Redacción. Las distintas localidades del mundo tienen conexiones unas con otras, algunas definidas por verdaderas curiosidades. Una de ellas ha sido señalada por la rectora de la Uhu, María Antonia Peña, en uno de sus perfiles de redes sociales. Y es la que conecta Huelva con la localidad francesa de Saint-Nazaire, en la costa de Bretaña.
A principios de la década de 1920, los pueblos que habían perdido a sus hijos en la Gran Guerra comenzaron a imaginar estelas, monumentos y estatuas en honor a los héroes caídos en combate. No obstante, fue en Estados Unidos donde surgió la idea de un monumento dedicado a Saint-Nazaire. El mayor Roynon Chomeley-Jones, antiguo miembro de la Fuerza Expedicionaria Americana que pasó 15 meses destacado en Saint-Nazaire, concibió en 1923 la idea de corresponder a los franceses por haber regalado, en 1886, la Estatua de la Libertad como símbolo de su apoyo a la independencia americana. La propuesta cautivó a los neoyorquinos. Especialmente gracias al respaldo de destacados miembros del comité honorario de la Asociación de Fondos Conmemorativos de Saint-Nazaire. Entre ellos el vicepresidente Dawes y el premio Nobel de la Paz Elihu Root.
La cuestión era elegir al o a la artista que materializaría el proyecto en una escultura o monumento que hiciera honor al propósito. Y aquí aparece nuestra conocida Miss Whitney. Desde 1919, Gertrude Whitney era una escultora de renombre. Era muy conocida por haber creado los bajorrelieves del Arco de la Victoria en la avenida Madison de Nueva York. Por ello la asociación confió en su habilidad para, admiradora de Rodin, capturar en bronce moderno el sufrimiento y la esencia de la condición humana.
Así, la idea inicial de colocar un gran reloj en una plaza de Saint-Nazaire fue finalmente descartada tras la presentación del boceto de Whitney. El arquitecto Albert Ross perfeccionó el diseño, proyectando una estatua de bronce de 50 metros de altura, con un soldado de 4,58 metros erguido sobre un águila de alas extendidas (con una envergadura de 11,58 metros). El contrato se firmó el 27 de junio de 1924 y el monumento fue inaugurado el 26 de junio de 1926.
Como apunta María Antonia Peña, ese año de inauguración coincidía con aquel en el que se ideó el proyecto del Monumento a Colón de Whitney, esa obra colosal que domina la Punta del Cebo mirando hacia el sur, al horizonte marino de las Américas. Y hay un cierto paralelismo entre las dos obras y sus promotores.
Observando el monumento podría pensarse que representa a un soldado americano pisando a el ‘águila alemana’. No era ese el propósito de sus creadores. No es correcta la interpretación de un soldado dominando al águila alemana. En 1917 la opinión pública estadounidense apoyó la entrada de Estados Unidos en la guerra, vista como una cruzada contra la barbarie alemana. El desembarco de 2,5 millones de soldados estadounidenses está representado por este águila, símbolo del pueblo americano, que se aferra a un prominente espolón de granito. Con sus alas extendidas, ofrece protección en suelo francés.
A su espalda, un «Doughboy» (término que significa «buen chico»), con los pies juntos y las rodillas flexionadas, amortigua su aterrizaje. El soldado, llamado Sammy, sostiene su espada por la hoja, con la punta hacia abajo, simbolizando la oferta de su fuerza al pueblo francés, con los brazos abiertos. La base del monumento también evoca la simbología de la antigua Roma, sumándose al significado de la obra.
La existencia de este monumento y esa conexión de Huelva con Saint Nazaire bien podría justificar algún tipo de hermanamiento, como propone la rectora en la pista que nos ha dado de esta interesante coincidencia.