J.A.M. Esta mañana estaba en una de las aulas de la facultad y, ciertamente incómodo para los alumnos que estaban haciendo un examen, escuchaba el golpe seco y continuado de un martillo demoledor. Uno de esos que rompen las aceras, una y otra vez, para gastar fondos europeos que, si no, se pierden. En este caso, no obstante, resultaba inevitable.
Miré por una ventana del antiguo Convento de la Merced y observé una perspectiva distinta de la obra que se está haciendo de remodelación de la emblemática plaza. Lo digo porque a pie de calle esas vallas enormes -entiendo que por seguridad- no te dejan ver. La iniciativa me dejó apreciar, desde arriba, un descampado en el que se mantienen, afortunadamente, algunas de las palmeras originales con restos en sus bases partes -supongo que por precaución- de aquella estructura que hacía de la plaza un elemento hostil para la vista, el desplazamiento y el esparcimiento de los ciudadanos.
Y, de nuevo, se me vino al pensamiento la triste dinámica que esta ciudad vive desde hace mucho. Ser ‘iluminado’ cuesta poco, y sucesivamente van apareciendo demasiados en nuestra urbe. La consecuencia es que, como el respeto por lo de antaño no es algo que se estile, el centro de la ciudad es impunemente dedicado a ‘probar’ nuevas ideas que, más veces que menos, resultan un disparate. Huelva como banco de pruebas.
Hay muchos ejemplos. Así sin pensar mucho, se me ocurre el kiosko -cafetería- que está al lado de los ficus de la Plaza de las Monjas, o los bancos que se pusieron en el Paseo de Santa Fe, o esta misma dinámica de peatonalización que quizá termine siendo una sobre-peatonalización pro-loseta y anti-verde. O aquel Mercado del Carmen, de 1868, que debió rehabilitarse y destinarse a un mercado gourmet o algo parecido, en vez de tirarse despectivamente argumentando ‘ausencia de interés’.
Con la Plaza de la Merced, por fortuna, lo que se está haciendo es una rectificación a la barbaridad que se cometió en su día. Aquella que se cargó el encanto de la gran plaza diáfana ‘de pueblo’ que dominaba ese espacio esencial en el devenir de la ciudad.
Bien es verdad que el proyecto que, a nuestro juicio, se debía haber acometido con esta remodelación era tan simple como dejarla igual que estaba antes. Así de elemental. No obstante, parece por fortuna que lo que se pretende es dar aire a la misma. En un sentido similar a lo que la gran plaza siempre fue.
Cuando se hizo público el proyecto hubo un detalle que deja a las claras la extendida ausencia de sensibilidad patrimonial. Se hablaba de que el altillo que se encuentra en la fachada del antiguo convento y la iglesia se iba a preservar. Parecía como una concesión de los urbanistas. Faltaría más, lo último sería que se llevasen por delante ese altillo tan testigo de los años y vivencias de Huelva.
Esta remodelación -rectificación- de la Plaza de la Merced debería, en todo caso, hacernos reflexionar. Y a los dirigentes de la administración en primer término. Pensar en que antes de tomar una determinación que tenga la relevancia de afectar a nuestros elementos urbanos identitarios, meditarlo bien y consultarlo mucho. Considerar que no solo han de ser supuestos cánones arquitectónicos, corrientes de moda o tendencias vanguardistas las que les toquen a esta ciudad tan vapuleada en lo identitario.
Huelva, banco pruebas, urbanismo, identidad.
1 comentario en «Que Huelva deje de una vez de ser un banco de pruebas»
Estoy completamente de acuerdo, a los. SRS, que planificaan junto a los políticos que aprueban los proyectos, se les deberia de pedir cuentas, sobre todo cuando no contemplan salvaguardad lo poco que tenemos, por ahora la Plaza de San Pedro se ha salvado, espero que los nuevos inquilinos del Ayuntamiento, sepan y protejan lo que nos queda, que con la escusa del terremoto de lisboa, se han tirado muchas edificaciones en Huelva