M.H.G. Para nada, nunca imaginé ni que pudiera llegar a gustarme un Seat 127 ni que, mirándolo ahora, pudiese gustarme tanto. Ahí está aparcado con cincuenta años y un aspecto envidiable. Residente en nuestra provincia, seguramente tendrá algunos ‘hermanos’ que sigan rodando por estas calles y carreteras tan sufridas de Huelva.
Lo vimos en Mazagón y alabamos el gusto del propietario por mantenerlo. Un vínculo con el pasado que probablemente le permita revivir toda una historia dilatada nada menos que en cinco décadas si fue su propietario original y si no, en todo caso, aproximarse tangiblemente a una época especial, aquella de los años setenta del pasado siglo.
El 127 era un modelo que fue construido por la Seat desde 1972 a 1982. El de la foto debió ser de los primeros, por la matrícula. Fue de alguna forma heredero en el segmento del Seat 850, aún más feo si cabe. El 127 suponía un salto en nivel sobre lo que era el tradicional 600. Mas caro que este mítico utilitario y con más prestaciones, representaba de alguna forma el aumento de poder adquisitivo de los españoles respecto a la década anterior.
El Seat 600 si era ‘bonito’, pero el 127 aportaba más espacio y comodidad, y un motor que respecto aquel tenía casi un 30% más de cilindrada. En el lanzamiento del Seat 127 se vendieron 50.000 unidades en los seis primeros meses. Todo un éxito que fue corroborado por la aceptación del modelo, con sus distintas variantes, durante toda una década.
Por aquel entonces, primeros setenta, dentro de los Seat a mí me gustaban mucho más otros modelos. El 1500, el 124, el 1430, o el propio 600 que tocaba a su fin. De otras marcas circulaban coches muy ‘chulos’ como el Citröen DS Tiburón, el Citröen 2 caballos, el Peugeot 504 y, especialmente, el Renault 5. Desde luego frente a estos el 127 me parecía horroroso. Lo que hace el tiempo… ahora disfruto viéndolo y recordando. Me parece, como digo, hasta bonito. ¡Quién me lo iba a decir!