Susan Isabel Fenollera. Iniciamos hoy nuestra sección de colaboraciones ‘mis expresiones favoritas’. La rica comunicación verbal de nuestra cultura ha ido consolidando con el tiempo expresiones que tienen mayor significado que aquel que podría interpretarse de una superficial comprensión de sus términos. Lo normal es que estemos acostumbrados a utilizarlas pero desconozcamos su origen. Datos curiosos que queremos compartir con los lectores. En cada ocasión ofreceremos tres de estas expresiones, con la idea de divertirnos y, al mismo tiempo, aumentar nuestro bagaje comunicacional, entendiento el origen y sentido de lo que usualmente repetimos para situaciones concretas.
Así, comenzamos ‘no ha venido ni el Tato‘, ‘dormir la mona‘, y ‘hacer la pelota‘.
Significado: que una fiesta o evento tenga menos éxito que un programa presentado por Pilar Rubio.
Origen: resulta que El Tato existió. Se llamaba Antonio Sánchez «El Tato» y fue un torero sevillano que adquirió cierta fama en el siglo XIX. Durante su mejor época, era imposible ver un cartel de una corrida en el que no apareciese el nombre de este señor. Era, además, asiduo a los jolgorios y la noche sevillana… por lo que si ni siquiera El Tato se dignaba a aparecer en un evento es que ese evento había sido un desastre social. ¡Y es “El Tato” y no “El Tito” como a veces he escuchado!
‘Dormir la mona’
Significado: planchar la oreja después de beber.
Origen: según explica la filóloga francesa Heloïse Guerrier en su libro ‘Con dos huevos’, esta expresión se remonta al siglo XVI cuando los marineros transportaban monos desde África y tenían la loquísima costumbre de darles vino para ver qué les pasaba. Spoiler: se tajaban y luego planchaban la oreja, como cualquier mortal.
‘Hacer la pelota’
Significado: adular mucho a alguien para conseguir un propósito, como en la escena de las compras de ‘Pretty Woman’.
Origen: resulta que la palabra ‘pelota’, por pasar por muchas manos, también es sinónimo de ‘mujer pública’ o, dicho de otra forma: de prostituta. Antiguamente, pelota era el nombre que recibía la prostituta y pelote era como se llamaba a su chulo. “Hacer la pelota” no era otra cosa que engatusar, adular y camelarse a un cliente hasta que este contratase un servicio.
Expresiones favoritas, origen y significado.