La niña de blanco que iba camino de la calle Concepción de Huelva

RFB. Aquella tarde en Huelva una niña vestida de blanco iba en dirección a la Concepción. Era el primer sábado del mes. Comenzaba julio de 1959 y el ambiente en el centro de la ciudad era para no pensarlo: irse a la calle a disfrutar, sin paliativos. La calle Concepción y su prolongación de Palacio -entonces con nombre de un político al que honraba el Régimen, Calvo Sotelo- estaba repleta de gente. Sería sobre las siete de la tarde, quizá un poco antes.

Una niña con un vestido de falda plisada blanco, con rebeca a juego, camina distraída en dirección precisamente a la calle Concepción. Parece en la imagen que lleva en la mano derecha un pequeño bolso, también blanco. Y va pensativa. En el momento en el que es inmortalizada por la cámara aparece con los ojos casi cerrados… en su mundo.


Festival de Cine de Huelva

Niña Blanco Camino calle Concepción detalle: / Foto: Dieter Brand.

Todavía no tenía edad para esos paseos típicos de flirteo, propios de chicas y chicos, en la arteria más céntrica de Huelva en aquellos años cincuenta. No sabemos por qué iría sola. Quizá viviera en alguna casa próxima. Entre los diez y doce años que puede tener comienza la compleja y apasionante etapa de la adolescencia. Aunque nos gustaría, tampoco sabemos como se llama. Con mayor probabilidad, teniendo en cuenta las estadísticas oficiales correspondientes a aquella época en Huelva, puede que se llame Pepita, Manolita, Marí Carmen, o incluso María.

Salinas de Bacuta con el Griesheim a la derecha. / Foto: Dieter Brand.

La pequeña sonríe levemente. Lo suficiente para que podamos pensar que no iba triste si no más bien contenta. Quizá viviese a mitad de la calle y se dirigiese a una ‘quedada’ -término actual- con sus amiguillas en la Plaza de las Monjas. O, sencillamente, iba a casa de algún familiar o de vuelta de algún mandado a su propio domicilio. Una estampa social común que hablaba de un tiempo de recuperación, marcando distancias ya con los momentos más duros de la postguerra.


Puerto de Huelva

La fotografía, que nos hemos encontrado gracias a Emilio Romero, fue tomada por un marino alemán, Dieter Brand -que tiene su historia, y que en otro momento abordaremos- desembarcado ese día en el puerto onubense, del vapor ‘Griesheim‘. El buque germano estaba fondeado en la otra banda, casi pegando a las antiguas Salinas de Bacuta, y había llegado a nuestra ciudad tras una travesía directa desde Rotterdam. Estaba a la espera de turno de atraque en el muelle de la Rio Tinto Company.

En su paseo por Huelva Dieter subió al Conquero e hizo fotos desde allí. / Foto: Dieter Brand.

Resulta muy interesante viajar en el tiempo a la Huelva de entonces a través del ojo de este chico teutón, que casi seguro no sabía ni una palabra de castellano. Era la primera vez -de dos consecutivas- que estuvo en nuestra ciudad a tenor de lo que escribió en un diario del viaje.

La vida transcurría en Huelva sin grandes sobresaltos. Ese mismo sábado de la foto de la niña de blanco que caminaba hacia la Concepción, Guillermo Nuño Díaz batía un record de pesca deportiva al capturar a un pez obispo de 64 kilos en Punta Umbría. José Vázquez anunciaba así mismo en la prensa que ahora ya no era imprescindible pagar al contado al adquirir una vespa sport en Huelva y se podía hacer en seis, doce y dieciocho mensualidades. Las revistas ‘Fotos‘ y ‘Primer Plano‘ se publicitaban con la siguiente invitación: «Marido… tenga contenta a su mujer… obséquiela con las revistas Fotos y Primer Plano».

El Recreativo de Huelva hacía unas semanas que había retornado a segunda división -tras su primer ascenso a esta categoría en 1957- y estaba en modo fichajes para la siguiente. El Gil Martín de Baloncesto competía con éxito a nivel regional creando ese mítico referente para este deporte en Huelva. Una ciudad que miraba al horizonte con ilusión, con ansias de apertura, de desarrollo… y esa niña camino de la calle Concepción por aquella razón que desconocemos.

Una vespa como las que vendía José Vázquez en Huelva.

Nos gustaría encontrar hoy en día a la pequeña. En su caso será relativamente joven, 73 o 74 años. ¿Vivirá en Huelva? ¿Cómo le fue la vida? ¿Qué estaría pensando en ese momento, aquel primer sábado de julio de 1959? Desde luego no puede conocer la existencia de esa fotografía y si lee el periódico probablemente sea una gran sorpresa para ella. Decimos que la instantánea ha de ser seguro desconocida para la pequeña -hoy señora- porque ese joven alemán hizo una foto particular que, probablemente, no haya visto la luz en Huelva hasta ahora, sesenta y tantos años después.

Dieter Brand, el autor de la fotografía, en la cubierta del barco alemán.

Un deseo, este que formulamos, que coincide con el que se nos planteó en sendos artículos anteriores relativos a unas imágenes de 1955 y 1961, respectivamente. Aquellos nos permitieron conocer, con sorpresa y felicidad, a Sensi Dopazo y a Mene Cubero, niñas protagonistas en la Huelva de otros tiempos y mujeres maduras de una juventud envidiable en los de hoy en día. En aquellos dos intentos tuvimos suerte. A ver que sucede ahora.

La niña vestida de blanco que camina hacia la calle Concepción es para nosotros el centro de la fotografía, sin dudarlo. Pero la toma no tiene precio en cuanto a riqueza etnográfica e histórica, mostrando una imagen urbana de Huelva más que representativa. Nos genera varias incógnitas y curiosidades.

El joven alemán debía estar sentado en el velador añadido -por estar enfrente- del añejo Bar Onuba. Hemos comentado también la fotografía con Domingo Martín -que es el que más sabe en Huelva de historia de bares- y hemos coincidido en que ese lado de la calle y a esa altura, que antaño ocupaba la mítica cervecería de Viena, en 1959 casi seguro no contaba con un establecimiento que sucediese a aquella, con lo que la hipótesis de que fueran mesas del Onuba es más que plausible.

El vapor ‘Grieshein’ fondeado en las inmediaciones de Bacuta.

Al marinero debió llamarle la atención la pequeña y pulsó el obturador de la cámara, dejando, dejándonos para siempre ese fugaz momento. Un instante de felicidad, de paz, de ilusión y de esperanza en la Huelva que estaba a punto de asomarse a los sesenta.

La foto, como decíamos, no tiene desperdicio porque deja muchos detalles. A parte de apreciar ‘en vivo’ las fachadas de Papelería Inglesa, Foto Báez y Pastelería Jorva y el velador ‘en estéreo’ del citado Bar Onuba, observemos algunas de esas curiosidades.

Las mesas del bar están todas ocupadas, y con bastantes clientes. A la izquierda a la vista hay cuatro mesas. La más inmediata tiene cinco ocupantes de charla. Detrás de esta, según se ve, hay un señor que tiene apoyada una cámara reflex en la mesa. Quizá fuera compañero del autor de la fotografía y este se levantase para tomar a la niña de blanco que iba hacia la Concepción con más amplitud.

La niña de blanco llamó la atención del marinero. / detalle de Foto de Dieter Brand.

La tercera mesa cuenta con una pareja que parece que observa a la niña. O puede que a la mesa de enfrente que tiene el mismo ángulo de visión. Esa mesa de enfrente también deja incógnitas -no se aprecia bien-. Parece que son dos hombres y uno de ellos como que se abraza al otro.

Aparte de las bicicletas apoyadas en el exterior de los escaparates y el niño sentado en el peldaño de uno de ellos, llama la atención que todas las mujeres que aparecen, de espaldas, en un segundo plano, estén andando pero mirando al mismo tiempo el escaparate de Foto Báez. Dos en concreto se paran a ello.

Y llamativa es, igualmente, la niña vestida de primera comunión que va en dirección opuesta a nuestra niña vestida de blanco que camina hacia la Concepción. ¿Por qué a esa hora? ¿Las primeras comuniones no suelen ser por las mañanas? ¿y porqué tan tardía, a primeros de julio? Quizá entonces no fuese como ahora.

Otro detalle curioso es que la parte de velador del Onuba situada prácticamente en la fachada del Banco de Santander contase con un toldo cuya estructura estaba fijada a la misma. Era sin duda un ‘favor’ de la oficina bancaria para con el popular establecimiento hostelero, sorprendente en todo caso.

Dejamos las incógnitas en el aire a la espera de tener tanta suerte como pasó en los artículos anteriores. Uno de ellos se correspondía más o menos al mismo lugar -a 4 o 5 metros de distancia- pero cuatro años antes. Y el otro en la Isla Chica, al lado del Estadio -entonces nuevo- del Recreativo.

 

 

 

 

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