José Manuel Alfaro/ Sección de ficción Cuaderno de Muleman. Desde hacía tiempo se viene observando, pero sobre todo escuchando en Aroche y en muchos puntos de esta comarca de la Sierra, los ladridos del perro del abuelo de Heidi en los días intensos de niebla. Días en los que el pueblo y sus valles se llenan de esa suspensión de gotas pequeñas de agua que hace que no haya visibilidad a menos de 1 km. Un fenómeno producido por la acumulación nubes muy bajas en esas zonas, produciendo un paisaje misterioso capaz de sumergir durante ese tiempo, a este pueblo de Sierra, en un misterioso estado en el que parece que puede suceder cualquier cosa.
Los que han escuchado esos ladridos, hablan de un canto parsimonioso y grave que no cesa durante todo el tiempo que la niebla está asentada sobre la tierra como si se tratara de una densa cubierta de maleza blanca que lo cubre todo y que puedes atravesar sin saber que te vas a encontrar al otro lado. Como una mano perdida en la invisibilidad de este muro de agua, los faros encendidos de un coche, un animal huyendo o el perro de abuelo de Heidi ladrando delante de ti.
Son días que recuerdan a esos cuentos góticos, de callejuelas estrechas y retorcidas, de gatos que maúllan caminando por las cumbres de los tejados. Días en los que la noche se hace una eternidad y el solo caminar entre la niebla te provoca un miedo sobrenatural, como si te fueras a encontrar en una esquina a un monstruo inimaginable. Son días en los que incluso pareces escuchar voces de ultratumba salir del enclave Arqueológico de Arucci Turobriga, del Museo Arqueológico que se encuentra en el Convento de la Cilla, de las salas industriales del Convento de los Jerónimos del siglo XVII, la Iglesia Nuestra Sra. de la Asunción, el castillo de Aroche, la Ermita de San Mamés, la Torre de San Ginés o incluso dicen que en algunos momentos se escuchan ladridos cruzar el Puente de Los Pelambres construido por el Rey Felipe II en 1577, días en los que se puede escuchar el perro de Heidi en cualquier lugar de Aroche.
Algunos vecinos aseguran además que no solo se escuchan ladridos, sino que en algunos momentos creen escuchar la voz de una niña que podría incluso ser la de Heidi llamando a su perro. Algo que podría ser el una de los hallazgos más inverosímiles ocurridos en Aroche en los últimos años, que confirmaría que Heidi sigue viva a sus 144 años y lo hace en Aroche. Una Heidi que se habría mudado a este rincón de la Sierra para refugiarse de la presión mediática en la que habría estado sumida después la producción de la serie de anime que se estrenó en 1974.
Aunque no se tienen pruebas, de quien no se tiene noticias de su paradero y al que nunca han visto, ni oído en Aroche es de Pedro y sus cabras, del que se piensa que se quedó en su montaña víctima de una depresión. Un Pedro del que solo se sabe que habría estado medicándose todos estos años después de no superar la ruptura con Heidi después de mudarse con el perro de su abuelo a Aroche para comenzar una nueva vida lejos de las montañas nevadas, el verdor incandescente de la primavera, el sol abrasador del verano y el duro otoño de los Alpes. Una Heidi que habría encontrado toda la paz que necesitaba paseando tranquila el perro de su abuelo los días de Niebla.
