RFB. Hace poco alguien nos preguntaba, tras cinco ediciones, si había en Huelva tanta buena gente merecedora de un premio con semejante significado, y sobre la posibilidad por ello de que pudiera tener continuidad la iniciativa. La primera imagen que se me vino a la cabeza fue la de Consuelo Wilke. Siempre discreta, educadísima, amabilísima y, sobre todo, extremadamente cariñosa, Consuelo es una mujer que ha dejado una huella imborrable por su buena condición.
Camino de los noventa y dos años, es una bendición para todos que siga ahí, siendo un ejemplo de tantos valores que, sin ninguna duda, ha trasmitido a sus tres hijos, Consuelo, Manolo y Gustavo. Hoy es nominada a los premios Buena Gente de Huelva esta onubense ejemplar, profesional intachable que es querida como un referente en el barrio del Polvorín y aledaños. Su farmacia lleva abierta ya sesenta y ocho años. Toda una vida atendiendo a los vecinos con ese cariño tan característico.
Miramos para atrás y se siente agradecida a sus padres, «por inspirarme, motivarme, y darme la energía para ser quien soy«. También a su marido, por apoyarla en todo momento. A él precisamente es a quien valora como una excelente persona, siempre fuente de inspiración. Señala, así mismo, a su prima Piedad, respecto a quien considera que pocas personas tan buenas ha conocido.
Extiende su agradecimiento a sus clientes. Subraya que «mis clientes de la farmacia a los que tanto quiero, me han demostrado lo buenos que son a lo largo de tantos años«. Y no olvida a sus hijos, a los que tanto quiere.
La manera de vivir y de relacionarse con los demás, como admite, se ha sustentado en tres valores principales. Empatía «porque me gusta ponerme en la situación de mis clientes y de todas las personas en general«. Paciencia «porque comprendo que la gente tiene días buenos y días malos«. Y Agradecimiento «a todas las personas que me han ayudado a lo largo de mi vida«.
Ese cariño con sus clientes necesariamente ha sido recíproco. Y la confianza en ella. Recuerda, como muestra de esa fidelidad, a un cliente que cuando cerraba la farmacia por vacaciones al abrirla de nuevo llegaba con el taco de recetas intacto, esperando para usarlo en su farmacia y con su farmacéutica de toda la vida.
Otras curiosidades que nos cuenta, entre la experiencia de casi siete décadas, muestran esa estrecha relación. Por ejemplo, un cliente una vez le pidió un medicamento que tiempo atrás le había ido especialmente bien. Lo único que recordaba, no obstante, era el color de la caja y el precio en pesetas. En otra ocasión una señora le pidió una caja de Pancetamol, en lugar de Paracetamol. También recuerda otro caso en el que una señora le pidió la crema que usaba la Preysler, sin saber su nombre.
Se lamenta que le falla la memoria y no queremos molestarla más.
Enhorabuena y muchas gracias por tantas sonrisas, tantas amables palabras, por tanta atención y generosidad, Consuelo.
Buena Gente de Huelva, Consuelo Wilke, Fundación Cajasol, Huelva Buenas Noticias.