La desaparecida Fábrica de Conservas Tejero y el poblado ‘El Galeón’ de Palos de la Frontera, lugar de descanso del rey Alfonso XIII cuando venía a Huelva

Situado a orillas del Estero Domingo Rubio, en la zona de Punta Arenillas, se localiza un antiguo poblado conservero del siglo XX denominado ‘El Real’, aunque sea conocido por los palermos como ‘El Galeón’. Un espacio impulsado por el empresario, abogado y político conservador José Tejero y González-Vizcaíno, propietario de la fábrica de salazones y conservas de la marca ‘Tejero’, junto a la que se construyó una casa que era visitada por el rey Alfonso XIII. Una pequeña aldea, hoy abandonada, que nació alrededor de las instalaciones pesqueras rabideñas.

Vista aérea de la antigua Fábrica de Conservas Tejero de Palos de la Frontera. / Foto: Tomada y cedida por José Antonio Portero.
El poblado de Torre Arenillas desde el Estero Domingo Rubio.

Mari Paz Díaz. Aunque su existencia sea desconocida para muchos onubenses, muy cerca de Huelva, entre el Estero Domingo Rubio y el Canal Padre Santo, en la zona denominada Punta Arenillas, en el término municipal de Palos de la Frontera,  todavía pueden verse los restos de la que fuera una de las principales empresas de conservas de Andalucía: la Conservera de Pescado Villafría-Punta Arenilla, más conocida como Fábrica Tejero. Un espacio a partir del cual nació el poblado ‘El Real’, denominado por los palermos como ‘El Galeón’.

torres de almenara
Torre Arenillas, situada en Palos de la Frontera, una almenara en excelente estado de conservación.

Hoy sus restos abandonados apenas dejan imaginarnos lo que fue en otro tiempo este conjunto histórico de Villafría-Punta Arenilla, ubicado junto a la torre almenara del mismo nombre, del siglo XVI (podéis recordarla en el artículo https://huelvabuenasnoticias.com/2017/09/02/las-torres-almenaras-un-simbolo-del-patrimonio-de-la-costa-de-huelva/). Unas ruinas que pasan desapercibidas, ocultas detrás del bullicioso tráfico que transita a diario por el puente sobre el río Tinto, construido en los años sesenta.

Arco que aún permanece en pie entre los restos del poblado. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

Para luchar contra su olvido, este espacio ha sido catalogado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), unos datos que nos han servido de fuente principal para la realización de este artículo. Además, desde la Universidad de Sevilla, las investigadoras Nieves Martínez Roldán y Lola Goytia Goyenechea realizaban el pasado año 2023 el informe ‘Cultura y Patrimonio Industrial: la Fábrica de Conservas de Pescados de Villafría-Punta Arenilla (Fábrica Tejero). Palos de la Frontera, Huelva, Andalucía’ sobre la necesidad de “promover el conocimiento de este patrimonio industrial y la incorporación de sus restos como bienes culturales”. En esta línea, surge este reportaje con el que queremos difundir y recordar esta parte de la realidad onubense más reciente.

La industria del salazón y de conservas tuvo un gran desarrollo a finales del siglo XIX y principios del XX en Isla Cristina y Ayamonte. / Foto: agroonline.es.

Para conocer la historia de la fábrica debemos remontarnos al año 1910, cuando se crea una empresa conservera y de salazones en Punta Arenillas, bajo el nombre de Sociedad Anónima Pesquera, con sede en Huelva capital. Se trataba de una auténtica novedad, puesto que, tradicionalmente, el sector de los salazones y las conservas se había desarrollado en la costa onubense más occidental (Ayamonte e Isla Cristina, sobre todo). Sin embargo, la empresa arrastró problemas desde sus inicios y, finalmente, sale a subasta en 1912. Al no aparecer ningún comprador, se decide cederla al empresario, abogado y político conservador onubense José Tejero y González-Vizcaíno (1879-1968), al ser el acreedor más importante y el encargado de haber redactado los estatutos de la sociedad. Entonces, la empresa pasa a denominarse Sociedad Anónima de Pesca La Rábida, que comercializó las marcas ‘Tejero’ y ‘Rey de España’, llegando a ser de las más importantes de Andalucía.


Puerto de Huelva

Diputado a Cortes por el Partido Conservador por la circunscripción de Huelva, la figura de José Tejero ha sido analizada en diversos estudios, como el realizado por María Antonia Peña en el libro Clientelismo político y poderes periféricos durante la Restauración. Huelva, 1874-1923, que se centra en su faceta pública.

José Tejero y González Vizcaíno. / Foto: Universidad de Huelva.
José Tejero y González Vizcaíno. / Foto: Universidad de Huelva.

Como empresario, es muy interesante el artículo dedicado a este onubense por  Segundo Ríos Jiménez y Juan Diego Pérez Cebada en la obra Grandes empresarios andaluces, coordinada por Antonio Parejo. No en vano, Tejero tuvo una amplia trayectoria empresarial, faceta que inició entre 1900 y 1902 como representante legal de varias minas familiares situadas en Calañas, Almonaster y Cortegana. Nacido en Almonaster la Real, procedía de una acomodada familia de la Sierra de Aracena que pudo proporcionarle una amplia formación en El Puerto de Santa María (Cádiz) y Sevilla.

Como hemos visto, su llegada al sector pesquero se produce casi por casualidad, lo que no le impidió liderar e impulsar en 1918 la creación de la Asociación de Armadores de Buques de Pesca y Fabricantes de Conservas de Pescado de la Provincia de Huelva, convirtiéndose en la primera patronal de la industria conservera andaluza y teniendo una importante presencia a escala nacional. Además, fue precursor del tratado de pesca entre España y Portugal, especialmente para la pesca del atún.

Pilas de lavado del pescado de la fábrica de salazones y conservas Tejero. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

Pero volviendo a la Fábrica de Salazones y Conservas de Palos de la Frontera, un punto de inflexión en su crecimiento se produjo durante la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918), cuando la empresa mejora su capacidad exportadora y consigue comprar en 1916 un segundo barco de vapor de pesca de cerco, que venía a sumarse a otro anterior que adquirió la empresa en sus inicios. Aquella segunda embarcación se llamaba ‘Viva el Rey’, de ahí la marca ‘Rey de España’. Esta abierta adscripción a la causa monárquica le causará más de un problema, especialmente en la Segunda República y tras la Guerra Civil.

A pesar de estos avatares, la entidad tuvo un impacto muy positivo en la economía local y la cultura conservera. Tan sólo hay que tener en cuenta los datos aportados por Segundo Ríos y Juan Diego Pérez, cuando recogen que, en 1920, la fábrica tenía 125 operarios, elaborando 316.000 kilos de sardinas, valoradas en 372.000 pesetas. Las cifras son importantes, si bien eran mucho menores que las de las conserveras ayamontinas e isleñas de entonces, gestionadas por Serafín Romeu o Juan Zamorano, entre otros.

Restos del embarcadero en La Rábida. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

Lejos de comparativas, la empresa de Tejero seguía creciendo y, en 1928, obtuvo el permiso para construir un muelle o embarcadero en la zona. Un punto que resulta interesante, puesto que, aunque en la actualidad se conservan los restos del embarcadero, ha desaparecido un muelle donde había una canoa para La Rábida. Y es que debemos recordar que el puente del Tinto no se construyó hasta los años sesenta, por lo que, hasta entonces, los trabajadores, sobre todo las mujeres conserveras, tenían que trasladarse a la fábrica en barco.

Los trabajadores accedían a la fábrica en canoa, dado que el puente sobre el río Tinto no se construyó hasta los años sesenta. / Foto: Andalucía Film Commission.

Tras finalizar la Guerra Civil, en 1939, Tejero reforma las instalaciones de la fábrica para ampliar y diversificar su gama de productos, comercializando también conservas de vegetales, de mermeladas e, incluso, de carne. Con estas reestructuraciones, la empresa se consolida y pasa a denominarse Sociedad Regular Colectiva José Tejero y Cía. Posteriormente, en 1952, Tejero adquirió una fábrica de caramelos, que estaba ubicada en la Alameda Sundheim de Huelva, propiedad de familia Muñoz de Vargas, dueña del diario La Provincia (1874 – 1937), cuya maquinaria llevó a Punta Arenillas. Antes, en 1945, registra oficialmente la empresa en el Departamento de Industria como Fábrica de Conservas de Pescado.

Salinas tradicionales de Bacuta.

No es extraña esta diversificación, puesto que el empresario onubense incluso poseía una aseguradora y salinas en Isla Cristina, Punta Umbría y la isla de Bacuta. Y, después, con la llegada del Polo Químico onubense en 1964, Tejero también tuvo participación en algunas de las empresas del sector industrial.

La marca ‘Tejero’ fue adquirida por USISA en el año 1980. / Foto: USISA.

Todo ello no impidió que tras el fallecimiento de José Tejero en 1968, a los 89 años de edad, la actividad de la fábrica de conservas fuera decayendo. La empresa mantuvo su actividad hasta 1982, si bien, en 1980, la marca ‘Tejero’ fue adquirida por la empresa isleña USISA (Unión Salazonera Isleña, SA), que decidió mantener esta denominación que estaba muy arraigada entre los consumidores. USISA nació en 1973, pero en 1980 recibió un enorme impulso al adquirir otras conserveras, como las de Cabot, Pérez y Feu y la propia marca Tejero, que sigue siendo muy reconocida en el sector y entre los consumidores, que la identifican con la calidad.

En cualquier caso, el fin de la actividad de la empresa de La Rábida estuvo en sintonía con lo sucedido en este sector, puesto que, como apuntan Juan José García del Hoyo y Celeste Jiménez de Madariaga en el artículo ‘La pesca tradicional en Huelva: de las salazones y las conserveras al congelado‘, «los cambios en los hábitos de consumo, con la irrupción de los productos congelados desde mediados de los sesenta, hundió la demanda de salazones e, incluso, la de conservas. De las más de ochenta fábricas existentes en 1970, tan sólo una decena subsistían en 1978«.

Son muchos los palermos y palermas que recuerdan este poblado, donde tuvieron vivencias inolvidables.

Este hecho fue el principio del fin de este enclave, tan próspero en otros tiempos. Un lugar en el que hoy sólo encontramos escombros, por lo que cuesta imaginar que años atrás fuera una destacada empresa onubense, alrededor de la cual se construyó todo un poblado adyacente, con un muelle y bellos jardines.

El Poblado ‘El Galeón’. Efectivamente, alrededor de la fábrica de conservas fue creándose un pequeño poblado, hoy en ruinas. Un poblado destinado a acoger las casas de los trabajadores, aunque también vinieran a diario mujeres desde Palos. Un poblado que ha sido visitado por el periodista Diego Velázquez, que ha realizado un magnífico reportaje sobre este espacio, tal y como podemos ver en la siguiente dirección de YouTube:

 

Tal y como describe Diego Velázquez, al que debemos felicitar por esta acción de difusión de nuestro patrimonio, las instalaciones del poblado contaban con una cantina, un comedor común para todos los trabajadores, una escuela para unos veinte niños, una casa para el maestro de los hijos de los empleados y las viviendas de los trabajadores, casas sencillas compuestas por una o dos habitaciones y un pequeño cuarto de aseo. Una de las casas era del administrador jefe de la fábrica. Incluso, los domingos a las 12 horas, un fraile del Monasterio de La Rábida acudía a la zona para dar misa. Un poblado en el que, por ejemplo, nació el profesor y escritor José Baena Rojas.

Casas de los trabajadores de la fábrica. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

Con la ayuda del palermo Guillermo Molina, cuya familia tuvo mucha vinculación con el poblado, en este reportaje podemos conocer cómo la fábrica era un edificio de dos plantas con un mirador, para poder ir viendo los barcos que llegaban al estero con el pescado que los trabajadores debían desembarcar. Luego, las caballas o las sardinas eran manipuladas por las mujeres, que las introducían en las latas para las conservas. A veces, los trabajadores podían estar hasta las 2 de la madrugada en las instalaciones, por lo que, si llegaban barcos más tarde o ya no había más capacidad, se derivaban al Puerto de Huelva o de Punta Umbría. La fábrica contaba con cinco almacenes.

Imagen del comedor. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

Molina recuerda que en una de las zonas “había unos cocederos de cobre con la mezcla de fruta y azúcar para hacer todo tipo de mermeladas, teniendo mucha aceptación la de naranja amarga, muy al gusto inglés”. Luego, el trabajo estaba muy diversificado, con un taller para todo tipo de tornos y maquinarias, donde 5-6 personas eran las encargadas de hacer las latas de conservas, mientras que otros operarios iban rellanando las latas de aceite, tomate o escabeche. Por último, otros se encargaban de su sellado.

Interior del comedor de los trabajadores. / Foto: IAPH (Marta Santofimia).

En el centro del poblado, destacaba la vivienda del propietario de la conservera, de José Tejero. Una gran casa de seis habitaciones y baños, con un gran salón con chimenea, en el que había una mesa de billar, y donde lucía sus premios como campeón de España de Tiro al Pichón. En el exterior podían admirarse unas bonitas palmeras y un cuidado jardín.

Una casa a la que solía acudir el rey Alfonso XIII cuando venía a Huelva o iba a Doñana a cazar. No en vano, Tejero poseía una finca en San Silvestre de Guzmán, denominada ‘Covadonga’, donde practicaba la caza y el tiro, sus grandes aficiones. Allí invitaba a destacados representantes del gobierno. En otras ocasiones, en su casa se hacían fiestas, como la recepción que organizó en 1918 en honor del Recreativo de Huelva.

Alfonso XIII mantuvo una estrecha amistad con José Tejero, al parecer, surgida en su época de estudiantes. / Foto: Real Academia de la Historia.

Posteriormente, Tejero González-Vizcaíno construyó junto a la fábrica otra vivienda para su sobrina, Concepción Gómez Tejero, que se casó en 1925 con Alfonso García de Polavieja Castrillo, II Marqués de Polavieja. Se trataba de un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, que trabajó en la Jefatura de Obras Públicas de Huelva hasta su temprano fallecimiento en 1928.  Al quedar viuda, Concepción se casaría en segundas nupcias con Joaquín Domínguez-Roqueta, que entró a formar de la empresa conservera de Tejero a mediados de los años 40 como socio.

Concepción Gómez Tejero, sobrina de José Tejero, que también tuvo una vivienda en el poblado. / Foto: Archivos de la Junta de Andalucía.

Esta segunda vivienda también llamaba la atención por contar con una pista de tenis y unos maravillosos jardines con bonitas palmeras. Incluso, el jardinero contaba con su propia casa en el poblado, dada la necesidad de cuidados que requería.

De todo esto sólo quedan esbozos en los escombros que se dispersan por la zona. Un espacio que en 1987, aprovechando la desaparición de su uso industrial, fue calificado como Espacio Natural Protegido a través del Plan Especial de Protección del Medio Físico de Huelva (PEPMF_HU). Y, posteriormente, en 1995, a través de las Normas Subsidiarias de Planeamiento de Palos de la Frontera (NNSS_PALOS FRONTERA) “lo designaron como Sistema General de Espacios Libres en Suelo No Urbanizado, especialmente protegidos. Así, la identidad de la fábrica comenzó a desvanecerse”, según recoge el informe elaborado desde la Hispalense.

Restos de la fábrica, que ha quedado en el olvido. / Foto: José Antonio Portero.

En este contexto, en el que la fábrica ya sólo permanece en la memoria de algunos palermos, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y las investigadoras María Nieves Martínez y María Dolores Goytia están trabajando para dar a conocer este patrimonio industrial e incorporar los restos como bienes culturales. Un espacio que forma parte de nuestra historia y que no debe caer en el olvido. ¿Lo conocías?

2 comentarios en «La desaparecida Fábrica de Conservas Tejero y el poblado ‘El Galeón’ de Palos de la Frontera, lugar de descanso del rey Alfonso XIII cuando venía a Huelva»

  1. Interesante, muy interesante trabajo periodístico de Mary Paz Díaz Dominguez. Unas instalaciones que siempre han despertado mi curiosidad debido a que en mis primeros años de actividad profesional, desde 1972, he cruzado el puente en dirección al polígono Nuevo Puerto, y nunca me han pasado desapercibidas estas instalaciones, entonces con actividad. Ya jubilado, he accedido en bicicleta pero ya está el paso prohibido. Una zona tan cercana a la actividad industrial pero con ese aire decadente de tiempos pasados. Me ha encantado conocer más sobre estos terrenos, que yo conocía simplemente como «Tejero». Enhorabuena por el artículo para los que no conocemos pero tenemos ganas. Gracias

  2. Una lástima, que esas instalaciones quedaran destruidas por el abandono. Me parece un acierto, que haya sido considerado el lugar como espacio protegido. Pero yo creo que además, se debería recuperar los edificios que quedan en pie, así como el embarcadero, para que se pudiera visitar.

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