Rogelio Buendía, navegante entre dos mares: la medicina y la poesía

Rogelio Buendía y otros intelectuales de Huelva.

Consuelo Domínguez. En diciembre de 1922 se producía en Huelva el enlace matrimonial entre Rogelio Buendía y Mª Luisa Muñoz de Vargas. Ambas eran personas cultas que se movían en el ámbito literario y pertenecían a dos familias relevantes de la sociedad onubense.

Rogelio Buendía y su mujer, Mª Luisa Muñoz de Vargas.

El padre de Buendía, Rogelio Buendía Abreu, era natural de Ayamonte. Tuvo su primera librería en la calle Botica, donde vivía. Posteriormente se trasladó a la calle Concepción, nº 15. Además de librero y autor de varias novelas costumbristas su interés por la escritura le llevó a organizar en 1915 la primera Exposición del Libro Andaluz. Esta actividad supuso un novedoso acontecimiento en la capital onubense. La esposa de Buendía, Mª Luisa Muñoz de Vargas era hija de José Muñoz Pérez, director y propietario del diario La Provincia y de la Imprenta Muñoz. Su padre llegaría a ser alcalde de Huelva en 1916 y posteriormente presidente del Círculo Mercantil y Agrícola.



El primer estudio que se hizo sobre la figura del destacado intelectual que era Rogelio Buendía es fruto de una tesis doctoral presentada por Martin Armando Díez Urueña. Fue defendida a mediados de la década de los setenta en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura. En esa fecha el autor ya había fallecido en Madrid, donde vivía tras su jubilación. El deceso del poeta se produjo el 27 de mayo de 1969.

Pese a la importante labor efectuada como médico y la calidad de su trabajo literario me ha parecido pertinente dar nuevamente visibilidad a su persona y a su obra tal como se merece una figura de la talla literaria que alcanzó. Además, pagó un considerable precio por su compromiso social y político. No olvidemos, en ese sentido, que le tocó vivir la singularidad de un tiempo histórico marcado por la caída de la monarquía y la proclamación de la república, a la que pondría fin una cruenta guerra civil seguida de cuatro décadas de etapa franquista.


Puerto de Huelva

Habríamos de esperar hasta 1995 cuando el profesor de la Universidad de Sevilla, José Mª Barrera edita sobre Rogelio Buendía ‘Obra poética de vanguardia‘ (Diputación de Huelva). Barrera, posteriormente, también sería el editor de ‘Obra poética modernista‘ (Diputación de Huelva, 2005). En tales publicaciones se recogen aspectos muy significativos tanto de su vida como de su obra.

Para constatar la larga etapa de silencio a la que Rogelio Buendía se vio abocado y al escaso reconocimiento que tuvo durante las últimas décadas de su vida me parece bastante elocuentes las palabras con las que Díez Urueña dedica Vida y obra de Rogelio Buendía a María Luisa Muñoz de Vargas. Ella no solo fue la esposa de Buendía sino una abanderada del feminismo en una época en la que el papel de la mujer venía reconocido fundamentalmente por su condición de esposa, madre y ama de casa.

Tal dedicatoria dice: «A la memoria de doña María Luisa Muñoz de Vargas, Viuda de Buendía. Con el sentido deseo de que el presente trabajo pueda colmar, en alguna medida, el anhelo que ella acarició en sus últimos años: el de que el nombre de su esposo, Rogelio Buendía, ocupara el lugar que le corresponde dentro de la lírica de nuestro siglo«.

Además de los autores citados, hace un par de décadas, la figura de Buendía se convirtió en el eje central de otra tesis doctoral. La realizada por Almudena de la Cueva Batanero y presentada en la UAM en 2001. La autora alude a que, en una de sus últimas cartas escritas desde Madrid a mediados de los cincuenta y dirigida a Juan Ramón Jiménez -su maestro y amigo durante los años de su juventud-, Rogelio Buendía le daba a entender la sensación de vacío que le provocaba el olvido y la dispersión que había sufrido su obra. «Once libros publicados y veintitantos inéditos que él considera olvidados y sepultados por el silencio en el que fue cayendo su voz en los años posteriores a la Guerra Civil» (Boletín de la Fundación Federico García Lorca, Madrid, nº 32. 2002).

Influencias de infancia y juventud

Como es imposible en un artículo de estas características recoger las diferentes etapas y evolución de su vida y de su amplia producción literaria, he optado por enfatizar solo algunos detalles de la educación recibida durante su infancia y juventud, subrayar determinados aspectos de su trayectoria profesional y aludir particularmente a elementos relacionados con su proyección literaria. Estos últimos son especialmente aquellos que tienen que ver con su admiración por una figura de la impresionante talla literaria de Juan Ramón Jiménez y, en otra dirección, contemplar su vertiente lusitana y la relación mantenida con Fernando Pessoa, así como el trabajo de traducción, en colaboración con su mujer, de algunos poemas perteneciente al escritor lisboeta.

Respecto a la educación recibida hay que subrayar la influencia decisiva que en su vida ejerció su madre, María Dolores Manzano, maestra en activo hasta su matrimonio. Ella le transmitió una gran afición por la música y le ofreció la posibilidad de recibir clases de piano y estudios que efectuó en la Academia de Música de Huelva.

Mas tarde, la música constituiría un motivo significativo en su obra poética correspondiente a los primeros libros. Así queda reflejado en estos versos pertenecientes a su primera obra publicada, El poema de mis sueños: «En el piano abierto languidece/la tristeza melódica de Schumann…/el metal del cordaje se enmohece,/ y hay de unos dedos huellas que se esfuman«.

Finalizado el Bachillerato Rogelio se traslada a Sevilla para cursar los estudios de Medicina y no solo son años dedicados a terminar la carrera sino que Sevilla será el epicentro de su despertar literario. Su primer libro, ‘El poema de mis sueños’, al que hemos aludido, fue editado en 1912 y escrito unos años antes, mientras el poeta compaginaba su tiempo entre las aulas de la Facultad de Medicina y el Ateneo de la ciudad.

A esta primera obra siguieron ‘Del bien y del mal’ (1913) y ‘Nácares’ (1916), las tres obras juveniles adscritas a la órbita del movimiento modernista.

Juan Ramón

Durante los años de 1911 a 1913 Buendía mantuvo frecuente correspondencia con Juan Ramón Jiménez y en 1912, cuando aparece su primera obra, dedica a la figura del poeta moguereño el bloque denominado «Terminus» con estas palabras: «El oro de mi ocaso se ha puesto ya carmín. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ«.

Diez Urueña alude en una carta no datada, pero que es la respuesta de JRJ a esa primera obra de Buendía, al reconocimiento de nuestro Premio Nobel a la misma con unas palabras muy juanramonianas: «El alma lírica de usted se va desenvolviendo de prisa en otras direcciones y hay en sus versos cualidades de poeta, de pintor y de músico  que, indudablemente llegarán pronto a severas perfecciones. Creo que lo personal de su libro está arrancado de lo podrido y muerto de la vida, que da lugar a cierta tristeza más apasionada que irónica…de haber contribuido a ello su carrera de médico, las visitas de usted al hospital y al anfiteatro…en suma, a pesar de sus sensibilidades impetuosas me parece que es usted un poeta del dolor» (Díez Urueña: Vida y obra de Rogelio Buendía, p.20).

En el diario La Monarquía publicado en Madrid el 22 de marzo de 1912 Buendía hace una reseña de los Poemas mágicos y dolientes de JRJ. Buendía solicita, en otra de tales misivas  a Juan Ramón, detalles sobre su obra para una conferencia que planea dar en el Ateneo, le pide opinión sobre sus libros y le agradece el envío de sus obras, de las que habla con entusiasmo. Respondiéndole, Juan Ramón comenta su postura estética con estas palabras: «…yo no soy monárquico, o por lo menos monárquico de esta monarquía…Sobre todo no tengo personalidad política y es absurdo, por lo menos, incluirme entre la juventud monárquica. Así pues hay una dificultad seria para que mi nombre salga en esa revista«. En un tono más conciliador le invita a visitarle, en compañía de Pedro A. Morgado.

En otra de las cartas que dirige a Buendía le agradece la intención de dar una conferencia en el Ateneo pero le suplica que haga una «una cosa seria y documentada. No soy nada amigo de lo momentáneo, de lo de relumbrón; …Mi voz, ya lo sabe usted, ha sido siempre ‘voz baja y sin prisa’ (JRJ: Cartas, Aguilar,1962)».

A partir de 1913 Juan Ramón se aleja de los ambientes literarios más provincianos y se traslada a la Residencia de Estudiantes de Madrid. Se convierte en su hogar, sanatorio y templo cultural y la relación de Buendía con Juan Ramón se diluye aunque vuelve a reanudarse años más tarde.

Sucede por la amistad de su esposa Mª Luisa y Zenobia. A esta relación Juan Ramón responde con la dedicación de un prólogo al libro de Mª Luisa titulado ‘Bosque sin salida’ publicado en 1934. Comienza así: «Cuando sueño en Huelva, la alegre capital minera y de Moguer ribero y monte, tan limpiamente eléctrica de colores y luces, final agudizado, entre cabezos rojos y olas violadas, de la belleza terrena de Europa, de España, caigo  volando, como un pájaro que vuelve al calor, en sus patios...»(JRJ: Españoles de tres mundos, Alianza Tres, 1987).

Primeras publicaciones

Como señala Barrera, parece ser que la revista ‘Andalucía’, de Sevilla, ciudad que es el círculo literario en el que se inicia, será la que recoja algunas de sus primeras publicaciones de Buendía pero también aparecen otras composiciones en revistas de Valencia, Cartagena, Madrid o Granada.

La que destacamos por su relevancia para una ciudad como Huelva es la publicación en 1913 de Renacimiento. Revista de Literatura, Arte y Ciencia en cuyo prólogo Buendía escribe : «Lector amigo, espíritu fraterno: Para ti, para todos, se funda en Huelva RENACIMIENTO, revista moderna de literatura y arte…Con vuestra benévola acogida contamos y tened entonces por seguro que RENACIMIENTO encontrará su órbita y seguirá por los espacios el concierto de los mundos«.

El acercamiento con el grupo que publica ‘Los Quijotes’, cuyo primer ejemplar vio la luz el 10 de marzo de 1915, le mantiene en contacto con sus miembros, entre los que se encuentran Guillermo de Torre y Pedro Garfias, estrechando además la amistad con autores modernistas entre los que se encuentran Adriano del Valle e Isaac del Vando Villar. De dicha amistad surge su colaboración en la revista ‘Grecia’ y es Adriano del Valle quien loa su figura en dicha revista de esta manera: «Rogelio Buendía, en Huelva, es nuestro lírico Adelantado. El gran poeta onubense sostiene en alto la antorcha flamígera de nuestros entusiasmos…» (Obra poética de Vanguardia.)

Madrid, viajes

En 1916 Buendía se traslada a Madrid para efectuar el doctorado y allí participa en las tertulias literarias de la capital. Tras una breve estancia como médico en Riotinto, vuelve a Huelva. Abre una consulta y colabora con la Cátedra de Medicina de la universidad de Sevilla. Posteriormente se especializa en enfermedades cardiopulmonares y realiza viajes por diversas ciudades europeas. Con anterioridad, no obstante, su interés y conocimiento de nuestro país fronterizo, Portugal, le llevará a escribir ‘Lusitania’, una antesala del contacto que posteriormente mantendría con Fernando Pessoa.

Esta obra que tiene como subtítulo ‘Viaje por un país romántico‘. Es una especie de libro de viaje que se inicia en Ayamonte, muy familiar al poeta. Pasa por distintos lugares y ciudades como Algarve, Lisboa, la actual Sintra, Cascais y Coimbra. La obra comienza con la siguiente dedicatoria: «A los buenos patriotas que en Portugal y en España sienten el hermoso ideal del iberismo«.

En el prólogo de la edición del libro realizado por el profesor de la universidad de Huelva, Eloy Navarro, (Renacimiento, 2003) llega a cuestionarse sobre las causas del olvido en que dicho libro ha caído durante años desde que fue publicado en 1920. Apunta a la cuestión de ser uno de los escasos libros en prosa del autor. Buendía es conocido fundamentalmente por su producción literaria pero se puede colocar en la encrucijada entre las etapas modernistas y vanguardistas.

La fecha de 1923 es crucial para Buendía. Además de efectuar un viaje por tierras portuguesas con su esposa, también se desplazan a Italia para acceder a un dispensario antituberculoso de Milán.

La rueda de color

Al margen de la actividad relacionada con su profesión, la aparición de su libro titulado ‘La rueda de color’ y la correspondencia mantenida con Fernando Pessoa son dos de los acontecimientos importantes para el poeta. El libro tuvo una amplia difusión y fue objeto de comentarios muy favorables entre los que destacamos la opinión de Rivas Cherif. Llega a decir que «La rueda de color es de los poquísimos libros de poesía interesantes, entre tantos que se publican«.

También Adriano del Valle destaca los ejes sobre los que gira el libro. Según él no son otros sino la noche, el valor del color y la música y los ecos orientalistas. La dedicatoria del libro dice: «A Luchy, que cantas dentro de mis versos todos los días«. Una de las composiciones titulada «Rayos X» pone de manifiesto su doble condición de poeta y médico. Así se aprecia en estos versos: «El corazón y la caverna…/Koch./La luz color de la manzana./Me lo trajeron tosiendo./ Fiebre./El corazón tras la pantalla./ Sus manos agudas/ como dos garras./Tos./ Me lo trajeron sangrando/ como una llaga…/.

Pessoa 

La correspondencia mantenida entre Fernando Pessoa  y el autor consta de tres cartas datadas el 20 de agosto y el 3 y 15 de septiembre. En la primera comienza dándole las gracias por el envío de La rueda de Color y termina con estas palabras: «Guardo do seu livro una absurda impressão de Oriente, provavelmente verdadeira. Sou um occidental extremo, para quem o Oriente comença na fronteira de Hespanha. Sou tamben o contrario d’isto-um occidental extremo para quem, subdito do mar e o do céu, não ha fronteira nenhuma«. ( Cit. por Antonio Sáez Delgado: órficos y ultraístas).

Dicho contacto entre ambos servirá para que Rogelio Buendía, con la ayuda de su esposa, Mª Luisa Muñoz de Vargas, traduzca del inglés algunos fragmentos correspondientes a ‘Inscripções’ como este:»-La vida nos vivió; no a ella nosotros./Nos vivió como liban las abejas./Mirábamos, hablábamos,/poseíamos. Los árboles/ crecen como nosotros nos amamos./Adoramos dioses como vemos/cruzar en alta mar velas de barcos,-Sin darnos cuenta alguna/ de que nos damos cuenta, así pasamos«. (ASD: órficos y ultraístas).

1927 será también un año clave en la literatura onubense con la aparición de la revista ‘Papel de Aleluyas’. En ella, editada por Adriano del Valle y Fernando Villalón, participa Buendía con diferentes poemas. Su propósito, según las palabras de Díez Urueña, era «poder mostrar con su propio quehacer poético y su impulso ese caminar de la poesía, desde las postrimerías del modernismo, pasando por el eficaz trabajo de la primera vanguardia hasta desembocar en la florida cosecha poética del grupo de 1927″.

Las dos obras que publicará poco después serán: ‘Guía de jardines’ y ‘Naufragio en 3 cuerdas de guitarra’. Al respecto de ellas, Almudena de la Cueva reseña «La multitud y diversidad de elementos que se asocian en sus imágenes, configuran un collage poético en el que las referencias al plano objetivo se reducen al mínimo…«.

Siguiendo a esta autora, durante la década de los años treinta, su actividad literaria se ve sensiblemente reducida. Se intensifica su actividad médica al ser nombrado Inspector de Sanidad y director del Sanatorio antituberculoso Victoria Eugenia. Así mismo desarrollo su labor como presidente del Ateneo Popular de Huelva.

Política y últimos años

También su militancia política en Acción Republicana le pasará factura durante la guerra civil y los años posteriores, siendo encarcelado al comienzo de la contienda. Su mujer, dada las influencias sociales de que gozaba, consiguió que una vez finalizada la guerra, pudiera ingresar en una clínica de Madrid.

De allí salió en 1942 en situación de libertad condicional. Pero no se libró de ser procesado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Consiguió ser absuelto y en 1946 se trasladaría como médico a Elche. Allí reanuda su actividad literaria publicando en varias revistas. En los años posteriores hasta su jubilación vivirá en una casa construida a las afueras de Elche. Le puso el nombre de ‘Halalí’ en homenaje a Huidobro. Siguió publicando y ordenando su obra, ya jubilado y viviendo en Madrid. Lo hizo hasta su fallecimiento, fecha en la que tanto en Huelva como en Madrid aparecieron algunos artículos dedicados a preservar su memoria.

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