M.D. Castelló. Finalmente ha sido en 2024 cuando, por fin, Pedro Almodóvar se lleva el premio a mejor película en un festival de Clase A. Ha sido con La habitación de al lado, basada en la novela Cuál es tu tormento de la autora Sigrid Nunez y protagonizada por Tilda Swinton y Julianne Moore. El director manchego se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia y una ovación de 17 minutos por su film número 23.
Este es su primer largometraje rodado completamente en inglés. Anteriormente grabó dos cortometrajes en este mismo idioma, siendo el primero La Voz Humana (2020), donde participó por primera vez con Tilda Swinton, y Extraña Forma de Vivir (2023) con Pedro Pascal y Ethan Hawke.
Estas tres producciones son tremendamente diferentes entre ellas, aunque eso no es ningún impedimento para que Almodóvar implante su firma visual.
La habitación de al lado
La habitación de al lado nos muestra una relación entre dos amigas: Ingrid (Julianne Moore), que es una escritora que odia la idea de tener que enfrentarse a la muerte en cualquiera de sus formas, y Martha (Tilda Swinton), una ex reportera de guerra que padece de un cáncer terminal. El núcleo de la película lo hayamos cuando nos enteramos de que Martha no quiere seguir sufriendo y decide optar por una eutanasia ilegal.
Almodóvar, lejos de caer en la tentación de hacer un dramón de lágrima fácil, nos muestra su visión de lo que es la muerte, paseándose entre el optimismo y el pesimismo de abandonar este mundo como solo él lo sabe hacer.
Mostrándonos dos protagonistas con unas ideas tan dispares ante la situación presentada, se hecha mucho en falta un debate más esclarecedor para hacer que el espectador intente empatizar con los personajes.
La película funciona
Su escenografía, vestuario, puesta en escena y actuaciones hacen del film un conjunto muy sólido en su forma, pero eso no quita que sintamos el agotamiento del realizador ante un proyecto como este.
Una fotografía tímida, poco dinámica, una banda sonora discreta y un montaje rematadamente atropellado (sin duda, lo peor del film), provoca en numerosos momentos un desconcierto en el espectador.
La historia principal pasa poco a poco a un segundo plano, algo que no le hace ningún favor a la armonía del largometraje. Esto se debe a que Pedro parece que no quiere mirar el conflicto para hacernos pensar, sino para mostrarlo como una realidad presente.
Esta idea podría resultar brillante, si no fuese por la sensación constante de que vamos a ver algo que nunca llega y, cuando llega, nos deja con un sabor de boca demasiado plano.
Soy un fiel amante del trabajo de Pedro Almodóvar y coincido con él cuando dice que, desde que dirigió Julieta (2016), ha dejado su barroquismo de lado para mostrar historias más humanas, íntimas y realistas.
‘Mundo Almodóvar’
Su anterior film, Madres Paralelas (2021), me dejó con la boca abierta al mostrarnos la locura del ‘Mundo Almodóvar’ de una manera tan sosegada y firme. Algo que perfeccionó con su última gran película, Dolor y Gloria (2019), y que en La habitación de al lado se le ha ido de las manos.
Ojo, no quiero que se me malinterprete, su trabajo es bueno, como siempre, pero creo que más de una de sus ideas tendría que haberse desechado o, al menos, haberle dado otra vuelta.
Para ponernos en contexto: en la primera parte del film vemos algunos flashbacks. Estos no son necesarios ni orgánicos y, con mucha diferencia, son lo peor de la cinta. En especial la escena en la que sale la magnífica Victoria Luengo. Ella intenta tirar hacia delante una escena que no tiene ni pies ni cabeza en ninguna de sus formas pero, no sé por qué, a Pedro Almodóvar se le antojó imprescindible.
Más allá de lo que podemos esperar de una película de este legendario director, da la impresión de que no ha estado del todo cómodo adaptando una historia que no es suya. Desconozco por completo la novela de Sigrid Nunez, pero dudo que muestre pensamientos políticos de una forma tan brusca y artificial como sí lo hace el personaje de John Turturro.
Si somos capaces de ignorar todas estas piedras que el director manchego se ha ido poniendo en su propio camino, podremos disfrutar de una buena película, sobre todo con esa decisión final, digamos, de reparto. Algo que me sacó por completo del film.
Esta no es una obra mediocre como sí lo fue Los amantes pasajeros (2013), pero tampoco es de las mejores que tiene.
Puede que su premio a Mejor Película esté bien merecido, no seré yo quien lo ponga en duda, lo único que puedo afirmar es que para mí esta película es, como diría mi madre: “un huevo sin sal”.