José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘Cuaderno de Muleman’. Hoy se ha conocido que un empresario de la Sierra ha realizado un proyecto, para convertirse en el proveedor oficial de agua para todos cultos de la Semana Santa de la provincia. Una adjudicación que vendría avalada por una exclusividad que permitiría blindar un contrato que podría generar cuantiosos beneficios para este empresario que se encargaría de todo el proceso de suministro, que iría desde la captación en el manantial, el embotellado bajo el más estricto control sanitario, la bendición correspondiente de los lotes por parte de un grupo de seminaristas en prácticas y el transporte hasta el lugar de suministro.
Unos envases que irían precintados, mediante un lacrado de cera y la colocación de una marca de agua de seguridad en cada etiqueta que garantizaría no solo su calidad, sino el origen y la trazabilidad del agua, evitando así la falsificación por cualquier grupo delictivo que quisiera enriquecerse ilícitamente mediante la usurpación de esta marca de agua de Semana Santa que se creará para este fin y que debe cumplir las funciones para las que se ha diseñado y envasado.
Aunque en un principio el objetivo era convertir esta agua en un producto oficial de la Semana Santa que estaría presente en todos los bares y restaurantes de los principales pueblos y ciudades cofrades de la provincia. La necesidad de racionalizar este recurso tan escaso y valioso ha terminado limitando su uso a las principales necesidades de la Semana Santa, como son, la santificación de las imágenes y los pasos, el empleo en los actos litúrgicos de esos días, el llenado de los búcaros, depósitos y botellas para calmar la sed de los costaleros y miembros de los Consejos de Cofradías de las Hermandades, así como para aquellos penitentes que tras terminar las procesiones quieran lavarse las heridas con esta agua milagrosa.
Un agua que sería extraída la Fuente de los Doce Caños de Fuenteheridos, concretamente del séptimo, captando así solo una pequeña parte de los miles de litros de agua que salen de un manantial del Río Múrtigas que convierte a esta fuente en única. Una fuente situada en la Plaza del Coso de Fuenteheridos, construida por la aportación de todos los vecinos y vecinas en 1903 y que es todo un espectáculo de agua cristalina y refrescante apta para su consumo, gracias a su docena de caños y convertida a día de hoy en todo un símbolo del uno de los pueblos más bonitos de la Sierra.
Un caudal incesante e inagotable que ha marcado la vida de los paperos y paperas durante generaciones, que han regado con estas aguas de grandísima calidad las huertas de la zona gracias a la lieva que corre desde la Fuente de los Doce Caños y de la que parte de ese caudal se aprovecharía ahora para alimentar una industria empresarial y lucrativa del agua de la Semana Santa, que ya provocado, que algunos vecinos y vecinas del pueblo se hayan mostrado en contra de esta mercantilización de un bien público que generará ingentes cantidades de beneficios que no redundaran en el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas y que además podría terminar degenerando en un sistema especulativo y comisionista que iría en contra del fin público y social bajo el que se construyó la fuente con el esfuerzo de los vecinos y vecinas de Fuenteheridos en 1903.
Pero mientras este conocido empresario firma acuerdos con multitudes de hermandades para convertirse en proveedor oficial, mantiene conversaciones con el mundo cofrade de otras provincias, envía cartas a las asociaciones curas y a los diferentes gremios locales de capataces, penitentes, camaristas y costaleros de todo el país y propone nombres para el agua que aparecerá en su etiqueta, como el elixir de los ángeles, sudor de Dios, lágrimas de virgen, el resucitador o el agua del perdón. Escritores e intelectuales de Fuenteheridos y de toda la Sierra, se movilizan para evitar que el agua de la Fuente de los doce caños termine siendo un producto más de la ya mercantilizada Semana Santa, pero sobre todo, evitar que un nuncio del Vaticano declare el agua de la Fuente de los doces caños de Fuenteheridos como apta para bendecir todos los oficios católicos y la convierta en la bebida oficial del Papa.
