José Manuel Alfaro/Sección de ficción Cuaderno de Muleman. La última “lluvia de sangre” que se produjo en San Juan del Puerto no ha causado ningún incidente grave, ni tampoco daños personales. Lo que ocurrió el pasado miércoles se podría catalogar como algo anecdótico y nada comparable a otros hechos similares que han ocurrido en otros lugares del mundo y en ningún caso a los que se describen en la Ilíada de Homero, en la leyenda del Rey Arturo y mucho menos, ahora que nos encontramos en Semana Santa a los que se cuentan en el libro del apocalipsis número ocho que narra las peripecias de siete ángeles con sus siete trompetas. El primero tocó la trompeta y cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclado con sangre; la tercera parte de la tierra los árboles y la hierba verde quedó abrasada. Después el segundo ángel tocó la trompeta, y una enorme mole de brasas, como una montaña, fue lanzada al mar y la tercera parte del mar se convirtió en sangre y así hasta llegar al toque de la séptima trompeta.
Aunque todo el mundo sabe también, que en la actualidad la «Lluvia de sangre» es un término que se utiliza cuando la lluvia lleva arena procedente del desierto, en este caso en esta zona provendría del Sahara, el desierto cálido más grande del planeta. Lluvia que al
caer tiene la capacidad de teñirlo todo de color rojo y que cuando se seca deja una fina capa de polvo, que también puede ser de esa tonalidad. Y que a pesar de crear en las zonas urbanas un llamativo efecto visual desolador sobre calles, coches, fachadas o azoteas, se convierte para la naturaleza en uno de los principales aportes de los nutrientes más importantes para las plantas como son el fosforo, el potasio, el calcio y el magnesio. Y que se produce cuando estas partículas de arena fina levantadas por el viento del desierto se mezclan con la humedad en las nubes.
Hay que aclarar que, aunque este color se asemeja al del rio Tinto que pasa por la localidad sanjuanera, nada tiene que ver con estas lluvias de sangre. Pues el color de este rio marciano tiene su origen en el lugar de su nacimiento y en el arrastre de los sedimentos de los lugares mineros por los que
trascurre este rio, que bien podría haberse llamado el rio de la Sangre y que a su paso por San Juan del Puerto podría haber dado el nombre de El Puerto de la Sangre a ese lugar de la localidad, hoy en día recuperado para la ciudadanía, en la que se puede disfrutar de diversas actividades lúdicas y deportivas y que se está convirtiendo en un importante motor de desarrollo de una industria del ocio y el turismo cada vez más importante en esta localidad portuaria.
De momento no se esperan en San Juan del Puerto “lluvias de Sangre”, más allá de la sangre de las imágenes de los pasos, para el Domingo de Ramos, los días venideros de la Semana de Pasión o el Domingo de Resurrección, lo que hará que esta no llegue al río y que la tradicional procesión del Resucitado y Nuestra Señora de la Esperanza del domingo, pueda transcurrir con normalidad por las calles de la localidad, así como la ‘Rifa de los Borregos’ que no verán su lana teñida de rojo por esta lluvia, que la última vez dejo un reguero de barro sobre las calles, las azoteas y los coches de los sanjuaneros y sanjuaneras, que ese día sí pudieron ver como la sangre llego al rio Tinto.