Un hombre misterioso llega a Rosal del Frontera cargado de buenas noticias

El escritor José Manuel Alfaro nos trae dentro de su sección 'Cuaderno de Muleman' un artículo de ficción

Rosal del Frontera

José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Rosal del Frontera. Las fronteras siempre han sido lugares de tránsito, de un ir y venir de un lado al otro. Un lugar donde el conocimiento fluye entre las personas que forman parte de este tejido permeable y poroso que separan dos mundos. Todos los que viven o han vivido en una frontera son conscientes que este trasiego se hace tan inevitable, como la presión a la que está sometida algunas ciudades de la provincia en las que el turismo parece apropiarse de un espacio público no solo pensando para el ocio, sino también para correr por ellos o pararse a contemplar la puesta a de sol.

Miguel Hernández
Miguel Hernández

Debemos por tanto ser conscientes que vivimos en un territorio que se ha convertido en una frontera permanente, porque ya no hay un lugar concreto y definido por el que se pasa o está en contacto con otro mundo, sino que todo se ha convertido un todo un mundo. Vivimos en tiempos en los que esas líneas pintadas en los mapas, esos carteles que indicaban el principio y el final de un pueblo han desaparecido y empieza a construirse una nueva realidad social en la que han desaparecido las ciudades amuralladas, dando a paso a territorios plurisociales donde convergen un crisol de culturas e identidades redefiniendo así el concepto de frontera, de un lugar concreto, perfectamente definido a otro más permeable, amplio y menos local.


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Un nuevo modelo de frontera que ha tenido como producto la llegada de un hombre misterioso a Rosal de la Frontera cargado de buenas noticias. Un hombre que tiene mucho que ver con el de la furgoneta que trae fruta un día o pescado fresco un día a la semana, el grupo de operarios de una empresa de electricidad que acometen las obras de una nueva línea de alta tensión,  la de una pareja de turistas que han llegado en autocaravana para conocer la puerta de la sierra, el cuponero que pone su quiosco de la suerte en la plaza, el panadero que deja en el bar el pan de masa dura recién hecho en uno de los bares, el que viene o va del país vecino o el investigador de la obra de Miguel Hernández que ha venido hasta el Rosal de la Frontera para estudiar la última etapa de la vida del poeta que apresado más allá de la frontera, el 3 de mayo de 1939, comenzó una ruta carcelaria y mortal cuya primera parada fue en la de Rosal de la Frontera, un cárcel que luego fue biblioteca y ahora centro de interpretación de la vida de un Miguel Hernández que llegó al municipio onubense con 29 años, en mayo de 1939, y en cuya cárcel rosalina paso cinco días y donde perdió la audición de un oído.

Crisol
Crisol

En este caso también hablamos de otro hombre misterioso que viene más del sur, que no trae maleta, que viene con mochila, con un teléfono móvil, que apenas conoce el portuñol, barranqueño, español o portugués y que se podría asemejar mas a la figura del cliente misterioso o cliente fantasma que se pasea por los comercios de la zona para evaluar y medir la calidad en la atención al cliente. Y que como resultado de este visita, realizan un informe sobre cómo fue su experiencia. Así que si ven un hombre misterioso por Rosal de la Frontera no se alarmen, porque no se trata del estudio de ninguna consultora para hacer un centro comercial en Rosal de la Frontera, sino simplemente de una constatación de que nadie como un rosaleño o una rosaleña  conocen mejor el verdadero sentido de la palabra frontera.


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