Fermín Cabanillas. Algunos de los pacientes que acuden un día cualquiera a la consulta de Mónica Dorado en La Palma del Condado no saben que su terapeuta es pintora. O quizás no saben que la pintora que muestras sus obras en redes sociales es, en realidad, psicóloga.
Una curiosidad en torno a esta onubense nacida hace 41 años, que comenzó a ejercer la psicología en 2006, y que, como ella misma dice, “he pintado durante toda mi vida, desde muy pequeña, con vocación artística, desde muy joven me incline finalmente por la psicología como medio de vida”.
Para ella, no hay que obviar el hecho de que “ya que también trabaja las emociones y es una forma de ayudar a la gente, pintar y dibujar para mí ha sido una forma siempre de escape, y lo abandero como forma de expresar nuestras emociones y resolver conflictos, bajar la ansiedad y encontrar la calma y la serenidad para continuar en el día a día y en los problemas de nuestra vida”.
Arte sin más pretensiones
Además, asegura que es algo que hace sin pretensiones, “sin considerarme artista, sin ser perfecta, solamente dejándome llevar y expresando lo que siento”.
En los últimos años, ha descubierto la técnica de la acuarela Ir a ilustración, “que me permite, además de dibujar rápido y tener un reforzador positivo, inmediato, la expresión rápida, impulsiva e imperfecta de mi propio ser”.
Muy al contrario de lo que ella misma pensaba, la maternidad ha acentuado esas ganas de pintar, dibujar y expresar mis emociones en un papel. Es por ello, que, “creo que desde que soy madre se ha acentuado más esa necesidad artística que tengo. Y desde hace unos años a esta parte, las personas que me rodean, instituciones, otros artistas se han ido interesando por mis dibujos, participando en exposiciones y teniendo más pedidos y encargos”.
El cariño de quienes le rodean
La psicóloga-pintora se muestra sorprendida por el cariño de la gente hacia su trabajo, y enfatiza que no pretende “llamarme artista, ni dedicarme a ello profesionalmente, muy al contrario, lo que quiero transmitir es que todos podemos hacer lo que nos gusta siempre y cuando lo hagamos de corazón, sin autoexigencia es excesiva y transmitiendo lo que somos”.
Ella entiende que el resultado no puede ser perfecto, “porque nosotros no lo somos, pero es cierto que nos hará felices y puede que también hagamos felices a los demás”.
