Gracias, Juan Camacho, por tantas risas

Antiguos alumnos del CUR. Juan, tercero por la izquierda.

RFB. Anoche el tiempo nos trajo el frío que no queríamos sentir, Juan Camacho Vilchez acababa de fallecer. Y aunque era un desenlace previsible por el negativo desarrollo de su enfermedad, sentir que ha cruzado el umbral y nos ha dejado su inocupable hueco era algo a lo que humanamente nos resistíamos.

Y, como es natural, empezaron a recorrer nuestra mente multitud de recuerdos, de conversaciones, de silencios, de experiencias comunes y, particularmente, de tantas risas disfrutadas. Juan era un tío serio de primeras, tímido, discreto. Quizá por ello, cuando le salía la ocurrencia -que era bastante común- costaba mucho no partirte de risa.


Festival de Cine de Huelva

Imagen relativamente reciente de Juan Camacho, en la presentación de su obra ‘Y sin Huelva no hay fandango’.

Porque, además, Juan siempre había tenido aspecto de mayor. Hombre tranquilo de apariencia, quien no lo conocía le costaba trabajo dar el primer paso en la interlocución. Gozar de la compañía de Juan Camacho era una experiencia singular que siempre resultaba agradable. Quedar con él era algo como que en toda situación te apetecía.

Hicimos muchos viajes profesionales, además de innumerables gestiones, trabajos, iniciativas y desarrollos. Y también antes, y en paralelo, cultivamos una amistad de la que es fácil sentirse muy dichoso y que supuso experiencias inolvidables. Cerramos bastantes bares también. Esos buenos ratos pasados con él han sido un regalo recibido que queda conservado en un sitio destacado de nuestra mochila vital.


Puerto de Huelva

Juan tenía arte por los cuatro costados, y en todos los sentidos. Ese trabajo extensísimo de las letras de los fandangos de Huelva queda ahí para inmortalizar su nombre vinculado al mundo flamenco que tanto le atraía, y cuya afición estaba conectada con su madre, Loli Vílchez, una encantadora señora con la que ya se habrá reunido nuestro amigo, a los pies de María Santísima de la Victoria.

La idea de pérdida que aparece cuando sucede un desenlace luctuoso en el caso de Juan es rotunda para nosotros. Un entrañable onubense -un de Huelva de toda la vida, un ‘clásico’ de esta ciudad- que nos deja vacíos y que recordaremos con esa voz grave inconfundible, con ese ingenio verbal y esa habilidad, discreta, serena, de hacerte reír de forma irresistible. Entrañable, ameno, elocuente, divertido, siempre dispuesto a agradar. Gracias, Juan. Nos vemos. Un fuerte abrazo.

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