G. D. El llanto desconsolado de Carolina Marín en el fondo de la pista con el público de La Chapelle Arena de París en pie y aplaudiendo heló el corazón de todos. Huelva se unió ese llanto de Carolina que tenía en sus manos el pase a la final de los Juegos Olímpicos de París pues dominaba por 21-14 y 10-6 a la china He Bing Jiao, y todo apuntaba que se iba a jugar el oro este lunes con la coreana An Se Young.
Pero el deporte se escribe muchas veces con renglones torcidos y su cara más amarga le dio de nuevo en la rodilla de Carolina. Del juego poco que decir, que la de Huelva mandaba en el marcador y en la pista, que tenía la final a 10 puntos y que todo apuntaba a ello.
Pero llegó esa acción maldita, el giro y la caida de Carolina. Se vio que algo importante pasaba, los médicos y los entrenadores auxiliaron a la campeona, trató de seguir, de hecho siguió con un vendaje… pero era imposible. Tras ceder dos puntos seguidos en dos acciones que He Bing Jiao -enorme deportividad- ni siquiera se empleó a fondo sino que se limitó a ‘pasar’ el volante, se comprobó que el sueño se había terminado y empezaba la pesadilla.
La lesión se ha producido en la rodilla de su primer percance el sufrido en enero de 2019 en la final del Masters de Indonesia ante la india Saina Nehwal. Fue una rotura del cruzado, del que se recuperó. Pero en mayo de 2021 se volvió a romper el ligamento cruzado y el menisco ahora de la rodilla izquierda, que le impidió estar en la cita olímpica anterior en Tokio. Aún así, Carolina volvió con fuerza, llegó a la final del Mundial el año pasado, y este ‘volaba’ con un triunfo en un grande, el All England.
Ahora apuntaba al oro, la medalla, tal y como estaba el partido con He Bing Jiao, la tenía muy encarrilada. Pero… ¡porca miseria!