J.A. de Mora. Eran sobre las 11:00 y se me vino a la cabeza una imagen, el bocadillo de caballa. Yo no acostumbro porque puedo aguantar sin problemas hasta la hora de comer. Pero la mente siempre es más poderosa que el cuerpo y apareció un fugaz recuerdo de sensaciones, que entonces no valoraba en esos términos pero que hoy comprendo como sublimes. Memoria trasladada más de cuatro décadas, a esos desencajonamientos que vivíamos en el recreo del instituto.
En ello que sobrevuela por mis pensamientos la pregunta ¿qué puede ser mejor que…? Una frase bastante común en nuestras vidas si somos capaces de disfrutarla y exprimir esos pequeños momentos como piezas del puzzle llamado felicidad. Muchas veces la he aplicado, por ejemplo, a los garbanzos del Buchito -estelares madrugadas-, al rojiverde del Papis, a la crema de Jorva o a los mistelas del Tupi. Bueno, en esto último me he pasado…. es broma-.
Como en gustos no hay biblia quizá no coincida con muchos en las referencias anteriores. Pero tendría que equivocarme demasiado si lo hiciese con algo bastante típico de aquí, como un sencillo bocadillo de caballa. Me refiero a la caballa en aceite de conserva y, por supuesto, que sea de Huelva. Vamos, de Tejero, El Decano, Usisa, Concepción o Pesasur. Y nada de complementos como lechuga, tomate o demás. Solo caballa en aceite metida en el pan, ojú.
Escribo esto y lo hago comiéndome el bocadillo que me acabo de preparar. Para acompañarlo un buen gazpacho fresco, de color anarajado, y con vinagre del Condado, como también nos gusta por aquí.
Decía esto del bocadillo de caballa… ¿qué te puede entrar mejor a la hora del recreo? porque me acordaba de los que nos servían en la hoy tristemente abandonada Villa Rosa. Bajábamos unos metros del instituto (Alto Conquero, entonces provisional del Rábida, que estaba en eternas obras como casi siempre). Increíbles estos bocadillos…. ¿o sería la hora? ¿sería el lugar? ¿o sería nuestra edad? Me da igual porque hoy, pasados los años, me tomo un bocadillo de caballa e inevitablemente viajo a aquel tiempo en el que hacíamos las colas ansiosos por el reponedor de energía que se apañaba en la antigua casa del Conquero.
¿Os acordáis, Lara, Juanjo, Pedro, Francis, Benito, Pablo, Tony, Ale, Luis….?
Bueno (saludable), bonito (sabroso) y barato… ¿qué puede ser mejor? No lo veo. Nada, quiero decir.
2 comentarios en «Lo que puede ser mejor que un Bocadillo de Caballa, sublime Villa Rosa de El Conquero»
Aunque yo viví el Instituto de antes de las obras, recuerdo esos bocadillos de caballa de mi adolescencia en Huelva y no precisamente del Villa Rosa. Cuando, hace unos días, encontré en un supermercado de Playa de Aro (Costa Brava) una lata de filetes de caballa de conservas Tejero, ahora en Isla Cristina, rememoré tiempos tan lejanos y me zampé un bocadillo casi tan espectacular como el que has puesto en la foto.
También yo recuerdo, las caballas asadas que servían en un chiringuito que había enfrente del Instituto Pedro Gómez. Acompañadas de unas cervezas, veíamos las maravillosas puestas de sol que desde ese lugar se divisa en el horizonte. Es una pena, que todo eso se haya perdido, hasta el punto de ver el basurero en que se ha convertido Villa Rosa. No entiendo como esa casa, continúa allí, abandonada, y en manos de indigentes de todo tipo. ¿Por qué el Ayuntamiento no actúa, y se hace con la propiedad, y una de dos, o la restaura, o la derriba de una vez por todas?
Y no es el único edificio, o local abandonado en la ciudad. Creo que las autoridades, tenían que ponerse las pilas, y adecentar todas esas instalaciones que solo dañan a la imagen de la ciudad de cara a todos los ciudadanos, y no digamos al turismo.