M. D. Castelló. Tras los primeros tres días del 50 aniversario del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, incluyendo su inauguración el viernes, puedo afirmar que no está cumpliendo las expectativas.
Viernes 15 – Inauguración:
Desde el inicio, la organización mostró descoordinación e incertidumbre. La prensa acreditada, como en mi caso, tuvo un acceso limitado a las estrellas del festival, con preguntas apresuradas para cumplir un horario que rara vez se respetó. La gala de presentación dejó una impresión amateur: todos los discursos eran leídos, lo que reflejó falta de profesionalismo en un evento tan significativo. Gracias a esto recordé vívidamente mi época estudiantil, cuando hacía presentaciones ante la clase y no paraba de mirar la chuleta.
Recordar también que hubo gente que se gastó treinta (señores) euros para ver esto.
El cóctel posterior, tradicionalmente una oportunidad para conectar con invitados y organizadores, fue exclusivo para ciertas personas con invitación, dejando fuera a muchos acreditados. Además, el proceso para obtener acreditaciones resulta casi negligente, ya que se otorgan sin verificar adecuadamente a los y las solicitantes, lo que permitió que personas sin relación con el festival accedieran solo para acercarse a la gente famosa.
Proyecciones y calidad:
El fin de semana destacó por las proyecciones matutinas de cortometrajes, aunque con problemas de organización. Hubo un retraso de hasta media hora entre sesión y sesión, algo que pareció, según los comentarios de algunos organizadores, culpa de la gente que asistía a las proyecciones o de los realizadores y realizadoras que dedicaban unas palabras al público para presentar sus obras.
La sección de cortometrajes internacionales, que merecía (y merece) más visibilidad, fue la más maltratada por el interés general, estando la sala prácticamente vacía si no fuera por la presencia de los propios artistas, mientras que los nacionales y locales mostraron un descenso notable en calidad con respecto a otros años, llegando algunos a ser incluso insultantes para el público. Esto me genera muchas dudas sobre los criterios de selección.
No quiero hablar demasiado de los tres cortometrajes premiados el domingo, puesto que tengo un criterio muy diferente al del público y el jurado y eso es lo más amable que puedo decir. Nuestro egocentrismo local acaba por opacar obras realmente notables que han pasado por nuestras pantallas sin pena ni gloria.
Finalmente, destacar que decisiones como programar documentales a las 16:00 reflejan una falta de estrategia. No es un secreto que esa es la sesión a la que menos público acude. Es por eso que no puedo evitar notar un cierto maltrato hacia ese género cinematográfico.
Las películas nacionales en horarios tardíos atrajeron algo más de público, pero el enfoque general parece priorizar el glamour sobre la esencia cinematográfica. Algunos de nuestros representantes locales pueden dar crédito de ello.
Un festival menos internacional:
El protagonismo del cine latinoamericano, históricamente el corazón del festival, ha sido opacado en favor de un enfoque superficial. Este 50 aniversario está siendo, sin duda, el festival menos internacional de cine iberoamericano de Huelva.
Desde aquí me gustaría decirle a nuestros hermanos y hermanas latinoamericanas que no desistan. Su cine es necesario y maravilloso. Es capaz de abrirnos la mente y hacernos empatizar, viajar y sentir.
Gracias a todos y todas ustedes por formar parte de la historia cultural de nuestra humilde ciudad.