Redacción. En la mañana del pasado martes 12 de noviembre, sumido en el sueño dulce de quienes en vigilia son natos luchadores, dejaba de latir, a los 97 años de vida, el ya cansado y longevo corazón de nuestra queridísima Hermana Rafaela Monís Cano, número siete en la nómina de Hermanos de esta Cofradía.
Rafaela, como era conocida por todos, se inscribe en el seno de nuestra Hermandad el 1 de Mayo de 1950 de la mano de su hermano Paco Monís, alma y vida de esta corporación, conformando, junto con él y su hermana Pepita, la familia más trascendental de la historia de esta corporación. Toda una vida de dedicación a su Virgen de la Victoria, a la que amó desde lo más profundo de su ser y a la que dedicó todos y cada uno de sus días de manera consciente.
La Hermandad de la Victoria no se entendería hoy tal cual es sin la labor incesante de Rafaela, Pepita y Paco. El último eslabón de los Monís Cano nos deja el testimonio de una hermana que ha sido ejemplar, Hermana con mayúsculas, siempre en su sitio, siempre atenta a la vida y a las necesidades de la Hermandad, y siempre dispuesta a seguir engrandeciéndola, aún más si cabe, muy lejos de posturas partidistas.
Queden pues en el recuerdo aquellas vísperas de Miércoles Santo de desvelo piadoso, sentada, junto a Pepe El Gordo, frente al paso de palio que daba cobijo a lo que más amaba; quede en la memoria aquellas noches de torrijas; quede el recuerdo perpétuo de aquellas limpiezas de antaño de la candelería; queden para siempre las cuantiosas donaciones al patrimonio de esta Hermandad.
El recuerdo de aquellos que hicieron grande a esta corporación, nuestros predecesores, maestros, amigos, aquellos que dieron hasta el último de sus suspiros pronunciando siempre el mismo nombre, y que nos dieron sus enseñanzas transmitiendo su sabiduría, y que cuidaron, quisieron, y amarán eternamente a esta Hermandad y sus Sagrados Titulares, debe de perdurar también eternamente en nuestro recuerdo.
El hermano mayor y su Junta de Gobierno ruegan a todos los Hermanos una oración por el eterno descanso de su alma y se encomienden a Dios Nuestro Señor de la Humildad, en la certeza de que nuestra Hermana Doña Rafaela Monis Cano disfruta ya de la presencia real de la Santísima Virgen de la Victoria.
Descanse en paz.