RFB. La doctora Marta Ruiz Mayo, anestesióloga especializada en tratamiento contra el dolor, atiende a sus pacientes en la HLA Clínica Los Naranjos de Huelva. Es la responsable de esta unidad en la capital onubense y ha tenido la amabilidad de compartir un rato con nosotros previamente a atender la primera cita de su jornada diaria.
Antes de abordar en la conversación sobre su especialidad le preguntamos la razón de dedicarse a la medicina. Responde Marta que «los temas de salud me interesaron desde chica, saber cómo cuidarse, cómo comer bien, el deporte…«. Esta orientación se sumaba a su tendencia a preocuparse por los demás, a cuidar a los que le rodeaban. «Quería también -añade- dedicarme a algo que tuviese que ver con mi personalidad, por eso decidí este camino profesional«.
Afirma en esa línea que siempre estuvo enfocada, desde que comenzó sus estudios de Medicina, a mejorar la calidad de vida del paciente, con lo que especializarse en el área del dolor parece como un ‘anillo ajustado al dedo’ a la perfección.
Una doctora que pugna cada día contra el dolor de los demás por vocación. No hay mejor carta de presentación, porque lo normal es que la vocación sea una garantía de profesionalidad y eficacia.
Y si además eres buena gente, como transmiten las vibraciones que emite esta joven médica, el paciente tiene garantizado -a nosotros así nos lo parece- un clima de confianza idóneo para afrontar esos escenarios de dolor que nos hacen sufrir y cuya desaparición o, como mínimo, reducción tanto impacto positivo puede causar en nuestras vidas.
No niega la doctora que algo ha podido influir en su devenir profesional el entorno familiar -sus dos padres y un hermano son médicos, pero los tres odontólogos-. En todo caso Marta escogió una orientación específica y personal que le proporciona felicidad, de tal modo que los esfuerzos que pueda realizar para su desempeño no son tales, o no lo son tanto. Así lo suscribe con una amplia y cálida sonrisa.
Hizo el MIR y en sexto se dio cuenta que quería ser anestesióloga. Le pareció, en la rotación que hacen por los distintos servicios, muy emocionante la entrada en los quirófanos, de mucha responsabilidad, le atrajo mucho. Y la figura del anestesista y su importancia.
Luego descubrió en concreto el dolor, que es una subespecialidad de aquella. «Vi, con estas técnicas que nosotros tenemos -la radiofrecuencia, la infiltración, el hialurónico, el láser, …- como ayudaban y mejoraban la calidad de vida del paciente, y entonces me dije, aquí quiero estar yo«. Conoció y allí encontró, por tanto, el ámbito médico concreto en el que deseaba trabajar.
Concuerda ese origen con el entusiasmo que transmite sobre lo que hace. Seguridad en ella misma y convencimiento en la relevancia de su trabajo, que expresa manifestando que «el dolor es una experiencia especial, cada uno lo vive de una manera. Pero es un factor que afecta a todos los campos de la vida, personal, laboral, a tu estado de ánimo, tu capacidad de actuación… es algo que puede mermar mucho tu calidad de vida«.
Los aspectos que va comentando la doctora Ruíz nos inducen a pensar que, de alguna forma, ella es una ‘descubridora’ para el paciente. Una descubridora de escenarios distintos a los que previamente ha experimentado el afectado -casi siempre desesperado- por dolores crónicos. Una mano tendida que alberga esperanza y la recuperación de la ilusión.
Les muestra y ayuda a encontrar a sus pacientes vías para eliminar ese dolor o, como mínimo, amortiguar sus efectos y mejorar de forma notable esa variable que es fundamental para el ser humano: la calidad de vida. Por eso califica su trabajo como «muy bonito, muy gratificante«.
Existen, como nos corrobora la doctora y ella aplica en la Clínica Los Naranjos, muy diversas técnicas, efectivas, para atacar al dolor, debilitarlo y/o ‘derrotarlo’. En este punto señala Marta que «hay que diferenciar entre el dolor agudo, que es un avisador sobre patologías, y el dolor crónico, que ya ha perdido, en tanto dolor, esa función. Este último es el que suele afectar de forma más negativa a nuestras vidas, y ese podemos también tratarlo«.
Ellos buscan el origen del dolor y atacan a este con múltiples técnicas. Quiere destacar que nada más lejos de la realidad que esa imagen errónea que podría asociar su trabajo con la aplicación de morfina como herramienta habitual.
Destaca Ruiz la lumbalgia como la afección que afecta a más pacientes de los que tratan, casi un 80%. Y por eso señala que aunque su unidad, como las demás de este ramo, atiende a enfermos oncológicos no es esta tipología, ni mucho menos, la que les ocupa más tiempo en su labor. Ni tampoco esencialmente personas mayores. Actúan sobre muchos jóvenes, y sobre patologías musculo-esqueléticas, hernias discales, artrosis, ciática, y otras que corresponden en gran mayoría a pacientes jóvenes.
El trabajo de Marta Ruiz y sus colegas ataca al dolor y, por tanto, ataca al absentismo laboral. Ataca a las consecuencias psicológicas del mismo y a múltiples derivadas emocionales y materiales que se van desarrollando al cronificarse dicho dolor. Le preguntamos y nos dice que los tratamientos que ellos llevan a cabo están en un espacio decisional para el paciente que le proporciona una tercera opción entre las polares de atiborrarse de medicamentos en casa o acudir a una intervención quirúrgica. Es una oportunidad, con expectativas, de actuar antes de entrar en un quirófano.
Hablando de la evolución de este ámbito de la Medicina, Marta señala que en la última década se ha producido un avance importante. El afinamiento en la localización del dolor, la mejora en las técnicas de diagnóstico por imagen, permite dar más fácilmente ‘en la diana’, en el foco. Añade que en esta progresión el futuro de la especialidad está en la estimulación medular. Son como unos cables que se colocan en la médula con los que se aplican impulsos eléctricos. «Ahora se lo ponemos a pacientes que se han operado de espalda y se han quedado con algún dolor residual, y es una técnica que está dando unos buenos resultados«.
Forma parte nuestra entrevistada, con destino en la HLA Clínica los Naranjos, del Instituto Contra el Dolor del doctor Trinidad. Un equipo de siete especialistas que desarrollan su labor en Jerez, Cádiz, Sevilla y Huelva. Ella se siente muy satisfecha por su pertenencia y también de la complicidad y cooperación de los médicos que en la Clínica Los Naranjos están responsabilizados de otras especialidades.
Tiene una visión muy sistémica del paciente. Personalmente se cuida, hace deporte, descansa, cultiva una cuidada alimentación. Ella recomienda a sus pacientes lo que entiende bueno para si misma.
El concepto de equipo se traslada al propio paciente. De tal forma que se le invita a mejorar sus hábitos de vida, lo que favorecerá cualquier tratamiento que pueda llevarse a cabo. A esto se añade el enfoque multidisciplinar, en el que entiende que la labor de los psicólogos también es clave, sobre todo para crónicos.
Simpática, amena y dulce, Marta Ruiz nos obsequia con un discurso accesible y, como apuntábamos, muy generador de confianza. Tiene mucha ilusión por ayudar a cuanta más gente mejor. Suponemos que sus pacientes están encantados y así será más fácil que implementen sus tratamientos, en un ambiente tan proclive y con una doctora tan amable y profesional.
