José Manuel Alfaro/ Sección de ficción Cuaderno de Muleman. Son malos tiempos para las pequeñas romerías, un hecho objetivo que viene avalado por los datos que se han conocido en el último estudio sobre romerías de la provincia y en el que se subraya el dato importante, de que el número de romeros lleva tres años consecutivos disminuyendo en la mayoría de las romerías de la provincia y en algunas de las más antiguas lo hace de forma preocupante, mientras que los romeros que acuden a grandes romerías ha subido exponencialmente. Una circunstancia que está provocando una concentración preocupante en las cuatro romerías más numerosas de la provincia, que ya acaparan el 75% de los romeros.
Una situación que puede poner en peligro a muchas de esas pequeñas romerías que podrían terminar desapareciendo o en el mejor de los casos fusionándose. Un proceso de concentración que podría terminar con la diversidad y la competencia de estas romerías que dejarían de ser un elemento identitario, de encuentro y sociabilización de los territorios para convertirse en fiestas privadas de amigos vestidos de romeros en barbacoas de domingo en chalets con piscinas. Una circunstancia que tendría como además como consecuencia el desplazamiento de ingentes cantidades de romeros a las grandes romerías, convirtiéndolas definitivamente en negocios romeros que solo buscan generar estratosféricas cantidades de dinero por encima del fin espiritual, etnográfico, cultural y patrimonial que hay detrás de toda romería.
Una encrucijada romera en la que nos encontramos de la que también son responsables los romeros, como se señala en el estudio, que llevan años acumulando cierta fatiga romera provocada por el cansancio que supone los preparativos y que nada tienen que ver con el nuevo paradigma romero, más cerca de una estancia en un parque de ocio romero con todo incluido y que se ha instaurado en las grandes romerías a “make yourself” o “hazlo tú mismo” como es sistema que ha prevalecido hasta ahora en las romerías tradicionales.
Pero todo esto puede cambiar con la primera escuela de romeros fundada en Villanueva de las Cruces, una localidad con gran tradición romera, cuna de la famosa Romería en honor a Santa María de la Cruz, en la que una empresa privada pretende que sus alumnos vuelva al origen masa primitivo de las romerías, una visión de esta fiesta, más enriquecedora social y culturalmente y menos elitista, que busca el contacto directo con los invitados, el aprendizaje de las tareas tradicionales de los romeros, como puede ser la preparación de los aperitivos y los combinados, la limpieza del habitáculo romero, ir de compras y buscar los mejores precios y participar en todos aquellos actos que estén relacionados con la romería, no solo los días de la celebración, sino durante todo el año.
Un método innovador de una semana, que se desarrollaría durante un internamiento en lo que podría denominarse un campo de concentración romero y donde recibirían todo el entrenamiento necesario hasta alcanzar los estándares del manual del buen romero. Una formación no reglada que tendría como objetivo la reeducación romera basada en la fraternidad participativa y no en la ostentosidad romera en la que se vive en esas supe romerías que solo busca engrandecer el ego de unos romeros que se han alejado de la humildad que representa esta celebración y que han suprimido el cante, el baile, el vino barato y la comida casera como motor de sociabilización y han abrazado el capitalismo romero en el que ya es tendencia el playbakc, la comida basura y los pedidos a domicilio de pizza procesada
Unos cursos que pretenden educar a los nuevos romeros en esa filosofía original que dio lugar a la romería, la de la convivencia con los iguales y de la que saldrá la primera promoción de romeros y romeras del futuro, colonizando la romería de Villanueva de las Cruces la próxima primavera.