HBN. Luis Manuel Bejarano. Recientemente se ha celebrado en Brasil un encuentro entre los líderes políticos de los ocho países de la región amazónica. Ante la evidente degradación del más importante pulmón natural del planeta los dirigentes articulan propuestas para poner freno a la desforestación, la minería ilegal que envenena con mercurio las vías fluviales y la destrucción de los ecosistemas que está poniendo en serio peligro la supervivencia de especies, ya de por si, en peligro de extinción.
Hay un animal desconocido para la mayoría de los europeos pero que enamoró el corazón del naturalista y aventurero Luis Manuel Bejarano durante el desarrollo de sus proyectos en el Amazonas peruano. Se trata del delfín rosado amazónico –inia geoffrensis es su nombre científico- un cetáceo que vive alejado del mar y que ha escogido los cauces amazónicos para su existencia. Su color es rosado en la madurez, mientras que los jóvenes atesoran una piel gris y brillante. Muchos lo consideran un auténtico “duende” de los ríos.
Es un animal muy amistoso y social además de tremendamente curioso-comenta Luis Bejarano- y esa simpatía compartida mutuamente desde hace miles de años con los indios amazónicos les permitía vivir sin sobresaltos cerca del ser humano.
De hecho, Luis comprobó que algunas tribus indígenas ribereñas aún siguen creyendo las leyendas de sus ancestros que consideran al delfín rosado como un ser encantado y mágico, que puede transformarse en humano para seducir a las jóvenes que se bañan en el rio.
Y es esta confianza milenaria la que está llevando al desastre a la especie, pues en las últimas décadas un nuevo tipo de seres humanos ha llegado a la Amazonia para quedarse. Son los mineros fluviales y los pescadores furtivos. Estos nuevos moradores en nada se asemejan a los indios en cuanto al respeto por la naturaleza y sus seres vivos se refiere.
Los mineros vierten grandes cantidades de mercurio a los cauces en su protocolo técnico para buscar oro y los pescadores furtivos les dan caza sobre todo para usar su cuerpo como carnaza para pescar otros tipos de peces más comerciales. Por si fuera poco, estos delfines se reproducen con dificultad ya que la gestación dura entre nueve y doce meses y solo dan a luz una cría cada dos o tres años. Los científicos calculan que a este ritmo el delfín rosado se habrá extinguido en menos de cincuenta años, y eso siendo muy optimistas.
Luis Bejarano ha recorrido incluso mercados en ciudades fluviales amazónicas observando, con estupor, que los cráneos de estos delfines se llegan a vender en tenderetes de productos afrodisiacos o como recuerdo decorativo.
El naturalista basa su esfuerzo en llevar a cabo campañas en las redes sociales para mentalizar a las autoridades de la necesidad de proteger a estas hermosas criaturas. En septiembre pondrá en marcha la campaña “Amazonizate por el delfín rosado” y ya cuenta con el apoyo de otras organizaciones medioambientales.
Se da la circunstancia de que en algunos foros en los que ha participado Bejarano en países sudamericanos, cuando muestra su interés por la defensa del Amazonas, los asistentes le preguntan porque se esfuerza por esta zona mientras otro paraíso natural, como es Doñana en España, esta incluso peor.
Doñana es un absoluto desastre desde hace décadas. Es lo que considera Bejarano que también lleva a cabo proyectos- sin prácticamente apoyo de ninguna institución- como los Burros bomberos de Doñana para intentar minimizar esta tragedia. Considera, no obstante, que eso no debe ser un impedimento para descuidar el esfuerzo hacia la protección de los delfines rosados.
En la actualidad, y también en el Amazonas, Bejarano y la Asociación “El Burrito Feliz” desarrollan un programa denominado “Platero en el Amazonas” en el cual hacen llegar a tribus de la etnia Bora ejemplares del libro “Platero y yo”. Los jóvenes de estas tribus están interesados en aprender español y les encanta, y fascina, la historia del burrito onubense.
