José Martín Gómez. Día 29 de diciembre de 2022: según informa la prensa de nuestro país, sesenta y nueve misiles de crucero y drones bomba han sido lanzados por el ejército ruso contra suelo ucraniano. Enviados, como viene siendo habitual en los últimos ataques, contra las infraestructuras energéticas. Dieciséis de esos misiles iban dirigidos contra la capital, Kiev.
Ese mismo día, a las cinco de la tarde, como ocurrirá al siguiente, día 30, el Grupo de Teatro de la Universidad Nacional de Teatro, Cine y Televisión de Kiev, pone en escena El murciélago, una opereta cómica con música de Johann Strauss (hijo).
El grupo de jóvenes actores y actrices representa la obra, alegre, colorida, tal que si la situación, muros afuera del teatro, fuese de normalidad: un día cualquiera de un diciembre cualquiera de cualquier año. Un día sin explosiones y sobresaltos, sin frío en los hogares, sin penurias, sin miedos.
Y cobra valor ese gesto. La cultura vence a la guerra. Quienes intentan imponer un clima de miedo y opresión encuentran, también aquí, en este frente del arte, una respuesta contundente. Y no una respuesta cualquiera. Una respuesta de la gente joven, del presente y futuro de Ucrania, que hace estallar ante las narices del agresor un cromático mosaico cargado de musical alegría.
Hoy los aplausos, los del público que asiste a la sala y los de quienes desde lejos vivimos con intensa emoción esa valiente muestra de resistencia, no solo irán dedicados al arte que los jóvenes derrochan sobre el escenario, también a la fortaleza de una sociedad, de un país que contesta a las bombas con música. Y no una cualquiera. Una que representa, como tantas otras, la esencia europea.