José Manuel Alfaro./ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Lo que hace unos años podría considerarse el sueño de un loco, la utopía de un hippie, la alucinación de madrugada de un pinchadiscos, el panfleto de una asociación cultural, el borrador de un programa político o un simple acto de propaganda en una red social, podría hacerse realidad en la próxima década si confluyen las condiciones idóneas y se alienan las posiciones de los distintos agentes implicados en este macroproyecto que convertiría a Ayamonte en la ciudad de los canales más meridional de la provincia.
Un proyecto que tendría su origen en una visita a la ciudad de los canales por excelencia que habría hecho uno de los impulsores de esta iniciativa, el cuál quedó maravillado con la versatilidad de una ciudad convertida en un epicentro comercial y económico de toda una región con capacidad de lastrar a su vórtice turístico a toda la área metropolitana y los municipios colindantes que se benefician de esta sinergia territorial.
El nuevo status de Ayamonte que seguiría los pasos de esta ciudad de canales interminables, no solo sería compatible con la actual reina del continente, sino que estaría en disposición de competir con ella por su origen milenario, gracias a la versatilidad de un río y una marisma que llama a las puertas de esta ciudad con hambre de convertirse en el motor de una nueva época de esplendor junto con el sector primario de la pesca y el conservero.
La idea primigenia de este proyecto tendría muchas similitudes con el de la capital por excelencia, como la como la construcción de un gran canal que cruzaría la ciudad de norte a sur Ayamonte y un numeroso número de canales secundarios, en los que estarían conectadas sus orillas por un conjunto de grandes puentes de gran belleza y por los que podrían navegar embarcaciones de pequeño y mediano tamaño.
Como resultado de este cambio de fisonomía de la ciudad, especialmente el centro actual, también lo harían las costumbres y tradiciones en las que pasarían a tener un papel fundamental el agua como elemento de dinamización y cambios de gran calado, entre los que especialmente estarían la Semana Santa, las Romerías y menor medida la feria.
Un futuro que llevaría el río a todas las calles del centro que se convertirían en una prolongación de las actuales brazos mareales que inundan ya algunas zonas del Ayamonte y que utilizan los pescadores convirtiéndose así en un ciudad bajo el influjo mágico de los canales que la convertiría en la ciudad del amor del sur.
Ayamonte se siente ilusionada, viendo cómo encara este nuevo futuro en el el podríamos ver la primera Semana Santa acuática, en la que los caballos de la romería se sustituirán por delfines, los carros por lanchas con motores fuera borda, los cantes por cantos de sirena y los trajes por bañadores. Lo que no cambiaría sería el amor que seguiría siendo el motor de una Ciudad que mira a su nueva revolución.
1 comentario en «Luz verde en Ayamonte para convertirse en la ciudad de los canales»
Este escritor no dice nada nuevo, cuando habla de Ayamonte, como una ciudad con varios canales navegables. Ya al comienzo de los años sesenta, la empresa que invirtió en Isla Canela, hablaba de convertir las marismas, en un lugar de recreo, basado en los ramales del río Guadiana, que atraviesan muchas zonas de las marismas. Pero ya en aquel tiempo, le pusieron todos los impedimentos, habidos y por haber, de forma que el proyecto se quedó en eso, un proyecto de unos visionarios. Por entonces, yo escuchaba que querían construir una pequeña Venecia. Esperemos que esta visión de la que habla el señor Alfaro, se haga una realidad, si no a corto, a medio plazo.