José Manuel Alfaro/ Sección de ficción Cuaderno de Muleman. Son tiempos para reinventarse, sobre todo en un mundo tan líquido y cambiante como en el que vivimos a una velocidad terminal en el que apenas podemos ver el paisaje mientras caminamos deprisa con el teléfono entre las manos. Son tiempos en los que hay que estar despiertos y muy atentos a todas las señales que nos inundan, sino queremos perder la onda del maremoto en el que surfeamos. Y eso es lo que han hecho unos emprendedores de la Zarza-Perrunal, subirse a la ola de mosquitos que nos inunda y convertirlos en el centro su actividad empresarial.
Desde hace unos meses se podría decir que por diversas razones los mosquitos, esos insectos que aparentemente pueden tener un aspecto amable, con su pico promiscuo, sus alas transparentes, su pequeño cuerpo cilíndrico, sus graciosas patitas y esa música celestial que alumbra su pasar allá por donde quieras. Han abrazado y heredado la cultura vampírica de Drácula con ese estilete afilado que clava con precisión quirúrgica tras un sincrónico y dulce vuelo en busca del lugar donde posarse y en el que succionar hasta quedarse sin aire.
Puede que no hace mucho tiempo, cuando éramos niños y jugamos con los mosquitos, porque no había televisión, ni teléfono que matarla el aburrimiento. Eran tiempos en los que esperábamos con expectación como con su vuelo sigiloso se posaba sobre ti y lo veías en directo como te clavaba su pico al mismo tiempo que succionaba tu sangre hasta llenarse, para después una vez lleno a punto de reventar verlo volar torpe, desvalido y ebrio de sangre en busca de refugio donde descansar pletórico de su misión de subsistencia biológica. Pero los tiempos cambian y lo que ayer era un juego, hoy son millones de mosquitos volando por todos los lugares, en los que ya no hay niños que quieran jugar para tantos mosquitos.
Un escenario que ha abierto la puerta de unos emprendedores de la Zarza-Perrunal que han visto en esta debilidad social, en la que no hay niños, ni adultos para jugar con los mosquitos. Adultos a los que les molesta el zumbido por la noche en el oído, que tienen miedo a sus picadores y que huyen cuando los ven abalanzarse sobre ellos con su torpe vuelo en busca de un lugar donde succionar la sangre ansiada. Un escenario que abre una oportunidad única para desarrollar nuevos productos y estrategias biológica y conductuales que permitan atajar una situación que está llegando a ser insostenible en algunas zonas de la provincia.
Productos y soluciones innovadoras que esta empresa está desarrollando en el corazón de la andévalo, como tapones ergonómicos y con cancelación de ruido para no escuchar el zumbido mientras estas dormido, láseres de alta precisión para liquidar mosquitos de techos y paredes altos, paletas eléctricas de voltaje modulable, ahuyentadores de nueva generación con olor a vainilla o redes inteligentes anti mosquitos de alta densidad para puertas y ventanas. Aunque la gran revolución en la que trabajan, no está en estas soluciones que persiguen la prevención y la aniquilación de los mosquitos, sino que van encaminadas a la consolidación de un sistema de lucha conductual que podría complementar la lucha química que se lleva haciendo en estos momentos y que en algunos puntos se ha convertido en ineficiente.
Esta lucha conductual iría encaminada, a la consolidación de un modelo de relación entre el mosquito y el hombre, un dialogo que permitiera al sujeto pasivo, en este caso el hombro o incluso el animal y el sujeto activo el mosquito mediante una aplicación que se está en pruebas actualmente comunicarse con los mosquitos. Una aplicación que iría instalada en los teléfonos móviles y en la que cada individuo podría configurar dando permisos o restringiendo o limitando la interacción con los mismos. De esa forma cada individuo podría elegir qué grado de interacción querría tener con los mosquitos, evitándose así la muerte de miles de millones de mosquitos y todo gracias a este emprendedores de la Zarza-Perrunal.
