RFB. El Otoño Cultural Iberoamericano trae a Huelva, y a otros lugares, múltiples e interesantes actividades que tienen el denominador común de entrelazar culturas. Visiones humanas diversas, creaciones artísticas que se nutren de una historia compartida tan singular.
Y hay, más allá de la dinámica formal, satisfactorios ‘efectos colaterales‘. Entre ellos poder departir con autores, con intelectuales de acentos hermanos que en estos días cambian su hábitat cotidiano, a muchas millas náuticas de distancia, para felizmente estar por aquí.
De esta forma quedamos en la plaza de las Monjas y nos sentamos en una mesa al aire libre, con la perspectiva de ese enclave neurálgico. Jaime de Vicente, alma del ‘Otoño’, nos presenta a Pedro Jorge Solans y Alberto David Muñoz. Ambos son argentinos, del norte. De unas tierras donde la cultura -la música, la literatura,…- es un elemento notable de la identidad.
Pedro Jorge Solans es un acreditado periodista y escritor, y recientemente ha publicado su poemario ‘El extraño si bemol color sepia‘. Yo no soy poeta -nos dice-, pero se percibe gran satisfacción por el paso dado. Un ejercicio, este libro, de libertad artística y creativa donde se incluyen pinceladas periodísticas. De muy buen gusto compositivo y de fondo, sobre el que el escritor señala que “intento defender a la raza humana«. Para nuestra opinión añade el obsequio de una gran facilidad para disfrutar leyéndolo. Muy fresco, ameno y oportuno.
Alberto Muñoz es un cantautor que, además de amigo de Pedro, comparte con él su interés por reivindicar y proyectar a autores de su tierra o que se hayan inspirado allí. Se encuentran a gusto en Huelva, a la que conocían de alguna edición antigua del Festival de Cine Iberoamericano. Hoy parte de aquella función de encuentro que ha venido desempeñando la muestra cinematográfica la desarrolla el impetuoso Ocib.
Tienen entre manos varias actividades del Otoño. Naturaleza, poesía, espacios mágicos como los bosques literarios de la sierra onubense. Viajes de ida y vuelta para cargarse permanentemente de energía. Alberto destaca la importancia de este intercambio cultural, en particular lo que le incumbe a él, la música. Y resalta el cantautor que estas oportunidades de encuentro permiten reconocer la gran conexión, la empatía y similitud que existe entre hispanos de una y otra orilla atlántica. La facilidad de entendernos y compartir costumbres. Todo converge en algo tan simple que define como que «permite que nos vinculemos en dos minutos como si nos conociéramos de hace mil años«.
Jaime recuerda que tiene una foto en Cerro Colorado -no el de Riotinto, sino el de la provincia de Córdoba en Argentina, donde nació Atahualpa Yupanqui-. En ella aparecen los tres y y también Chema Cotarelo al pie de un árbol con un papel cada uno en la mano. A pie de ese árbol están enterradas las cenizas del mítico cantautor argentino. Y allí Cotarelo le dedicó un poema que recitó y posteriormente dividió el papel donde estaba escrito quedándose cada uno de los presentes con un trozo y adquiriendo el compromiso de volver para unir las partes y leer de nuevo la dedicatoria poética.
En modo tertulia hablamos de cosas del Otoño y se intercalan historias diversas, de aquí y de allí. Comentamos la vitalidad del idioma castellano. Pedro añade que en los tiempos complejos que se avecinan el factor lengua de los países iberoamericanos -territorios de recursos- va a constituir una verdadera ventaja estratégica. Y ahí España, según su opinión, debería desempeñar el papel que le corresponde.
A modo de ejemplo nos cuenta que en China -la supremacía casi inevitable de un futuro relativamente próximo- la segunda lengua más aprendida es el castellano, no el inglés. Eso da una idea del potencial de nuestros espacios geográficos y nuestra comunidad cultural y humana.
Pedro Jorge Solans muestra su preocupación por la evolución socio-tecnológica. «Quiero seguir siendo ser humano» -señala-. El escenario pandémico, fuente así mismo de reflexiones en el poemario referido, ha invitado a ahondar en este análisis. Los robots pueden facilitar las cosas, pero no deberían suplantarnos, no deberían tamizar el contacto humano. La biotecnología debería respetar nuestra esencia.
Le preguntamos por el significado del sugestivo título ‘el extraño si bemol color sepia’. Observa Pedro que el si bemol «tiene mala prensa. Es el ruido, la bocina, lo molesto… extraño porque muy pocos músicos lo usan -lo confirma Alberto-. Y extraño porque nos agarró en un momento como la pandemia. La pandemia fue un si bemol. Sepia es un color que casi pasa desapercibido a la vista, como si los cambios que se están produciendo, ahora, bruscos, podrían pasar desapercibidos».
En nuestra charla, abierta y espontánea, abordamos distintas temáticas. Por ejemplo, nos comenta Pedro que cuando vinieron por primera vez a Huelva, a principios de los ochenta, de quedaron sorprendidos. Piensan que Huelva tiene un potencial cultural, turístico y económico sin límites. Esta apreciación, viniendo de quien vive en Villa Carlos Paz, paradisiaco entorno esencialmente turístico -multiplica su población por siete en época vacacional-, es para tener en cuenta.
La cultura es una cuestión de estado, es una política de estado para el periodista. Según su opinión las iniciativas culturales que sobreviven es porque son respaldadas por el estado, en una política en la que puede entenderse como sustento del turismo. La cultura es el sustento del turismo, afirma con rotundidad.
La tertulia podría extenderse sine die. No es posible, por razones obvias, pero nos quedamos con sus buenas vibraciones. Un agradable rato que esperemos sea el preludio de sucesivas ocasiones.
