Mari Paz Díaz. Luis Benítez Delgado nació en 1986 en Huelva, una ciudad donde se desarrolló su infancia y su adolescencia entre balones de baloncesto, grandes tardes con amigos y una gran familia, sin olvidar sus estancias en la playa de Punta Umbría durante el verano. A la hora de estudiar, se decidió por hacer Periodismo en la Facultad de Comunicación de Sevilla, terminando la carrera en México como estudiante de intercambio.
Después regresó a España, donde comenzó una corta pero intensa etapa como monologuista cómico. Entonces, Londres le acogió a lo largo de un año como hacen miles de jóvenes que deciden marcharse a trabajar para mejorar inglés, unos meses que aprovechó para seguir creciendo. Así estuvo hasta que hace unos dos años y medio le dieron la posibilidad de trabajar para la empresa Mercedes-Benz en el centro europeo de asistencia en carretera, en Holanda, país en el que reside actualmente y en el que espera materializar muchos proyectos. El más inminente será una empresa de organización de eventos.
Son experiencias que demuestran que Luis es un joven inquieto, con grandes proyectos e ilusiones que, además, ha sabido mantener el contacto con su familia y con algunos de sus mejores y buenos amigos de Huelva. Y eso que lleva fuera de España desde el 28 de agosto del año 2009. Eso sí, asegura que «la playa, por desgracia, me la imagino en sueños». Todo esto y mucho más nos ofrece el perfil del ‘Onubense por el mundo’ de esta semana, con el viajamos a Maastricht, una ciudad situada al sur de Holanda, el cuarto país en el que vive después de España, México e Inglaterra.
-Luis has viajado a diferentes países. ¿Qué te empujó a marcharte fuera?
-La decisión de salir de España llegó casi por capricho del destino. Es curioso como a veces los grandes acontecimientos que cambian tu vida aparecen por casualidad, en la tarde de un martes cualquiera. Como el que compra lotería y se imagina una nueva vida, vi en un simple cartel que anunciaba una beca al extranjero miles de ilusiones por cumplir. A diferencia de la mayoría de las veces que compras lotería, esta vez sí que estaba en mi mano el poder conseguirlo y trabajé para elegir el destino soñado. Y así sucedió. Pasé los mejores meses de mi vida en Cancún, en el Caribe mexicano. Y digo los mejores porque me abrieron la puerta a lo que se convirtió en mi estilo de vida desde entonces. A partir de ese momento, no he parado de descubrir ciudades, nuevas culturas y diferentes formas de ver el mundo.
-¿Cuál es tu balance de la experiencia?
-El balance de una experiencia así es siempre positivo. Todo suma, incluso los momentos más difíciles. Siempre recordaré mi estancia en Londres. Cualquiera que haya trabajado siendo un emigrante en Inglaterra puede dar crédito de lo difícil que es trabajar en el sector servicios allí. Yo trabajaba más de 65 horas a la semana en un restaurante en el que el factor humano de los jefes brillaba por su ausencia, y en el que me agachaba a limpiar sin que se me cayesen los anillos, desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche en algunos casos. Sin esta experiencia, no hubiese podido valorar el trabajo que tengo hoy en Maastricht. Y me aventuro a decir que ni siquiera lo hubiese obtenido, porque en Londres no sólo mejoré el inglés, sino que también mejoré como persona y como trabajador.
-En estos momentos, ¿qué estás haciendo?
-Trabajo en el departamento español de asistencia en carretera de Mercedes-Benz, en la central europea que se sitúa aquí en Maastricht. Un trabajo en el que estoy aprendiendo multitud de cosas cada día. Por otro lado, llevo mucho tiempo trabajando e investigando para fundar en los próximos meses una empresa de organización de eventos para jóvenes aquí.
-¿Cómo es Maastricht?
-Es una ciudad del sur de Holanda famosa por el Tratado de Maastricht o Tratado de la Unión Europea firmado en 1992. Es una pequeña ciudad de unos 120.000 habitantes. Es tranquila, sus calles son preciosas y está geográficamente situada en una encrucijada fantástica. En cinco minutos pisas Bélgica, en 30 te plantas en Alemania y en dos horas estás en Luxemburgo o Francia.
-Y los holandeses, ¿cómo son?
-Los holandeses son altos, directos y, aunque por lo general son amables, en muchos casos son un poco cerrados. Como ejemplo, las hermandades universitarias. Aún no he conocido a un extranjero que forme parte de una hermandad aquí. Creo que en el norte son más abiertos.
-¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
-Vivir en cualquier lugar que no sea España es diferente. Cada lugar tiene sus pros y sus contras, especialmente España, bella princesa cuyos defectos y virtudes siempre se magnifican. Después de bailar con otras princesas en el baile, puedo decir que Spain, realmente, is different.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
-Toros, sevillanas y fiesta. No, sólo bromeo. Sólo fiesta. Yo, que amo el idioma español y lo considero el más bello del mundo, me siento muy bien cuando aquí muchos sienten predilección por nuestra lengua materna. Les encanta el idioma y me sorprendo cada día de la cantidad de gente que habla español aquí. Y también les gusta nuestra cultura. Y no sólo en Holanda. Mis experiencias en otros países como México o el mes pasado incluso, que visité Polonia, son buenas. Me dicen que la nuestra es una cultura muy atractiva. A pesar de los intentos de los políticos por destruir la marca España, se mantiene potente en el extranjero.
-¿Has tenido problemas con el idioma?
-Me basto con el inglés, pues de holandés sé decir lo justo: hola, gracias, filete de pollo y adiós. Además de ser un idioma muy complicado, todo el mundo aquí habla perfecto inglés. Incluso si les hablas en holandés y ven que te cuesta, te contestan en inglés.
-¿Qué piensa tu familia de tu aventura?
-Imagino que si decidiese volver les haría mucha ilusión verme más a menudo, pero creo que comprenden que haya hecho de éste un estilo de vida y que la situación en España no inspira mucha confianza a la hora de plantearse el regreso.
-¿Y tus amigos?
-Igual que mi familia. Ahora, cada vez que vuelvo a Huelva, intento pasar el mayor tiempo posible también con ellos. Las estancias se hacen así más intensas.
-¿Cuáles son tus planes futuros? Por el momento, no tienes intención de regresar a Huelva.
-España por ahora se ha convertido, como para los guiris, en destino de vacaciones. He estado pasando el fin de año con los míos. Por otra parte, siempre he dicho que la magia de mi vida se basa en no saber dónde estaré mañana. Pero, a día de hoy, al menos mi futuro cercano se encuentra aquí en Holanda.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-A mi familia, a mis amigos, a mi Punta Umbría y su playa, al olor de la marisma, a esas tardes viendo la tele en el sofá del salón, a la siesta de verano, a la tortilla de patatas que se hace en mi casa, los paseos por mi avenida…
-A pesar de ello, recomiendas a la gente que salga fuera…
-Animo a todo el mundo no sólo a viajar, sino a conocer otras culturas, adentrarse en ellas durante un tiempo y sobre todo comprenderlas, hacerlas propias y entender y respetar diferentes formas de ver la vida. Las culturas son diferentes precisamente porque todas y cada una han recorrido un camino que las ha hecho únicas e irrepetibles. Es sólo conviviendo con ellas como uno logra abrir la mente y ser más abierto y comprensivo con las demás personas. En definitiva, viajar te hace mejor persona.
-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
-Mi mensaje es claro: disfruten de las grandes cosas que tiene Huelva y que tantos onubenses por el mundo echan de menos. Y si deciden quedarse, háganla crecer y tomen como ejemplo diario unas palabras de Albert Einstein: “Sin crisis no hay desafíos; sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Y es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo…”.
1 comentario en «Luis Benítez, un onubense en la Mercedes Benz de Maastricht»
PRIMOOOOO…..aainnss q eres el mejooor..tq muxo tu prima gema…espero q te yegue esto!!