La casa que se resiste a la piqueta a la vera del Cabezo Mundaka

J.A.M. No podemos quedarnos indiferentes al pasar por la calle médico Luis Buendía -trasera lateral de La Merced- y ver como esa casita resiste tenazmente en pie a la inmisericorde piqueta, tan activa por otra parte en nuestra capital.

No sabemos porqué está aún ahí, dignamente erguida en lo que parece ya desde muchos años un escenario hostil. Ese, determinado por la ebullición inmobiliaria cuyas cíclicas crisis, no obstante, a veces dejan algún respiro que nos permite pensar.

El parque de viviendas de más de setenta años disminuye de forma alarmante desde el punto de vista patrimonial.

Pensar en tanto perdido, en tantos edificios testigos del pasado que van cayendo, uno tras otro, y a veces incluso atropelladamente. Y todo ello no para crear una iniciativa empresarial productiva de recorrido, generadora de riqueza con un cierto horizonte, sino para la rentabilidad efímera de un sector que suele ir asociado al limitado cortoplacismo, al negocio ‘fácil’ y especulativo.

La casa nº 28 de la calle médico Luis Buendía es la única que queda en lo que antes era el lado de los números pares de la vía. Sería difícil de creer que toda una calle, en realidad del centro, en otra ciudad que se preciase sería demolida en esa dinámica ‘regeneradora’. Pero estamos hablando de Huelva.



La imagen de la casa no tiene para nada apariencia de ruina.

Esta casa que persiste aún a la vera del Cabezo Mundaka es sencilla pero resulta evocadora de otros tiempos. Con su historia, con su experiencia vital, está abocada a ser derribada al igual que las otras quince que ocupaban ese lateral de la calle. Y eso que se encuentra a tan solo setecientos metros de lo que podríamos entender como el punto central de la ciudad, que podíamos considerar la Plaza de las Monjas. Parece mentira esa facilidad en los planeamientos urbanísticos de cambiar, de romper con la configuración edilicia del ‘casco antiguo’ para seguir ‘construyendo’ ciudad.

Imagen aérea de 1956. En el círculo rojo la casa nº28, cuando la calle estaba completamente habitada.

No debería sorprender, desde luego, cuando se han cargado barrios enteros, como todo el espacio en torno al antiguo mercado del Carmen -y el propio Mercado-. Calles como Marina, Tendaleras, Rascón, Luca de Tena y casi todas las demás han experimentado un cambio en su estética brutal, con la mayor impunidad en cuanto a ausencia de sensibilidad patrimonial. Se nos vienen a la cabeza también muchos otros ejemplos, como la sucesión de casas bajas antiguas (máximo dos plantas) que estaban en la ladera de la Joya, mirando al edificio del actual Archivo Histórico Provincial.

En Huelva si eres una casa que tienes más de sesenta años y cuentas con una o dos plantas que sepas que estás abocada a la demolición en estos tiempos sin compasión.

Ordenación urbanística de la zona./Huelva te Mira.

Razonablemente habría que haber tratado de preservar un casco histórico, aun a sabiendas que se remontara a siglo y medio como máximo. Los experimentos constructivos y la renovación inmobiliaria deberían haberse encaminado al crecimiento horizontal en la expansión de la ciudad al sur y al norte. Y decimos al sur y al norte porque el desarrollo a levante debería haberse hecho respetando nuestros principales monumentos naturales y arqueológicos, los cabezos.

La piqueta de Huelva debe de ser la más activa y experimentada del mundo. Un no parar en la destrucción de inmuebles antiguos, muy especialmente en casas bajas, dada la obsesión por elevar la edificación que han tenido nuestras autoridades urbanísticas desde hace muchas décadas.

Los planes generales de ordenación urbana no han considerado como una máxima el valor patrimonial e histórico de lo que había. Ha sido este tan solo contemplado en términos de matiz, de sutil adenda, y así hemos llegado a donde hemos llegado. La estampa actual de la casa nº 28, ultima que queda a la vera del Cabezo Mundaka, lo dice todo.

Un sueño hubiera sido una normativa que impidiese, por ejemplo, construcciones de más de tres pisos en todo lo que habría que haberse definido como casco antiguo. Que se hubiese planteado conservar los edificios antiguos y no ‘invitar’ a sus propietarios a ‘favorecer’ el estado de ruina.

Si al menos quedase despejado el cabezo a la vista…

La casa nº28 de la calle médico Luis Buendía está pendiente de demolición, como tantas otras en nuestra urbe. Desconocemos porque ha tardado tanto. Es curioso, porque debe de llevar como dos décadas allí, aislada, a la espera. El aspecto exterior es de una impecable habitabilidad. Vamos, que si no fuera por el ‘capricho urbanizatorio’ esa casa podría seguir desempeñando su función. Y suponemos que sus catorce vecinas, que fueron derribadas antes, también.

Quizá las circunstancias la han salvado hasta el momento para dejarnos esta imagen evocadora del desinterés por esos testigos tangibles del pasado entre los que pueden decidir. Esos que, tal como los césares en el circo romano, pueden hacer con el dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo y, penosamente, en Huelva siempre hacen hacia abajo.

De las macetas del balcón la de la izquierda tiene plantas, que parecen de aloe vera, que sobreviven.

La vivienda del nº28 de ese lateral trasero de La Merced es como un fantasma que nos recuerda a otra ciudad, sencilla, digna y realmente atractiva. Una Huelva sin alardes arquitectónicos pero más que respetable que fue aquella que pisaron nuestros ancestros. La nueva Huelva tampoco tiene alardes arquitectónicos pero además lamentablemente ha perdido la conexión con su historia que suponía la pervivencia de sus edificios.

El derribo quizá inminente de la casa 28 de Luis Buendía determinará otro paso a un nuevo y lamentable ocultamiento de cabezo, en este caso del Mundaka. En ese lugar hay un desarrollo urbanístico que prevé varios edificios, la mayoría de siete plantas. Una desnaturalización de ese espacio que los inquilinos de aquella calle -ya fantasma- debieron disfrutar sin duda, a dos pasos de unas laderas de cabezo libres para el esparcimiento y la felicidad, visual y medioambiental.

Hay que cambiar el chip. Debemos ‘mimar’ a nuestras casas antiguas, en vez de destruirlas. Forman parte de nuestro pasado, imprescindible en la conformación de algo tan esencial como la identidad. Dejemos de ser crueles con nosotros mismos.

 

Casa a la vera del Cabezo Mundaka.


Puerto de Huelva

1 comentario en «La casa que se resiste a la piqueta a la vera del Cabezo Mundaka»

  1. La casa de dos plantas que estaba frente a la plazoleta que había delante del Cementerio Antiguo. El número 5 de Adoratrices. Allí vivieron mis abuelos y criaron a sus cuatro hijos, la única niña era mi madre y como no todos los nietos, fue la que más aguanto en pie. Esa casa guardaba muchísimos recuerdos del mejor flamenco en Huelva. También le llegó su final con lo hermosa que era. Morí de pena cuando le tocó la piqueta.

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