S. D. La Palma suma y sigue. Después del paréntesis de la semana anterior en la que sucumbió 4-1 en Lebrija, el cuadro condal ha vuelto por sus fueros en casa, derrotando de forma concluyente (4-2) al Pozoblanco, en un partido que tuvo que madurar y que decidió en la segunda parte, en la que Guarte -el goleador volvió tras perderse por sanción el partido precedente- marcó tres goles.
Navega con rumbo firme este equipo palmerino que le ha cogido gusto a ganar en casa. Noble tarea. Que rinde pingües beneficios a la larga… y a la corta. Porque en un tris, el equipo de Kiki ha pasado de flirtear de manera indeseada con la zona de descenso, a poner tierra de por medio, alejarse a once puntos del peligro y, ¡ay, ay! a tener cada vez más cerca los puestos de privilegio, aunque eso entra en el capítulo de los sueños no en el de las realidades.
La realidad, la alegre realidad, dicta sentencia y La Palma, a los hombros de ese goleador incombustible que llama Guarte, pone todo de su parte para alegrar a una parroquia que, partido sí, partido también, se va para casa con la sonrisa en la cara y los puntos en el zurrón.
Ante el Pozoblanco fue otro recital. Es La Palma un equipo al que gusta de tener la pelota, y lo volvió a poner de manifiesto. Desde el pitido inicial, con Guarte como estandarte ofensivo, los locales presionaron arriba, hicieron suyo el balón y llegaron una, dos, tres… muchas veces al portal pozoalbense, que sólo se rindió una vez, en la jugada que acabó con el gol de Fermín.
Cierto que el fútbol tiene aristas y que a veces son dolorosas. Porque con La Palma como dominadora y con el marcador de cara, bastó una llegada del Pozoblanco para mandar al garete todo lo anterior. Gol del empate y a remar de nuevo.
Pero La Palma tiene empaque y supo, como el buen boxeador, aguantar el impacto, aunque tuvo que tragar saliva porque el Pozoblanco, henchido de moral por el empate, también dio la cara, y vio cerca la posibilidad de voltear completamente el marcador. Un par de acciones ofensivas con la firma de Guarte cerraron ese primer tiempo que dejó las espadas en todo lo alto.
Con el empate a un gol empezó una segunda en la que todo podía ocurrir. Hasta que el goleador de guardia, Guarte, hizo de las suyas. Poco tiempo tardó en hacer no uno, sino dos goles. Primero en una buena acción técnica, colocando al pelota por encima de Calonge, y luego en un acto de fe al porfiar con la defensa y el meta rival, Guarte puso ya una distancia en el marcador insuperable para un Pozoblanco que, de todos modos, no se entregó.
La herida abierta en el Pozoblanco se hizo mayor con el cuarto tanto, a seis minutos del final, también con el sello de Guarte, con el que se restañaba la que se produjo tras el varapalo sufrido en Lebrija.
El gol postrero del Pozoblanco, más válido para la estadística que para otra cosa, no fue más que la demostración de que el cuadro cordobés quiso pero no pudo. Simplemente porque enfrente estuvo un equipo superior. La Palma.
LA PALMA: Benjumea; Pablo Becken, Agustín, Fofi, Redondo, Víctor, Fermín, Zayas (Ángel, 46’), Álex, Guarte (Emilio, 85’) y David (Canito, 46’).
POZOBLANCO: Calonge; Carlos Javier, Ángel, Fran, Molero, Alberto Fernández, David Carmona, Alfonso (Sergio, 74’), Juanjo, Valentín y Sancho (Álex Cantero, 63’).
Árbitro: López Segura (Sevilla). Mostró la amarilla a Guarte y Emilio, por los palmerinos; y a Ángel, por los pozoalbenses.
Goles: 1-0 (19’) Fermín. 1-1 (21’) Sancho. 2-1 (52’) Guarte. 3-1 (64’) Guarte. 4-1 (84’) Guarte. 4-2 (92’) Valentín.
Incidencias: Cerca de medio millar de espectadores se dieron cita en el polideportivo municipal de La Palma. Minuto de silencio en memoria de José Suárez Medrano, uno de los socios más antiguos del club.
