metafísica hasta en lo que solo es posible de aceptar por la Fe y, en base a una negación visceral a lo que representan las iglesias y, en concreto la católica, vilipendiamos comportamientos de sus acólitos, destacando sus pecados y omitiendo sus bondades, hasta el extremo del paroxismo.
Lo triste es que eso llega hasta las capas menos dotadas intelectualmente, en las que se influye un desamor por todo lo que signifique espíritu, y se invaden de una sensación de liberación por haberse despegado de aquello que prohíbe hacer lo que los instintos te demandan, obviando el razonamiento propio o ajeno que proviene de la inteligencia natural. Libertinaje, intoxicaciones varias, apropiación indebida, promiscuidad, ambición desmedida y abuso de poder, son algunas características propias de los seres humanos, que se incentivan aún más en aquellos que han perdido el “temor” a Dios, aunque parece que éste se recupera en el momento previo del tránsito final.
La lógica del comportamiento nos indica que no debemos castigar la ilusión, que no podemos anticipar los acontecimientos pues a cada edad se corresponde con su momento, por todo ello yo sigo esperando y con incontenible emoción el próximo Día de los Reyes Magos.
1 comentario en «La “iglesia” del agnosticismo»
Si me dejas, me uno a tí en esa esa espera ilusionada de todo un año imaginando «qué me traeran» los Reyes el próximo año.
Aunque lo paguemos nosotros, aunque pidamos lo que queremos tener, aunque vayamos a la tienda a comprarlo, para elejir el que nos gusta.
Pero que nos lo regalen. Alguien en nomvre de los Reyes.
Y a los niños también. Ya la vida se encargará de «desvelar» (quitar el velo), pero no es necesario que nadie, ni los padres, se anticipen a un momento que es punto de salida de una inocencia que solamente ha aportado felicidad a los que la han tenido.
En mi casa hay una jarra de cristal, que se va llenando de monedas a lo largo del año. Al final, en diciembre, hay una cantidad de dinero, suficiente para comprar ese regalo que se ha podido comprar antes, pero que tiene un sabor espacial en Reyes.
Por eso, amigo Benito, gracias por tu magnífica aportación a la lógica. Y al sentido común.