Productos financieros arriesgados

Jaime Orts. En el mercado financiero moderno la complejidad de los instrumentos financieros está a la orden del día. Desde la crisis de 2008 salieron a la luz una plétora de instrumentos desconocidos hasta entonces por parte del público en general (MBS, CDO, CDS, CLO y un largo etcétera).

Aunque hoy vengo a hablaros de otro instrumento que, a raíz de los últimos acontecimientos en la banca, está en boca de todos los inversores: los llamados CoCo o Capital Adicional de Nivel 1, reservados solamente a inversores institucionales.  Estos instrumentos funcionan como un bono, es decir, los tenedores reciben un cupón por tener en su poder el citado bono. Sin embargo, en el momento en que la entidad baja un determinado nivel de capital, estos se convierten en acciones, con el fin de amortiguar las pérdidas.

Estos instrumentos se hicieron muy famosos después de la crisis de 2008, ya que han hecho que los bancos puedan acceder fácilmente a capital en momentos de contingencia. En el siguiente gráfico podemos observar como ha aumentado el valor de este instrumento desde 2014.



En caso de un concurso de acreedores, la regulación prevé que la preferencia de pago de estos bonos sea superior a la de una acción normal. Por lo tanto, el primero en recibir el dinero serían los tenedores de estos bonos y después los accionistas.

Sin embargo, ante la adquisición de Credit Suisse por parte de UBS, los tenedores de los CoCos de Credit Suisse han perdido la inversión de forma completa, mientras que los accionistas han recibido solamente el 20% del valor del mercado de las acciones. Por tanto, como observamos se han alterado las reglas del juego anteriormente expuestas, lo que llevará a una oleada de demandas de los tenedores de dichos bonos.

Así se puede apreciar que las lecciones de la crisis económica de 2008 no han sido aprendidas y seguimos utilizando activos con poca regulación y muy complejos, que no solamente afectan a los inversores, sino que perjudican al conjunto de la ciudadanía. Por otro lado, los gobiernos y los Bancos Centrales son responsables en última instancia de esta situación por la parca regulación jurídica.

En nuestro país numerosas instituciones emiten este tipo de bonos, como Caixabank, Bankinter, Ibercaja, Abanca o BBVA, entre otras, que se han visto afectadas por el terremoto financiero ocurrido en Suiza. Por lo tanto, el valor de estos instrumentos financieros han disminuido y han causado pánico entre los distintos tenedores. Sin embargo, desde el Banco Central Europeo han advertido que, en caso de que un banco tenga problemas, quién asumirían primero las pérdidas serían los accionistas y no los tenedores de los bonos, al contrario que ha ocurrido en Suiza.

En conclusión, la complejidad del sistema financiero y la laxa, o inexistente, regulación normativa en muchos ámbitos, deja en una inseguridad jurídica a los inversores y, en general, al conjunto de la ciudadanía. Sería recomendable que las distintas instituciones pongan negro sobre blanco y regulen de forma clara todos los instrumentos financieros con el objetivo de evitar quiebras de bancos y situaciones indeseadas para los países y los ciudadanos de a pie.


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