RFB. Cambiar amor por sonrisas parece algo natural, también en Huelva. Pero hay personas a las que ni le ofrecen amor ni pueden, literalmente, esbozar una sonrisa como desearían. Sin embargo algo está cambiando en nuestra ciudad. Han abierto recientemente una tienda en la que nadie es privado de poder ‘pagar’ con una sonrisa.
Cuando a uno se le ponen los vellos de punta hay que estar atento. Debemos activar el carpe diem, porque vivir es trascender de lo cotidiano o, más bien, trascender de lo intrascendente, que es mucho. Y eso nos pasó cuando visitamos el centro de la Fundación Odontología Social Luis Séiquer, que hace escasos meses ha abierto en Huelva -en la calle Béjar-, con su equipo, el doctor Antonio Castaño Séiquer.
El objetivo de la visita era conocer la sorprendente y emotiva iniciativa de un onubense que hace algo poco común en su gremio.
Un médico dentista que vive en Sevilla y al que se le nota a kilómetros de distancia la inmensa ilusión que le hace extender a su tierra de nacimiento este mágico proyecto que vio sus primeras luces en 2009.
Por aquel entonces, junto a la gerente de la Fundación, Adela González Ramírez, subió ese peldaño especial que, a tenor de lo que nos muestran estos modelos de buenas personas, parece que es irreversible, irrevocable e irrenunciable pase lo que pase, se eche uno a la espalda lo que se eche. Antes había tenido experiencias de esta naturaleza en Hispanoamérica, en proyectos vinculados a la Universidad de Sevilla, de la que es profesor titular.
En la calle Béjar, una de esas de toda la vida en esta ciudad, un moderno establecimiento acoge la actividad -la estática, porque desarrollan así mismo actuaciones móviles- de la hermosa y amorosa obra de arte que es posibilitar, a los que no pueden por carencia de recursos, disponer de una boca digna, presentable y saludable.
Cruzar el umbral de la clínica dental de Antonio Castaño -de su Fundación- en la calle Béjar supone que la persona carente de recursos que lo haga se exponga a tener que pagar con sonrisas -¡por fin! pensarán los que allí acuden- todo el amor que puede darse con esa moneda de cambio celestial.
Castaño siendo ejemplar no es un bicho raro. Porque hay afortunadamente bastantes profesionales que dejan su trabajo ‘normal’, renunciando a elevadas retribuciones, para centrar su vida en este apartado con ese plus sustancial que supone enfocarla a ayudar a los demás. Pero lo es –rara avis– porque en el mundo de la odontología son reducidísimos los casos de proyectos de orientación social.
Nos comentaba Antonio al respecto que en España las instituciones de esta naturaleza, que son escasas- están todas -excepto la suya- de Despeñaperros para arriba. Pero, además, esas otras ong’s españolas -menos una- se han diseñado para asistir a desfavorecidos en el extranjero, no en nuestro propio país. A veces se pierde la perspectiva -pensamos nosotros-, aunque sea bienintencionadamente. Aquí, no nos engañemos, también hay mucha gente necesitada.
Además, como bien nos recuerda el doctor, contamos con una cobertura sanitaria universal… con excepciones. La salud buco-dental sorprendentemente queda muy limitada en el sistema público de salud. los tratamientos dentales que no cubre la Seguridad Social son aquellos con mayor demanda entre la población.
Lo que hace el dr. Castaño con su equipo es conseguir que gente sin recursos, en este caso en Huelva, pueda optar a recuperar las funciones buco-dentales básicas, las que les permitan una imagen y una funcionalidad a pacientes que, normalmente, hacía tiempo que dejaron atrás.
Pero esta loable actividad es inmensa en cuanto a las consecuencias que consigue en la vida de estas personas a las que un día, en muchos casos por discurrir en escenarios de marginación social, abandonó algo tan imprescindible como una mínima salud dental.
Y cubrir esa carencia no resulta baladí como se sabe en materia de salud, sino todo lo contrario. Además, ‘rehabilitarse’ en el plano buco-dental es algo tan fundamental que permite recuperar la confianza, la autoestima y todas las derivadas personales y sociales que a ello conduce.
Dibujar sonrisas es un privilegio del que goza Antonio Castaño como profesional. Pero hacerlo, además, para ayudar en el sentido más pleno del término, lo transforma en una esponja de emociones. No hace falta que lo diga, porque se nota -al expresarse, en las facciones- que la generosa energía inagotable que le mueve son las emociones de los demás.
Nos comentaba la impresión que produce, por ejemplo, cuando un subsahariano después de cruzar medio continente africano y padecer miles de vicisitudes, entre ellas agresiones que afecten de forma seria a su boca, es atendido por un médico español que le devuelve la sonrisa. La felicidad y el agradecimiento que expresa es indescriptible -afirma, verbal y gestualmente, el dr. Castaño-.
Antonio Castaño es un profesional acreditado, con muchos reconocimientos y premios. Incluso es Doctor Honoris Causa por una universidad paraguaya, la Universidad Nacional de Concepción. Sin embargo, admite que se siente mucho más satisfecho -aún agradeciendo todos esos reconocimientos- con la visión de esas sonrisas, tantas, y la felicidad que proporciona a los pacientes el progresar.
El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla es uno de los lugares a donde llega el amor a la gente que muestra el equipo liderado por el médico onubense. Pero tiene la Fundación abiertos centros, además de en Huelva, en Sevilla, Jerez y Madrid.
Y no hay que irse a Melilla -aunque allí es obvio que hace también mucha falta- para experimentar la emoción de vidas cambiadas. En Huelva hay mucha gente sin recursos que llevan añadido el lastre psicológico y físico de mal estado de la boca, encontrándose en un callejón sin salida por no disponer de dinero para aspirar a ese mínimo de justicia humana.
De hecho, Castaño nos señala que la situación en Huelva es más grave que en el resto de los lugares donde la Fundación actúa. Reafirma la idea Rocío Ponce -higienista-, una de sus principales colaboradoras en Huelva. Ni en Sevilla, ni en Jerez -ni en otros sitios-, se encuentran casos y situaciones que ellos están viendo estos días en Huelva. La situación es realmente preocupante.
Un problema de salud y un problema social. Un escenario que se retroalimenta en sentido negativo, y que ocasiona exclusión laboral y social. Y, a parte de tremendamente injusta, ya sabemos en lo que esta suele derivar.
La charla con el doctor es muy distendida, abriendo puertas continuamente a muy diversos temas a partir del central. Nos llevamos media hora antes de entrar en materia. La conversación cabría para media docena de artículos, o más. La primera pregunta que le hicimos era ¿por qué Huelva? La respuesta inmediata y sencilla: «nací aquí«.
Concretamente en la calle Puerto. Y aunque se fue pronto a Sevilla su padre y su madre -ella vive- eran de Huelva, y gran parte del tiempo de su infancia y juventud -además de veranear en Punta Umbría- la pasaba en casa de su abuelo materno, Luis Séiquer.
Séiquer -el abuelo- era ingeniero y químico. Llegó a Huelva acabada la Guerra Civil para dirigir la fábrica de Guano. Uno de sus hijos -tío de Antonio-, Luis Séiquer Ortiz, es el célebre cirujano vascular onubense, ya felizmente nonagenario. El fué quizá el principal motivador de la dedicación a la medicina del sobrino. La otra vía de arraigo onubense del doctor, la paterna, es el popular apellido Castaño, con origen en Cumbres Mayores y con el negocio chacinero de toda la vida en la calle Tendaleras.
Las temporadas en casa de su abuelo le permitieron a Antonio Castaño vivir la calle en la zona del Matadero, trasteando en las inmediaciones de la vía del tren y el espacio de marismas, mucho antes de los fosfoyesos. Tan sustancial conexión con esta ciudad, a pie de barrio, suponemos que determinó un estilo, una condición, algo a lo que probablemente no sea ajena la trayectoria de este buena gente onubense.
Un equipo de casi una cincuentena de profesionales y voluntarios atiende cada día, en el conjunto de los centros de la Fundación, a unos doscientos pacientes. En Huelva inicialmente concentran en tres días semanales las consultas e intervenciones, e irán gradualmente creciendo. Para desarrollar el proyecto en nuestra ciudad ha sido fundamental, según nos indica Antonio, la labor de un sobresaliente grupo humano. A parte de en el ámbito central la citada Adela González, en el equipo técnico-sanitario local trabajan, además del dr. Castaño, las odontólogas María Pérez y Judith Rodríguez, y la higienista -y sueñista- Rocío Ponce; y en el equipo social, el amoroso trabajo de Alicia Narciso, Guadalupe Gallardo y Sofía Moreno.
Rocío destaca que el trato a los pacientes no es low cost. El material, la atención y el servicio clínico y sanitario es equiparable a los de cualquier centro odontológico común de pago. La dignidad es un concepto grabado en el ideario de la Fundación y por supuesto en su centro de Huelva.
Dios los crea y ellos se juntan, y aquí ha juntado a un grupo con unas ganas ilimitadas y dispuesto a cambiar el mundo. A cambiar el tremendo panorama con el que se han encontrado en Huelva en este plano. Para ello precisan colaboración. El motor y gran parte de los recursos los ponen ellos, pero hace falta más para hacer más.
La Fundación cuenta con colaboradores significados, como la Fundación Caixa, que ha patrocinado la unidad móvil con la que se consigue hacer un trabajo increíble en zonas marginales y/o distantes de los centros. También hay proveedores de material que, además de reducir los precios, ocasionalmente realizan donaciones. En Huelva en particular el protésico dental Rubén Ríos se ha ‘asociado’ también a esta generosa iniciativa.
Agradecen el apoyo de la delegada territorial de Salud, Manuela Caro, y del dentista Juan Antonio Márquez. Confían en que otras instituciones y personas se sumen a esta gratificante e imprescindible labor que permite que en Huelva haya una esperanza para muchísimas personas, que gente en situación necesitada pueda volver físicamente a sonreir.
Ya han establecido acuerdos con muy diversas entidades en Huelva, como Cruz Roja, Cáritas o Avadi Down. Las dos primeras, como otras de análoga naturaleza, canalizan a los pacientes en muchos de los casos y la tercera está configurando con la Fundación un interesante programa de inserción laboral para sus asociados.
La pregunta era obvia ¿porqué le puso el nombre de Luis Séiquer, el de su abuelo, a la Fundación, si no era médico? La respuesta, también: «porque era muy buena gente y siempre ayudaba al que lo necesitaba«.
Ánimo y enhorabuena.
Huelva, amor, sonrisas.
3 comentarios en «El trueque más bello en Huelva, sonrisas por amor»
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Una iniciativa digna de elogio. Enhorabuena Dr. Castaño Seiker
Fenomenal tu labor Antonio.
Un orgullo para la profesión.
Un abrazo