Freitas pellizca el corazón de la familia de Emigrantes con su exaltación de la Salve

exaltación de la Salve

Redacción. Suena la flauta y el tamboril en las puertas de la casa de la Real Hermandad de Emigrantes de Nuestra Señora del Rocío de Huelva en el paseo de la Glorieta y eso es preludio de que algo grande se va a vivir y eso nuevamente se repitió anoche con la magnífica y bella exaltación a la Salve con que deleitó a todos los presentes en la capilla el director de la escuela de tamborileros de la Concha Peregrina, Abel Freitas.

La noche se iniciaba con una oración dirigida por el vocal de Culto José Antonio Gallardo para continuar con un toque del grupo de tamborileros ‘Al son de Emigrantes’ para dar paso a Freitas que iniciaba su exaltación con una hermosa Salve “Dios te salve Virgen de la Rocío./ María, Reina del cielo./ Flor entre las flores./ Causa de mis desvelos./ Guía de los caminantes./ Peregrinos y rocieros/ que hasta tus plantas se acercan./ Devoción del mundo entero./ Madre entre las madres/ de mis noches eres lucero./ Manantial de belleza/ Corazón de amor eterno/ Tú que eres guía de mis pasos/ Porque iluminas mis sueños/ Dios te salve Virgen del Rocío/ María, Reina del cielo”.


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El exaltador prosiguió señalando “y vino para quedarse, con su vida repleta de momentos y vivencias que quedaron marcadas en las vetas de sus entrañas, con miles de melodías que dejó envolviendo los paisajes desde el llano hasta la sierra, el vaivén de las olas de una mar que baña la arena y los sentidos más profundos de la fe. Con sabor a Huelva y con aires rocieros, en un momento donde su sonido estaba apagado, donde el compás de su fiel compañero no marcaba los tiempos, huérfano de fe. Una llamada hizo que hasta esta bendita casa llegase recorriendo las calles y encontrase la partitura de la vida con la composición más bonita que jamás interpretaría. Y como a buen hogar llegó, su familia aquí creó. Fue dándole forma en un torno, que mando sus armonías más profundas y buscando la afinación más perfecta para cada uno de sus descendientes. La familia fue creciendo y el latido de sus corazones iba en el mismo metrónomo para así desprender sones de Emigrantes. La familia lleva por apellido Emigrantes, y orgullosa luce en el cuello un cordón rojo vivo como sangre y amarillo albero que sostiene una concha que cogieron de la mar y le da cobijo a nuestra Madre del Rocío”.

Un sello propio


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Dijo que “con madurez y consolidando su estilo, se cumple el sueño que siempre tuvo. Y es que se ha conseguido marcar un sello propio, que se diga entre el gentío, ahí viene Emigrantes, con elegancia, uniformidad, señorío y alegría en cada toque. Desde el más pequeño al más grande, se luce con orgullo, se siente con ilusión, hasta alguna lágrima se escapa cuando se tiene delante la concha de plata”. Asimismo, recordó “esa infancia donde la familia Brioso en la calle Isla Cristina me contaba historias de ti y no sé si por casualidad, pero lo hacían entre flores. Esos miércoles cuando nos cruzábamos por la Merced, tú reluciente y engalanada, yo camino del colegio Francés, donde los cohetes distraían mi atención y cargaban mi cuerpo de nerviosismo y me quedaba pendiente a un hombre robusto que con un tambor y una flauta, creaba una música muy peculiar”.

Los alumnos de Freitas también quisieron regalarnos otra pieza durante la exaltación en este caso ‘Azabache’ para que Freitas continuara firmando que el “rociero vive el año de mayo a mayo. El rociero de Emigrantes sueña deshojando el almanaque y restando miércoles. El rociero de Emigrantes se pone nervioso cuando alguien le pregunta por la salida donde las calles de Huelva están repletas de miradas con brillo en los ojos. Al rociero de Emigrantes, se le hace la boca agua recordando el gazpacho que se toma en la suelta cada año y sabe a gloria bendita. El rociero de Emigrantes se duerme cada noche imaginando Tres Rayas donde su Simpecado descansa en un altar de pinos. El rociero de Emigrantes amanece cada día escuchando el toque del alba y oliendo a café y aguardiente. El rociero de Emigrantes cierra los ojos y ve una larga caravana de carros con flores adornados. El rociero de Emigrantes, añora los pinos de Gatos donde se coincide con amigos de 15 otras hermandades y se comparte un cachito de corazón cuando se unen los simpecados de Punta Umbría y Gibraleón. El rociero de Emigrantes ve los días de lluvia en cada charco esa imagen reflejá, de su carreta de plata y la gente de su hermandad. El rociero de Emigrantes espera ansioso con la entrada en El Rocío donde la emoción se adueña de sus lágrimas tras un cansado caminar. Pero el rociero de Emigrantes no descansa y relaja su cuerpo hasta que no llega la hora, la hora de la verdad, la hora de con Ella poder estar y el Simpecado hasta el cielo poder alzar para rezarle la Salve y miles de vivas gritar”.

Finalizaba Freitas realizando un petición diciendo “que no falte en nuestra vida/ esa salida de Huelva al caminar./ Esas noches de Tres Rayas/ con guitarras y voces templá./ Esas arenas donde el peregrino/ su huella quiere marcar./ Esas miradas al cielo/ recordando al que no está./ El tintineo en la carreta/ de campanillas al sonar./ Ese agarre con fuerzas/ a la medalla colgá./ Esos pinares de Gatos/ Arroyo de la Cañá./ Esas caras polvorientas/ llegando a la esplaná./ En el barrio las Gallinas,/ final de nuestro caminar./ Que nos acerca a tu ermita/ para poder contemplar/ tu belleza más divina/ tu elegancia y tu humildad./ Que nunca falte a tus plantas/ un ramo de flores adorná./ Y sobre ti los querubines,/ los que cuidan de tu altar./ Qué no se pierda el sonido/, que las flauta saben entonar./ Y hoy te pido con el alma/ que nunca deje de rezar/ esas letras que componen/ la Salve de mi hermandad”.

Terminaba la noche con el agradecimiento al exaltador por parte del vicepresidente de la filial rociera José Brioso, quien resaltó como éste había sabido pellizcar a todos los corazones y trasladarnos a ese miércoles de salida y el peregrinar por los caminos hacia los pies de la Virgen del Rocío. También la hermana mayor Cristina Serrat tuvo palabras de alabanzas hacia Freitas que recibió un recuerdo de la noche que regaló a los hermanos y simpatizantes de la hermandad. Como no podía ser de otra forma el canto de la Salve y los vivas a la Virgen del Rocío ponían punto y final a un viernes mágico.

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