Redacción. El pasado fin de semana, y tras tres años sin celebrarse, tuvo lugar en la localidad de Beas, el popularmente conocido como “Clarines chico”, una peregrinación extraordinaria que se celebra cada año el ultimo fin de semana de febrero como acción de gracias del Pueblo a su Patrona, por proteger a la población durante el terremoto de 1969.
Con un sol radiante (a pesar de que las previsiones apuntaban lluvia) el sábado por la mañana, la Hermandad puso rumbo a la aldea de Clarines por el camino de los Huertos. Acompañando al Simpecado, la comitiva la formaba un buen número de peregrinos, además de 35 carros y como siempre, los popularmente conocidos como LOS QUINTOS, muchachos que cumplen la mayoría de edad en este año, y que se presentan ante la Virgen de los Clarines.
Se vivieron momentos de gran emoción a la salida del pueblo y sobre todo durante el rezo del Angelus, en el que la hermana Mayor, doña Ana María Hurtado, se dirigió a los romeros para imponer la medalla de la Hermandad a Álvaro, un niño que caminaba junto al simpecado.
El pequeño había sufrido un grave accidente al ser arrollado por un carro (del que todavía conservaba huellas en su cabecita) del que se había recuperado favorablemente. Su familia, en acción de gracias, quiso hacer el camino andando junto al menor. La madre de Alvaro, en sus redes sociales agradeció el gesto dando gracias a la Hermandad y a la Virgen.
A la llegada del simpecado, la Hermandad se presentó ante la Virgen y los quintos le dedicaron sus bonitas y tradicionales canciones.
El domingo por la mañana se celebró la misa de romeros, a la que acudieron hermandades de todas las aldeas de Beas ( Candón, Fuente de la Corcha y Navahermosa) así como las hermandades de penitencia y gloria de la localidad.
Durante la celebración religiosa se realizó una ofrenda de alimentos y productos de higiene que se entregó a Caritas, así como de un donativo para Siria y Turquía que ofreció la Hermandad. Los quintos (a los que se les impuso la medalla de la Hdad durante la misa) también ofrecieron a la Virgen un precioso broche y un ramo de flores adornado con sus tradicionales “moñas”(cintas de raso con bolas que forman el palillo con el que pasean cantando por el pueblo).
Tras la misa de romeros, y el tradicional besamanos ( al que acudieron los beasinos en gran número) la Hermandad ofreció un almuerzo a todos los asistentes, que se prolongó hasta la tarde, en que, tras el rezo de la salve, se dio por concluida la peregrinación.