RFB. Un indicador claro que nos señala a un o una buena gente, como en el caso de Manuela Lozano Pérez, es la facilidad con la que los demás se deshacen en elogios. Tal sentimiento común de cariño hacía ella de todos los que le conocen, expresados sin reservas, sitúa a la persona con mayúsculas.
Valiente, comprometida, decidida, positiva, generosa, estos son calificativos que, pronunciados por quienes saben de esta mujer, la definen. Manuela Lozano ha tenido una vida muy intensa, como en una carretera con muchas curvas. Pero siempre ha mantenido su señalada y fructífera personalidad, sobreponiéndose a los escollos del devenir.
Sus reconocidos méritos humanos fueron el argumento para que Manuela Lozano fuera propuesta por alguien para los premios Buena Gente de Huelva, que organiza este periódico junto a la Fundación Cajasol. Luego, entre los propuestos -más de doscientos-, el jurado decidió su nominación, y aquí estamos, entrevistándonos con ella.
Forma parte sin ninguna duda del paisaje puntaumbrieño, donde ha pasado la mayor parte de su vida. Pero Manuela nació y vivió niñez y adolescencia en la localidad sevillana de Villanueva del Ariscal, donde también se le quiere. Pueblo aljafareño que como los demás de la comarca de alguna forma siempre han estado especialmente conectados con nuestra provincia. Por eso su padre, Ramón, que como nos dice «era pintor de brocha gorda«, pasaba largos periodos en Punta Umbría, trabajando para las casas de los ingleses.
«Cuando volvía a casa -recuerda- siempre nos llevaba barquitos de madera, conchenas y caracolas…«. Su relación con la provincia donde terminaría residiendo se completaba en verano. Su padre, con su madre, Isabel, alquilaba una furgoneta y les traía a conocer las playas de Huelva (Isla Canela, Mazagón, La Higuerita…).
Esa valentía de Manuela a la que nos referíamos antes se ha traducido en su condición de superviviente, «mi trayectoria profesional es diversa y variada, aunque la cocina ha sido mi mayor fuente de ingresos. Creo que la vida eligió mi camino, no yo«. Y en ese camino tiene tres hijos, un yerno, una nuera y tres nietos.
Le preguntamos por las personas que más han influido en su vida, y nos responde que «aunque en su mayoría han sido personajes de la historia como la Madre Teresa de Calcuta, así como la doctrina cristiana, si tengo que tocar lo terrenal y más cercano, fue doña Lorenza Madrid, hermana-profesora perteneciente a la Congregación “Escuela, Hogar para niñas de San Antonio de Padua” en Villanueva del Ariscal, así como una señora que se dedicaba a lo sociocultural, doña Francisquita Sierra Silva. Ambas me inculcaron la importancia de participar en lo social y ayudar a los demás«.
Destaca a otros buenas gentes, como «Manolo Pérez Rivera, director de la Casa del Mar de Punta Umbría. El me ayudó en momentos puntuales, como jefe y como amigo.
Y don Juan Núñez, proveedor de bebidas, que confió en mí y me dio carta blanca en todos mis negocios.
También a nuestro querido Nicolás Capelo y algunos miembros de ‘Poetas por la Paz’, que me han ofrecido su ayuda desinteresada en momentos difíciles. He conocido a gente de todo tipo, clase y condición y la ayuda puede ser un simple gesto de amabilidad, generosidad y cariño, que queda en ti, tu corazón y tu recuerdo para siempre«.
Trata de cultivar valores como «ser agradecida, generosa, leal, honesta, humilde y empática«. A ello añade «tener sentido del humor y aplicar en tu día a día que ‘lo que no quieres para ti, no lo quieras para nadie’«.
Como monologuista, guionista y poeta tiene una gran actividad. Esta le ha permitido disfrutar y vivir muchas anécdotas. «Cuando presento un libro -nos cuenta-, observo como el espacio se llena de gente muy diversa porque creo que van a ver y escuchar a la amiga más que a la poeta. En una ocasión en un recital, sin haber empezado a hablar, el público se reía, y el poema era de lo más triste. Mientras yo recitaba pensaba ‘¿qué pasa aquí?, ¿por qué se ríen?’. Al final del acto cuando pregunté me contestaron que soy tan graciosa que la gente está predispuesta a reírse cuando me ven entrar al escenario«.
Actualmente está trabajando en un poemario, un libro de monólogos. Y también quiere poner en pie una obra de teatro que tiene escrita desde hace algunos años.
Con gracia nos dice que entre sus ilusiones está el «levantarme cada día sin que algo me duela y poder ver crecer a mis nietos«.
2 comentarios en «Manuela Lozano: «la vida eligió mi camino, no yo»»
Manuela tiene la magia de acercarnos a la simpatía, a la solidaridad y a la sencillez; anda por el mundo como si jamás hubiera conocido el desencanto y es leal, íntegra, amada.
Eres grande Manuela y te lo mereces se feliz cariño