Redacción. Una mañana de púas. Es primera hora de la mañana y el, normalmente, tranquilo ambiente del Santuario ‘Wendy Clements’, situado en esta localidad del sur de España se llena de un alegre griterío. Son los alumnos, y alumnas, del CEIP Manuel Siurot de Chucena, acompañando a la Alcaldesa Encarnación Castellano Solís y, su Teniente de Alcalde, Antonio Manuel Rubio López.
No se trata de una actividad extraescolar más. Tampoco van a desarrollar actividades en una Granja Escuela de corte tradicional. Estos escolares se incorporan a un evento de enorme importancia medioambiental: la puesta en libertad de un grupo de erizos salvajes que fueron rescatados, algunos con terribles heridas y severa deshidratación, de los bosques, reducidos a ceniza.
Esta tragedia animal es uno de los daños, colaterales, de los siniestros que sufrió el entorno de Doñana el pasado verano.
El erizo común europeo, y también el moruno, es una especie muy tímida, y con estatus de especie protegida. Estos pequeños mamíferos son animales nocturnos y su cuerpo está protegido por una capa de, supuestas, púas que realmente son pelos huecos rellenos de queratina. En caso de peligro, el erizo se enrolla hasta convertirse en una bola completamente cubierta de púas. Unas 5.000 aproximadamente.
Son difíciles de ver y desgraciadamente, cuando este hecho se produce, es al ser atropellados en las carreteras, “Una de sus principales causas de mortalidad”- comentan las voluntarias ecologistas del colectivo femenino “Mujeres por Doñana”. También reseñan el enorme daño que producen en esta especie los venenos, y herbicidas, usados masivamente en la agricultura intensiva, así como los incendios forestales.
Y es precisamente de uno de esos siniestros de donde provienen los erizos que hoy han sido devueltos a la naturaleza. Fueron recogidos de las cenizas, tras ser localizados por el perro rastreador, muy especializado, que las 24 mujeres que comprenden el colectivo “Mujeres por Doñana” utilizan en sus patrullas de rescate.
Durante más de tres meses han sido cuidados, curados e hidratados en el Santuario Animal “Wendy Clements”. Su alimentación ha consistido en comida de gatos, pequeños trozos de pollo hidratado y un pienso, muy especializado para erizos, elaborado en Países Bajos.