HBN. A comienzos de 1928 Zenobia Camprubí junto a su socia y amiga Inés Muñoz abren en Madrid una tienda que se llamó «Arte Popular Español». La idea primigenia de hacer realidad este negocio se remontaba a 1912 cuando Inés Muñoz y Zenobia se asocian con la intención de recuperar los antiguos y perfectos bordados de Lagartera conservados en museos y colecciones particulares con los que pensaban sustituir a las malas imitaciones baratas que iban haciéndose con el mercado. Sus planes eran organizar una modesta industria capaz de crear una escuela de bordados en los pueblos donde todavía se cultivaba este arte y exportar las labores que saliesen de aquellos talleres. Zenobia se ocupaba de buscar modelos, tejidos, hilos…, e Inés se encargaba de vender los bordados en Estados Unidos donde eran muy apreciados. El proyecto se consolidó cuando las dos amigas decidieron abrir la tienda en Madrid y sin limitarse a los bordados, extendieron su campo de acción a la venta y exportación de todas las manifestaciones del arte popular.
El establecimiento tuvo dos domicilios, los dos en la zona más turística madrileña y cerca del Congreso de los Diputados: primero en el número 10 de la calle Santa Catalina, y más tarde, a partir del verano de 1933, en la de Floridablanca, 3. En él podía comprarse una extensa gama de productos artesanales: deshilados y bordados, muebles, vidrio, cerámica, cobres, forja, cuero repujado, cestería y tejidos.
La razón social del negocio es «Jiménez & Muñoz, Spanish Peasant Work» y tiene dirección también en Estados Unidos, en 1104 Spruce St., Filadelfia, adonde exportaban todos estos productos artesanales. La tienda no insertó anuncios publicitarios en prensa aunque distribuía pequeños trípticos con información del negocio entre sus clientes y alquilaron vitrinas en el Hotel Palace y en el Ritz donde expone sus labores y bordados de artesanía, indicando el lugar de la tienda.
Zenobia se implicó en la recuperación del mundo de los bordados y, para abastecer a la clientela, tanto española como norteamericana creó varios talleres de bordado: dos en Moguer, primero atendidos por sus sobrinas Victoria y Blanca, y más tarde por sus cuñadas Victoria e Ignacia; uno Calzada de Calatrava (Ciudad Real) donde también se producía encajes de bolillo; en Caleruela (Toledo) a cargo de 3 hermanas onubenses, las señoritas Tejero y en Madrid.
La tienda estuvo en marcha hasta 1936, con el estallido de la Guerra Civil desaparece. Dará empleo a amigas y familiares en apuros económicos como Olga Bauer cuando se arruina, Constancia de la Mora cuando se separó de su primer marido o sus primas María Rosario Enjuto y Josefina Camprubí Darna. Tuvo periodos muy buenos de venta pero también pasó por momentos muy difíciles en los que permaneció abierto porque sostenía el sueldo de sus empleadas pero sin sacar beneficio alguno.
En 1933, a través del profesor Federico de Onís, Arte Popular Español recibió el encargo de seleccionar y adquirir en España los objetos destinados a decorar al viejo estilo español, La Casa de las Españas de la Universidad de Columbia en Nueva York.
En 1935, Arte Popular Español se encargó de equipar, amueblar y decorar el hotel particular Parador de Ifach en Calpe (Alicante).
Juan Ramón Jiménez se puso al servicio de Arte Popular Español y algunos sábados acudía como escaparatista, aconsejaba sobre el modo de montar el escaparate combinando sabiamente los colores. Diseñó los trípticos publicitarios y más tarde dibujó modelos de bordados diferentes para probar nuevos diseños en mantelerías.
Arte Popular Español se convirtió también en un centro cultural, un centro de reunión y tertulia de mujeres cultas que tomaban el té en la trastienda del establecimiento alrededor de una mesa primorosamente puesta con mantelería de Lagartera, vidrio de Granada y loza de La Cartuja.